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turismo bloque

El atascadero en el que busca sembrar el bloqueo estadounidense al turismo cubano, alcanza afectaciones astronómicas, estimadas en unos, según consta en informe del Ministerio del Turismo (Mintur).

 

Por indicadores, los perjuicios se reparten en: ingresos dejados de percibir por exportaciones de mercancías y servicios, 1 465 millones de dólares; pérdidas por reubicación geográfica del comercio, más de 37 millones; y el resto, corresponde a la afectación monetario-financiera.

 

Un pequeño paréntesis recuerda que —a pe­sar de cierta flexibilización para algunas visitas luego de los acontecimientos del 17 de di­ciembre pasado—, los viajes a Cuba por concepto de turismo aún carecen de autorización. Ello sin exonerar que, en ocasiones, la aprobación de determinados viajes responde al obcecado intento norteamericano de azuzar las ac­ciones de subversión política.

 

Las garras de ese cerco —de acuerdo con el informe— tienen particular incidencia en tres puntales definitorios para el sector: los servicios, las operaciones y los aseguramientos lo­gísticos.

 

Así, nuestro turismo debe lidiar constantemente con la inmovilización de recursos y la reu­bicación geográfica de los mercados. No escapa tampoco a las secuelas que, en el bol­sillo del ramo, desencadenan las variaciones cam­­biarias por operaciones de naturaleza fi­nanciera y del comercio exterior. En general, esas apremiantes constituyen los mayores responsables de esta afectación made in USA.

 

En cuanto a los efectos del bloqueo en el es­pectro tecnológico, destaca el mantenimiento de las trabas en materia de comercio electrónico y accesibilidad a Internet. Otro detonante radica, sin duda, en las limitaciones inherentes a la realización de transacciones a través de tarjetas de crédito, encaminadas al pago de reservaciones de boletos aéreos y servicios del sector turístico, por ejemplo.

 

“Los hoteles cubanos solamente pueden utilizar el sistema Amadeus, uno de los cuatro grandes Sistemas Globales de Distribución (GDS) internacionales, pues tres de ellos —Sa­bre, Galileo y Worldspan— son empresas estadounidenses. Otros intermediarios proveedores de estos servicios se inhiben de relacionarse con las entidades turísticas cubanas por te­mor a ser multados y a ver amenazadas sus ventas en Estados Unidos”, se expresa en el documento.

 

De igual (mala) suerte, entidades de nuestro archipiélago ven frustrada cualquier posibilidad de anuncio en los sistemas mejor ubicados en el ranking de servicios en el ciberespacio, por la misma justificación absurda de tratarse de empresas estadounidenses.

 

Y por si no bastara, Cuba se ve limitada de recibir el flujo frecuente de un volumen significativo de cruceros con destino Caribe, zona donde el país norteño se mantiene a la cabeza de la lista de emisores de turistas.

 

Fuente: Periódico Granma