partido c cons«¡Aquí lo han copiado todo; miren lo del partido único!», decía el muchacho recién llegado de Europa con el objetivo de disfrutar de vacaciones en Cuba.

Insistía en que en el viejo continente, donde llevaba unos años asentado, lo aceptable es el multipartidismo, que a su juicio, hace la vida política más dinámica.

Y para validar las opiniones que vertía frente a un grupo de jóvenes, con quienes, sin duda alguna, había vivido y estudiado antes de su partida a la región geográfica donde ahora reside, agregaba que con el fin de retomar la verdadera democracia, lo primero que se hizo en los países europeos que abandonaron la senda del socialismo fue suprimir el principio del partido único.

Escuchar parte de la informal «conferencia» dictada en la amplia escalera de unos de los edificios de 18 plantas de la ciudad de Holguín fue pura casualidad. Esperaba la llegada de un vehículo para emprender una travesía periodística por varios municipios. Desde entonces deseo reflexionar sobre el tema.

Además de presuntuoso ¿era el discursante un ser mal intencionado? ¿Lo carcomía la desinformación? Ambas cosas estaban presentes, aunque había mucha de la segunda.

El Partido Comunista de Cuba (PCC) es el producto de la síntesis de eventos históricos en que los conductores de masas más geniales y objetivos aplicaron una estrategia basada en el cierre de filas de las fuerzas revolucionarias.

En Cuba triunfó la Revolución y el Partido fue un fruto de ella, puntualización hecha por Fidel en marzo de 1974, en la Asamblea de Balance del PCC en La Habana. «Este Partido –afirmó el Comandante en Jefe– nació de dos factores esenciales, fundamentales, invalorables: la unión de todos los revolucionarios (…) y una doctrina científica, una filosofía político-revolucionaria: el marxismo-leninismo».

EL PARTIDO LO RESUME TODO

Ese postulado también corresponde a Fidel. Lo expuso el 17 de diciembre de 1975, al presentar el Informe Central al Primer Congreso. Esta organización, afirmó, sintetiza los sueños de todos los revolucionarios a lo largo de nuestra historia; concreta las ideas, los principios y la fuerza de la Revolución.

En el Partido, precisó Fidel aquel día, «desaparecen nuestros individualismos y aprendemos a pensar en términos de colectividad; él es nuestro educador, nuestro maestro, nuestro guía y nuestra conciencia vigilante…»

Esa capacidad para advertir errores, defectos y limitaciones durante el ­desarrollo de las misiones ­estratégicas y los asuntos más cotidianos de los ­militantes, siempre sale a relucir en las conferencias y conversaciones que hábilmente conduce Mario Góngora Morgado, máster en Ciencias de la Educación y profesor auxiliar de la Escuela Provincial del Partido en Holguín.

El pedagogo recuerda las enseñanzas de Martí al crear el Partido Revolucionario Cubano (PRC): «Lo fundó, vigoroso, como una fuerza política para organizar la guerra de 1895 contra España. Precisamente la falta de una organización de ese tipo impidió el enfrentamiento enérgico y ordenado al sectarismo y caudillismo, causas notorias del fracaso de la Revolución de 1868».

Asevera que el Primer Partido Comunista de Cuba, fundado el 16 de agosto de 1925 por Carlos Baliño y Julio Antonio Mella, defendió la unidad de todos los revolucionarios en aquel periodo de desgobiernos y sometimiento a Estados Unidos.

Posteriormente, la organización asumió la denominación de Partido Socialista Popular. Constituyó una hábil maniobra para evadir la feroz persecución a que los comunistas eran sometidos en tiempos en que el fascismo cobraba auge. Con Blas Roca Calderío al frente, cohesionó a los militantes y tuvo la capacidad  de concertar alianzas con otras fuerzas de pensamiento avanzado de la época, estrategia vital para que en el cuerpo de la Constitución de 1940 se incluyeran artículos que respondían a los intereses de la clase obrera, puntualiza Góngora Morgado.

«Tras el desembarco del Granma, con la guerra debidamente encauzada y el afianzamiento de su tesis de que la Revolución podía triunfar en Cuba mediante la lucha armada, Fidel al frente del Movimiento 26 de Julio gestionó la unidad con el Partido Socialista Popular, y el Directorio Estudiantil 13 de Marzo».

