josefina vidal cuba

“Hemos trabajado muchos años para lo­grar un cambio en la política de Estados U­ni­dos hacia Cuba”, dice Josefina Vidal, el rostro diplomático cubano en las negociaciones con Estados Unidos para abrir un nuevo capítulo en las relaciones bilaterales.

Pero no se refiere al cuarto de siglo que lleva lidiando con este tema. “Hay que leer la historia y ver cómo Fidel expresó en diferentes momentos la disposición de Cuba a discutir y resolver las diferencias con Estados Unidos mediante negociaciones, sin renunciar a uno solo de nuestros principios. Y el General de Ejército Raúl Castro Ruz, al asumir la dirección de nuestro gobierno afirmó que siempre hemos estado dispuestos a normalizar las relaciones con ese país en un plano de igualdad”.

Este proceso se inició el 17 de diciembre del 2014, tras más de medio siglo de resistencia del pueblo cubano ante todo tipo de agresiones. Pocos meses después, el 20 de julio del 2015, quedaron restablecidos los nexos di­plomáticos y abiertas las respectivas embajadas en Washington y La Habana.

A un año de aquellos acontecimientos, Gran­ma conversó en exclusiva con Josefina Vidal en su oficina del sexto piso del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde radica la Di­rección General de Estados Unidos.

—¿Qué se ha logrado?

—Para hacer un balance lo más completo posible, hay que analizar un periodo que se extiende por más de un año. Debe tenerse en cuenta el proceso de negociaciones de casi seis meses que precedió el restablecimiento de las relaciones diplomáticas.

“Prefiero referirme entonces a lo alcanzado en los últimos 19 meses. En esta etapa se han obtenido resultados en temas priorizados y de interés para Cuba, en la esfera político-diplomática, la cooperación y los diálogos en asuntos de interés bilateral y multilateral.

“Entre los aspectos de prioridad para Cuba, se destacan el regreso de tres de nuestros Cinco Héroes que guardaban prisión en EE.UU., la exclusión de Cuba de la lista de Estados terroristas y la renovación del registro de la marca Havana Club en ese país.

“En la esfera político-diplomática resaltaría la creación de la Comisión Bilateral Cuba-Estados Unidos para dar seguimiento a la agenda posterior al restablecimiento de las relaciones. Se han realizado tres reuniones con alternancia de las sedes y deben sostenerse dos más.

“Era importante que nos dotáramos de un mecanismo de este tipo para abordar los temas pendientes de solución, la cooperación en áreas de interés mutuo, y los diálogos sobre temas bilaterales y multilaterales.

“En cuanto a la cooperación, se han suscrito diez acuerdos y están en proceso de negociación actualmente otros en materia de enfrentamiento al narcotráfico; aplicación y cumplimiento de la ley; búsqueda y salvamento; respuesta a derrames de petróleo en el mar; meteorología; registros sísmicos; y áreas terrestres protegidas. En algunos se ha avanzado y puede que los concluyamos an­tes de que termine el presente año.

“Para tener una idea, entre el 1ro. de enero de 1959 y el 17 de diciembre del 2014, Cuba y Estados Unidos firmaron solamente siete acuerdos bilaterales, incluido tres en el ámbito migratorio, de los cuales sobrevivieron cinco. Si contamos el restablecimiento de las relaciones diplomáticas son 11 acuerdos en los últimos 19 meses.

“¿Son estos resultados irrelevantes? No, no creo que se pueda decir que lo son, para dos países que no tuvieron relaciones durante medio siglo. ¿Son suficientes estos avances? Tampoco. Queda mucho por hacer”.

—¿Cuánto se ha avanzado en la esfera económico-comercial?

—En este campo apenas se han concertado los primeros acuerdos entre empresas cubanas y estadounidenses en áreas como los servicios de telecomunicaciones, la administración hotelera y la operación de cruceros, aprovechando los espacios aún limitados que brindan las medidas adoptadas por el gobierno del presidente Obama para modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo. Mucho más pudiera hacerse si se eliminara esta política.

