Uno de los principales sitios arqueológicos de la península de Yucatán, en México, es Chichén Itzá, ciudad maya fundada en el 525 d.C. y cuyo nombre significa “boca del pozo de los itzá”. El recinto, que ocupa 15 kilómetros cuadrados, es Patrimonio de la Humanidad desde 1998 y constituye uno de los testimonios mejor preservados de la civilización maya.
El emplazamiento, rodeado de selva y a más de 100 kilómetros de la costa, conduce al visitante entre majestuosas ruinas y monumentos sensacionales como la Pirámide o Castillo de Kukulkán, templo y edificio principal de la antigua ciudad: su estructura pone de manifiesto los conocimientos de los mayas sobre matemáticas, astronomía, geometría y acústica.
Allí se encuentra también el Observatorio, conocido como El Caracol por la forma de espiral que oculta en su interior. Se le atribuye una función astronómica puesto que las aberturas de sus muros estaban orientadas hacia Venus y otros astros. Las observaciones que se realizaban eran muy intuitivas y se llevaban a cabo sin ningún tipo de aparato.
Otro de los monumentos es Tzompantli, una plataforma donde se clavaban las cabezas de los enemigos y que presenta relieves de calaveras y de águilas que devoran corazones; y el Juego de Pelota, la cancha más grande y mejor conservada de todo el territorio mesoamericano con 120 metros de largo y 30 de ancho.
Y por último el Cenote Sagrado, un agujero en la tierra de forma circular con 60 metros de diámetro y 15 de profundidad. Un camino de aproximadamente 300 metros conecta este lugar con la pirámide de Kukulkán; las exploraciones han revelado que este cenote era un punto de peregrinación donde se practicaban rituales y se hacía ofrendas a los dioses.
