f0192885Hace casi un año que las escuelas cambiaron el bullicio de los estudiantes por un mutismo aparente, y si desde entonces para los alumnos la casa es la escuela, para los profesores la vida ha reservado otros empeños.

"Los maestros no se detienen, producen alimentos, analizan el presupuesto, se preparan, atienden a sus alumnos, mantienen los círculos infantiles abiertos y laboran en los centros de aislamiento".

El mensaje de la doctora Ena Elsa Velázquez Cobiella, ministra de Educación, en su cuenta de Twitter resume lo que han significado los últimos 12 meses para un sector que constituye uno de los pilares de la Revolución y que cuenta con más de 400 000 trabajadores.

Mariana Zenaida Camacho Hernández, directora nacional de Recursos Humanos del Ministerio de Educación, profundiza en el tema: «Los docentes también han asumido las misiones y tareas que se han definido por los consejos de defensa en el municipio. Ellos han participado en todo: en la atención al adulto vulnerable, han pertenecido a los destacamentos en las tiendas para la conservación de la disciplina.

 

"Han sido otras tareas que, a partir de la situación de la pandemia, ellos han tenido que asumir. Aquí en La Habana las villas de profesores son centros de aislamiento. Todo esto sin dejar de atender a sus estudiantes, sin dejar de atender a la familia", comenta Camacho Hernández.

En esta etapa también se le ha dado prioridad a aquellos maestros que cursan una maestría o un doctorado para que aprovechen este tiempo para su superación.

Quizás para algunos sea novedoso ver a los docentes en tantas funciones alejados del aula y la pizarra y asumirlas con naturalidad, pero los de más experiencia saben (muchos porque lo vivieron) que hace 60 años los maestros, en aulas improvisadas y cartilla y farol en mano, hicieron mucho más que dar clases.

Ahora se lucha contra la COVID-19, con tecnología que permite continuar el curso y mantener la comunicación inmediata entre el maestro y su pupilo sin importar la distancia. Entonces se luchaba contra el analfabetismo y nada impidió que saliéramos airosos.

Tomado de Granma

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