“El bloqueo continúa en vigor. Persisten las restricciones a las exportaciones desde EE.UU. para ramas claves de nuestra economía, prácticamente no se pueden importar productos cubanos en ese país, no se autorizan con licencia general las inversiones estadounidenses en Cuba, más allá de las telecomunicaciones. Hasta ahora no nos ha sido posible normalizar las relaciones bancarias. Y todo esto pudiera permitirse mediante decisiones ejecutivas del Presidente.

“Los componentes disuasivos y punitivos del bloqueo, y de alcance extraterritorial, si­guen teniendo consecuencias negativas para Cuba. Se nos continúan bloqueando transferencias financieras, se nos retienen pagos, incluso en monedas distintas al dólar estadounidense, se nos deniegan servicios de todo tipo, incluyendo a nuestras misiones diplomáticas y oficinas en el exterior, y a los bancos y entidades extranjeras que se vinculan con nuestro país se les siguen imponiendo multas.

“Por ello, el levantamiento del bloqueo si­gue siendo una alta prioridad para Cuba y será esencial que se elimine para avanzar hacia la normalización de las relaciones. El bloqueo es una política del pasado y debe cesar”.

—¿Cómo es posible que Cuba aún no haya podido utilizar el dólar en sus tran­sac­ciones internacionales, varios meses después de que se quitara la restricción?

—Todavía a Cuba no le ha sido posible hacer pagos ni depósitos en efectivo en dólares estadounidenses. Siguen teniendo efectos intimidatorios sobre los bancos de EE.UU. y del resto del mundo las 49 multas que se han impuesto por el gobierno del presidente Oba­ma a entidades estadounidenses y ex­tran­jeras por relacionarse legítimamente con Cu­ba, por un valor acumulado hasta hoy de 14 397 millones 416 827 dólares, cifra sin precedentes en la historia de la aplicación del bloqueo contra nuestro país.

“Hasta ahora el gobierno de Estados Uni­dos no ha emitido una declaración política ni un documento legal que le explique a los bancos del mundo que las operaciones con Cuba son legítimas y no van a ser sancionados”.

—Aunque el centro de atención recae sobre el bloqueo, Cuba tiene otros reclamos esenciales en su agenda hacia la normalización… ¿Están en la mesa de negociación?

—El bloqueo, la devolución del territorio ilegalmente ocupado por la Base Naval en Guantánamo, la política migratoria exclusiva para los cubanos, los programas subversivos, las transmisiones de radio y TV ilegales, las compensaciones, la protección de la propiedad industrial son temas permanentes en la agenda de Cuba en sus intercambios oficiales con Estados Unidos.

“No hay un camino único para lograr la solución de estos temas. Por ejemplo, en cuestión de pocos meses, Cuba fue excluida de la lista de países que apoyan el terrorismo, que era una prioridad para nosotros. La decisión estaba en manos del ejecutivo.  Pero hay temas más complejos que tomarán más tiem­po. La solución de algunos de ellos de­pende incluso del Congreso.

“Para Cuba también es esencial la devolución del territorio usurpado en Guantánamo, que es el único caso en el mundo de una base militar ocupada a perpetuidad e ilegalmente, en contra de la voluntad del gobierno y el pueblo del país en que se encuentra enclavada. No ha habido una sola reunión en la que no hayamos puesto sobre la mesa este justo reclamo, como hemos hecho con el bloqueo.

“Para avanzar en la mejoría de las relaciones igualmente tendrán que ser suprimidas otras políticas que el Gobierno de EE.UU. continúa implementando y que son lesivas a la soberanía cubana. Son políticas heredadas de un pasado de confrontación y hostilidad, que afectan a Cuba y no se corresponden con el presente clima bilateral.

“En la etapa actual coexisten una interacción bilateral sin precedentes con la permanencia de políticas del pasado, lo cual nos reafirma, como hemos dicho antes, que el proceso hacia la normalización de las relaciones con EE.UU. será largo y complejo. Pero vamos a persistir como lo hemos hecho siempre”.

—Es recurrente escuchar que durante este año todos los cambios han venido del lado estadounidense y Cuba no ha dado nada a cambio. ¿Hay que dar algo a cambio de que se haga justicia?

—Uno no puede llamar concesión a la rectificación de políticas erróneas por parte del Gobierno de Estados Unidos.

“Ambos países hemos tomado medidas soberanas como parte de este proceso, para mejorar el clima bilateral.

