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Cuando el Papa Francisco llegue a Cuba el 19 de septiembre, el país le mostrará un lugar del mundo donde la diversidad religiosa no es motivo de disputas, sino parte armónica de la vida cotidiana.

El jefe de la Iglesia Católica ya estuvo en otras naciones de América Latina, cuyos habitantes en su gran mayoría tienen un fuerte arraigo religioso, especialmente católico.

Se trata de una herencia que quizás sea la más fuerte de las dejadas por la colonización española en esta parte del mundo, aunque también abundan otras creencias provenientes de comunidades ancestrales asentadas hace milenios en las alturas de los Andes.

El Obispo de Roma vendrá a Cuba, un pequeño archipiélago de 11 millones de habitantes que, con Francisco, ha acogido a los tres últimos jefes de Estado del Vaticano en un lapso de apenas 17 años.

El primer Papa latinoamericano encontrará aquí un pueblo acostumbrado a vivir las religiones en un ambiente de tolerancia, con la particularidad de ser una nación multicultural que ha sabido metabolizar su diversidad.

También conocerá un país hecho de grandes mestizajes que trascienden la mera coexistencia de razas.

En esta tierra caribeña hay católicos, protestantes, yorubas, budistas y muchos más, e incluso personas que pueden tener fe en más de una religión sin que ello implique contradicción alguna.

Por eso al Pontífice acudirán hombres y mujeres bautizados en la Iglesia Católica, con algún santo afrocubano hecho, y que al preguntarles su inclinación política respondan sin dilaciones: "revolucionario".

No será solo un ciudadano, serán muchos.

En las multitudinarias misas programadas en La Habana y Holguín, Francisco hablará ante católicos y ante fieles de cualquier otro credo, mientras tampoco faltarán quienes no sepan de memoria una oración y se estrenen en la primera homilía de sus vidas.

No obstante, todos lo atenderán con mucho interés porque los nacidos en esta isla tienen una fe inmensa, sobre todo en aquellos que no le fallan.

Los cubanos reconocen su gesto de apoyar el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, consumado hace poco con el restablecimiento de relaciones entre ambos países.

Con la sencillez que lo ha marcado este tiempo, el Pontífice aseguró que él nada hizo y todo se consiguió gracias a la buena voluntad de los dos países.

De cualquier forma, cientos de miles de cubanos irán a las misas para corresponderle a quien no olvidó a La Habana en su agenda de trabajo y porque saben que estarán ante un Papa diferente.

En esta tierra caribeña muchos han observado con interés sus pronunciamientos a favor de la paz mundial y el diálogo para la solución de los conflictos y en contra de la distribución desigual de la riqueza y el cambio climático, entre otros muchos problemas mundiales.

 

Fuente: Prensa Latina