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Un informe enviado este jueves al Congreso por el Departamento de Estado asegura que el organismo federal actuó de manera “correcta” ante los supuestos incidentes de salud con su personal diplomático en Cuba, aunque se detectaron fallas en la comunicación y puestos clave sin ocupar en la toma de decisiones.

El texto al que tuvieron acceso los congresistas es resultado de las investigaciones de la Junta de Revisión de Responsabilidad (ARB, por sus siglas en inglés) establecida en enero por el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson.

“El mandato de la ARB no era determinar la causa de los inexplicados incidentes de salud, sino examinar la respuesta del Departamento de Estado, incluido la idoneidad de la seguridad y otros procedimientos relacionados”, refiere una hoja informativa divulgada en Washington.
De esa manera, las 30 recomendaciones de la investigación, de carácter técnico,  se refieren en exclusiva a la forma de actuación ante posibles escenarios similares en Cuba u otro lugar del mundo, pero no ofrecen un solo elemento que arroje luz sobre las acusaciones infundadas de Washington.

La palabra “incidente” se utiliza 16 veces en la hoja informativa mientras que “ataque” solo está presente en una ocasión.

El Departamento de Estado mantiene el uso de este término a pesar de que año y medio de investigaciones, tanto estadounidenses como cubanas, no han arrojado una sola evidencia que confirme la ocurrencia de los “hechos” alegados ni mucho menos la participación cubana.

Estados Unidos retiró en septiembre del año pasado a la mayoría de sus diplomáticos en La Habana, alegando riesgos por una serie de “incidentes de salud” supuestamente presentados por miembros de su personal.

Sin embargo, hasta el momento no existen pruebas concretas respecto a que la sintomatología alegada responda a una causa exclusiva o que esté relacionada con actos deliberados contra los funcionarios norteamericanos.

Un artículo publicado en febrero por la Revista de la Asociación Médica Norteamericana (JAMA, por sus siglas en inglés) ha sido sometido a duras críticas por parte de la comunidad científica ante la falta de rigor en sus conclusiones.

Jon Stone, profesor de neurología de la Universidad de Edimburgo, en Escocia, fue el autor de una de las cuatro cartas enviadas este mes a la revista JAMA criticando el estudio de la Universidad de Pensilvania.

Los investigadores establecieron  supuestos “daños cerebrales” en algunos de los diplomáticos que habrían sido afectados durante su trabajo en Cuba, pero sus colegas a nivel mundial no concuerdan con los métodos.

Stone señaló recientemente a BBC Mundo que lo que lo motivó a escribir sus objeciones fue ver que tanto las autoridades estadounidenses como los autores sugieren que está pasando algo muy inusual, cuando en su opinión ese no es el caso.

“Estos síntomas son muy comunes, los vemos constantemente en las consultas de neurología”, explicó Stone.

Sin embargo, sobre la base del argumento de los supuestos “ataques”, el Departamento de Estado mantiene clausurado los servicios consulares para los cubanos en su Embajada en La Habana, lo cual afecta directamente a decenas de miles de familias a uno y otro lado del Estrecho de la Florida.

Al mismo tiempo, la capital cubana se mantiene declarada como puesto sin acompañante, lo cual impide que los familiares de los diplomáticos permanezcan junto a ellos durante la misión, que fue recortada de 24 meses a un solo año.

Entre los señalamientos de la Junta de Revisión de Responsabilidad está que, ante la falta de un funcionario de alto nivel para atender directamente los incidentes de salud en Cuba, hubo una comunicación insuficiente con los empleados y una coordinación obstruida dentro del Departamento y con otras agencias.

También encontró que partes individuales de la Oficina de Seguridad Diplomática respondieron a los informes en Cuba en función de sus respectivas áreas de especialización, pero que la respuesta general se habría beneficiado con la formación de un grupo de trabajo multidisciplinario.

Recientemente Cuba fue bajada del nivel 3 al 2 en el escalafón unilateral que elabora Washington para medir la seguridad de los destinos a los que viajan los estadounidenses.

El nivel 2 solo establece tomar “precauciones extras” y es el mismo en el que están países turísticos como España y Francia.

También se anunció esta semana que la Embajada estadounidense en La Habana restablecía un grupo de los servicios que normalmente brinda a sus nacionales en el resto del mundo.

Sin embargo, ni el Departamento de Estado ni el Congreso se pronunciaron respecto a si valoran tomar medidas para restablecer su personal diplomático en Cuba ante la falta de evidencias sobre los supuestos incidentes.

Fuente: Cubadebate