“Pero, las relaciones entre Cuba y EE.UU. han sido asimétricas. Por tanto, corresponde a EE.UU. desmontar las políticas hostiles unilaterales que imprimieron un carácter confrontacional a los vínculos entre los dos países. Cuba no tiene políticas similares hacia Estados Unidos”.

—Respeto es una palabra que se usa mucho desde el 17 de diciembre del 2014. ¿Es un simple formalismo?

—El gobierno norteamericano demoró 56 años para reconocer al gobierno legítimo cubano. Pero es muy importante dejar claro que cada vez que la Cuba revolucionaria se ha sentado a negociar con EE.UU., incluso en los episodios esporádicos que ocurrieron en el pasado, siempre ha sido en pie de igualdad y sobre la base del respeto, la reciprocidad, sin condicionamientos, ni concesiones de ningún tipo en temas de principios de nuestra política interna e internacional.

—Uno de los momentos importantes de este último año y un ejemplo de ese reconocimiento fue la visita a Cuba de Obama. ¿Varios meses después, considera que fue positiva para avanzar en los intereses cubanos y en la normalización de las relaciones?

—Fue un paso importante en el proceso hacia la mejoría de las relaciones. También fue una oportunidad para trasladarle nuestras posiciones sobre los temas priorizados para Cuba. Es importante señalar que Oba­ma vino a la Cuba revolucionaria y socialista, soberana e independiente, a reunirse con el liderazgo histórico de la Revolución; y no como el único otro Presidente de EE.UU., Calvin Coolidge, quien 88 años atrás visitó la Cuba neocolonial y plattista bajo la dictadura de Gerardo Machado.

—Las autoridades estadounidenses, in­­cluido Obama, han dicho que cambian sus métodos, pero no los objetivos. ¿Qué implicaciones tiene para Cuba esa afirmación?

—Al restablecer las relaciones, acordamos, en pie de igualdad y sobre bases de reciprocidad, desarrollar relaciones respetuosas y de cooperación, basadas en los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Uni­das y el De­recho Inter­na­cio­nal. Hemos dejado claras las reglas y no nos cansaremos de reclamar su cumplimiento.

—Estados Unidos tiene un historial de incumplimientos de esos preceptos…

—Las relaciones con EE.UU. siempre han sido un reto para Cuba. Desde su génesis, siempre han estado marcadas por la contradicción entre la intención norteamericana de dominar la Isla y la determinación de los cubanos de ser libres e independientes. Y eso no va a cambiar.

“No somos ingenuos, conocemos cuál es el objetivo estratégico de EE.UU. y no bajaremos la guardia, estaremos siempre alertas.

“A su vez, el proceso bilateral actual representa oportunidades para avanzar por primera vez en la solución de problemas pendientes —no solo durante los últimos 56 años, sino por siglos— y obtener beneficios para el país y su desarrollo, derivados de la cooperación en temas de interés mutuo y también de la erosión paulatina y el eventual levantamiento definitivo del bloqueo, que nos puede permitir comerciar y colocar en ese mercado productos y servicios cubanos. Se trata de aprovechar las oportunidades, a la vez que se tiene claridad y se manejan los retos”.

—¿Estamos preparados?

—Como mismo nos preparamos para po­der lidiar con una política de confrontación y hostilidad, nos preparamos para este nuevo periodo en las relaciones bilaterales.

“Cuba tiene muchas fortalezas como el sen­timiento patriótico de los cubanos, el ape­go a nuestra independencia y soberanía, la unidad nacional, la fuerte cultura nacional —incluyendo la cultura política—, la soli­da­ridad, entre muchos otros valores que se han cultivado a lo largo de nuestra historia y consolidado en los casi 60 años de Revolución socialista bajo la conducción de nuestro Par­tido, y que nos acompañarán en esta eta­­pa. No nos podemos descuidar en defender nuestros valores y símbolos, y seguirlos traspasando de generación en generación.

“El pueblo de Cuba vencerá, dijo Fidel en el 7mo. Congreso del Partido. Yo creo en eso”.

—En estos momentos hay una contra­ofensiva de la derecha en América La­tina que coincide en el tiempo con el cambio en las relaciones entre La Habana y Washing­ton. Algunos han in­tentado ma­nipular los hechos. ¿Buscar una relación civilizada con Washington implica dejar a un lado el antimperialismo de la Revo­lución?

