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Hoy, 10 de Octubre, evocamos el día y la hora en que, hace ya 149 años, Carlos Manuel de Céspedes dio inicio a la única y sola Revolución que ha existido en nuestra tierra: la que él comenzó y hoy continuamos.

Así dijo el historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler, durante el acto político y ceremonia militar de inhumación de los restos de Mariana Grajales y Carlos Manuel de Céspedes, ocurrido esta mañana en el cementerio patrimonial de Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.

En ceremonia que calificó de trascendental, Leal Spengler destacó el liderazgo y pensamiento radical del Padre de la Patria, al tiempo que repasó su vida y obra: desde su nacimiento en Bayamo, el 18 de abril de 1819, hasta el Grito de Yara; desde su nombramiento como primer presidente de la República en Armas, hasta su caída el 27 de febrero de 1874.

El viril y austero gesto de Céspedes en Demajagua inauguró en Cuba una nueva época: la lucha por la independencia, que perduró durante 30 años; y la tradición humana, solidaria y bravía de este pueblo. La chispa desencadenó un voraz incendio, una llamarada inextinguible que iluminó toda la isla, refirió el historiador.

Por la independencia de Cuba murieron más de 20 miembros de su familia –dijo–. El primero de ellos fue su hijo Oscar, al cual se vio obligado a sacrificar antes de deponer las armas que había alzado contra el colonialismo español.

Igualmente, Leal Spengler hizo un recorrido por la historia de Mariana Grajales, madre de los Maceo, de la que resaltó su carácter e intransigencia, y a la cual calificó como Alma Mater de nuestro país.

José Martí, que la visitó, hace una hermosa semblanza de ella, al depositar, luego de su muerte, una corona a nombre del periódico Patria con la palabra Madre escrita en sus cintas, relató el historiador de la capital cubana.

Nuestra Revolución –ratificó– es una sola: esa que comenzó en la Demajagua y que continuó Fidel con el Asalto al Cuartel Moncada.

Fidel continuó el camino de los padres de la Patria –declaró–; esa piedra (la que marca el lugar donde descansan sus restos mortales) es la continuación de la única Revolución que hemos vivido: la que continúa hoy bajo el mando de Raúl. En esa urna y esa piedra de granito está la voluntad de nuestro pueblo, expresó además.

Por otra parte, alabó la remodelación acaecida en el cementerio de Santa Ifigenia, y agradeció a todos los que han trabajado día y noche para que fuera posible.

También manifestó la utilidad de dicho sitio en el culto a la historia y a los hombres y mujeres ilustres: un deber del Estado y de todos nosotros, al decir de Leal.

El año próximo –manifestó– celebraremos el aniversario 150 del alzamiento en Demajagua, y lo haremos con el convencimiento de la necesidad de preservar nuestra historia.