El Comandante en Jefe, plantea el profesor, sabía lo que le venía encima a la Revolución triunfante por proponerse cambiar el orden social vigente hasta enero de 1959, lo que incluía la férrea decisión de ser libre e independiente, sin sometimiento alguno a Estados Unidos.

«Igualmente, conocía que para cumplir esos objetivos se necesitaba de una fuerza política pujante, de nuevo tipo. Y junto con otros compañeros de ideas fue paso por paso», apunta el profesor.

El secretario general del Partido Socialista Popular, Blas Roca, llegó a proponerle a Fidel que fuera el secretario general de esa organización, que lo asumió como máximo líder y se adhirió a su línea unitaria. Así, en junio de 1961, nace las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI), formadas por jóvenes revolucionarios del país.

 «En 1963 surgió el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba (Pursc). Las ORI habían sido víctimas del sectarismo y dieron muestras notables de ­desvinculación con las masas. El Pursc asumió los principios leninistas de voluntariedad y selectividad para formar un partido. El aporte cubano consistió en someter a los candidatos a militantes a la aprobación de las masas», acota Góngora Morgado.

«Dos años después, en octubre de 1965, ya era Partido Comunista de Cuba, para dar nuevos impulsos a la obra revolucionaria. El Pursc había creado las bases para la transición. Tenía organizaciones en todas las esferas de la sociedad, eran claros sus principios organizativos y políticos, había ayudado a estructurar el nuevo Estado.

«Sin embargo, el 19 de abril de 1976, en la conmemoración del aniversario XV de la Victoria de Girón, Fidel señaló que de aquel acontecimiento histórico nació realmente nuestro partido marxista-leninista y que a partir de esa fecha se cuenta la militancia en este partido. Dejó claro que con aquel triunfo el Socialismo quedó para siempre cimentado con la sangre de campesinos, obreros y estudiantes».

EVOLUCIÓN LÓGICA Y FIRMEZA ­INVARIABLE

El artículo No. 5 de la actual Constitución de la nación es claro: «El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninista, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos ­comunes hacia los altos ­fines de la construcción del Socialismo y el avance hacia la sociedad comunista».

No fue un artículo impuesto, sino el resultado de una consulta popular que reconoció la autoridad moral del Partido, ganada a lo largo de la Revolución  
Basta analizar lo emanado de sus congresos. El V, por ejemplo, luego de un debate en el que participó la mayoría del pueblo, asumió un documento programático denominado El Partido de la Unidad, la Democracia y los derechos Humanos que defendemos. Transcurría 1998 y el mundo era otro al desaparecer la URSS. También padecíamos los embates del periodo especial. El cónclave, con visión de futuro, plasmó los conceptos de la democracia socialista en la organización partidista y en el Estado y las organizaciones sociales y de masas.

El VI Congreso se efectuó en abril del 2011. Los delegados aprobaron los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, sometidos antes a la consulta de los militantes de la organización y la población.

Los debates pusieron sobre el tapete la voluntad de los cubanos de no renunciar al Socialismo, lo cual incluía la actualización del modelo económico para lograr un desarrollo sustentable. Tajante, se aclaró que todo partía de decisiones soberanas.

En abril del 2016 fue la séptima de esas reuniones vitales para el país. El Partido concluyó en que su labor debe ser orientada a potenciar acciones que preserven e incrementen la unidad patriótica y moral en torno a la Revolución, al tiempo que insistió en la actualización de los Lineamientos de la Política Económica y Social para el periodo 2016-2021, la conceptualización del modelo económico y social cubano y la estrategia para hacer realidad el plan nacional de desarrollo hasta 2030.

Nadie ni nada ha podido quebrantar los principios del Partido, que ha sido el núcleo de la unidad en los momentos difíciles, la guía para sortear los obstáculos. Es esa historia, labrada también en la humildad de sus líderes y la sabiduría de su conducción, la que le ha ganado el reconocimiento de una sociedad que continúa ponderando el liderazgo de la organización, como lo refleja que recientemente el Parlamento haya ratificado, en el proyecto de nueva Constitución, la esencia del artículo 5. Fórmulas puede haber muchas, pero ha sido la del partido único, síntesis de lo mejor del pueblo cubano, la que nos ha conducido por esta senda de dignidad, a la que no renunciamos.

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