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Si al comienzo de cada año las asambleas sindicales son necesarias para informar a los trabajadores sobre el Plan de la Economía, en este 2015 adquieren singular significación, ante el desafío que entraña alcanzar un cuatro por ciento de Producto Interno Bruto nacional.

Y  para lograrlo se requiere que los colectivos laborales conozcan las particularidades de los indicadores del plan y el presupuesto, en tanto sean capaces de determinar cómo aportarán de manera directa a la materialización de los objetivos propuestos por el país.  

Es por ello que durante enero y febrero, y de ser necesario hasta marzo, sea prioridad para la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) informar en todos los centros lo acordado en la última sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en la que se insistió en que las empresas estatales constituyen las principales fuentes creadoras de las riquezas de la nación.

Tales encuentros deben representar un paso fundamental para alcanzar el índice de crecimiento previsto, a partir de que los afiliados debatan, sin formalismos, sobre dónde están las reservas e insuficiencias; así como también conozcan de la disponibilidad de  las materias primas, insumos y financiamiento que respalden oportunamente  los procesos productivos. 

Precisamente, para romper la tendencia a la desaceleración de los últimos decenios,  Cuba busca potenciar al máximo las reservas internas de eficiencia, lo cual será imposible, indiscutiblemente, sin el total apoyo de quienes tienen en sus manos la tarea de generar los bienes y servicios.

Sobre todo, cuando se pretende concentrar los recursos en la reanimación de sectores clave como la industria manufacturera, con el incremento de la importación de materias primas, en aras de incorporar valor agregado a las producciones y reducir las habituales compras de productos terminados.

Como es de suponer, los deseos de fortalecer la capacidad productiva de la economía deberán acompañarse del empeño de los directivos y trabajadores por asegurar mayor eficiencia y calidad en cuantas operaciones y servicios emprendan, exigencias no pocas veces descuidadas y que repercuten sobremanera en la efectividad de los rendimientos. 

Aunque no es igual imponer desde “arriba” la necesidad de buscar incrementos de productividad,  a que exista un colectivo motivado para encontrar soluciones a esos asuntos, toda vez que ello influya en el mejoramiento de sus ingresos y de las condiciones de trabajo.

Consecuente con tales intenciones, fue la entrada en vigor de la Resolución 17 del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, que permite el pago sin límites administrativos, con la única restricción de no distribuir más dinero que el valor de la riqueza creada, a partir del comportamiento del indicador de gasto de salario por peso de valor agregado.   

Tal medida se suma al conjunto de políticas aprobadas por el país a favor de conceder mayor autonomía y facultades a la empresa estatal socialista, de manera que pueda desplegar todas sus potencialidades e iniciativas, en  correspondencia con las capacidades tecnológicas, los recursos humanos y el mercado donde actúen. 

Ahora les toca a las entidades aprovechar las buenas nuevas, más aún frente a la posibilidad de comercializar sus excedentes productivos, una vía que también podrán emplear en beneficio de los salarios de los trabajadores.

El 2015 demanda, a todas luces, de que la locomotora de la economía nacional (la empresa estatal socialista) marche con inteligencia, es decir, con una buena y dinámica organización del trabajo, donde la voluntad por lograr mejores resultados sea ocupación y compromiso de todos sus tripulantes.

Fuente: AIN

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