—Absolutamente no. Como mismo Cu­ba nunca ha sido antiestadounidense, sí es y seguirá siendo profundamente antimperialista. El hecho de que estemos tratando de construir una relación de nuevo tipo con EE.UU. para nada implica que Cuba renuncie a su política exterior comprometida con las causas justas del mundo, la defensa de la autodeterminación de los pueblos y el apo­yo a los países hermanos, sin renunciar a uno solo de sus principios.

—En el Congreso de EE.UU. hay una fuerte puja respecto al tema Cuba, con posiciones a favor y en contra. ¿Cómo ha evolucionado durante este último año el legislativo estadounidense?

—El restablecimiento de las relaciones diplomáticas, por la dinámica bilateral que genera y los intereses que estimula a lo interno de EE.UU., es un paso que puede contribuir a acelerar la solución de temas pendientes, incluyendo el propio levantamiento del bloqueo. Lo hemos visto en las encuestas con apoyos inéditos del 60 % a la política del presidente Obama hacia Cuba, a la libertad de viajar a nuestro país y a la eliminación del bloqueo. Todo eso genera un movimiento creciente de apoyo que ya se ve en el Congreso.

“Se mantienen dos fuerzas contrapuestas: los que se oponen al proceso hacia la normalización y pretenden revertir los avan­ces logrados, que cada vez están más aislados y carentes de apoyo, aunque todavía conservan cierta capacidad de maniobra y cuentan con mecanismos internos; y los que favorecen el actual curso de la política y el levantamiento del bloqueo, que pertenecen a los dos partidos y tienen el apoyo de la mayoría de la opinión pública y de amplios sectores de la sociedad estadounidense.

“Se han estado presentando iniciativas a favor y en contra de la normalización de las relaciones. En el 2015 lo que sucedió al final fue que se anularon mutuamente y fueron excluidas de las legislaciones en discusión. Algunos analistas consideran que el 2016, un año electoral en el que como norma se trata de obviar cuestiones que no sean prioridad, debe suceder algo similar.
“Uno ve nuevas fuerzas y sectores que se unen a las acciones a favor de los cambios. Creo que esa tendencia es la que va a predominar, porque representa el sentir de la in­mensa mayoría los ciudadanos de ese país”.

—¿Cuánto más podría hacer Obama antes de abandonar definitivamente el Despacho Oval?

—En los paquetes de medidas adoptados por EE.UU. para modificar la aplicación de algunos aspectos del bloqueo, han sido incluidas la autorización de créditos privados y del uso del dólar, y el reconocimiento al papel de la empresa estatal cubana en el comercio bilateral, aunque su implementación se ha visto afectada por la propia vigencia del bloqueo.

“Cuba ha reiterado la importancia de que el Presidente use sus prerrogativas ejecutivas al máximo de sus posibilidades para continuar introduciendo cambios en la política, con lo cual haría una contribución a la continuidad del proceso actual en el futuro.

“En resumen, puede hacer mucho más por hacer irreversible el proceso de cara al futuro”.

—¿Qué lugar cree que ocupará el cambio de política hacia Cuba en su legado en la Casa Blanca?

—Haber promovido un cambio en la política hacia Cuba, que fue aplicada por 10 de sus predecesores, indudablemente quedará en la historia y formará parte del legado del presidente Obama en política exterior.

“Por esa razón, y también por la resistencia de Cuba y su pueblo, y por el reconocimiento del fracaso de una política implementada por más de cinco décadas, del daño que esta provocó a la población cubana y del aislamiento que le causó, sobre todo en América Latina y el Caribe, el 17 de diciembre tuvo un alto nivel de trascendencia, tanto dentro de Estados Unidos como a nivel global. El mun­do reconoce lo que se ha hecho, pero está consciente de que se puede hacer mu­cho más y hace escuchar su parecer cada año en la ONU con su rechazo al bloqueo”.

—¿Qué impacto tendrá el resultado de las elecciones en las relaciones con Cuba?

—Se esperaría que quienquiera que sea el próximo Presidente de EE.UU. actúe en correspondencia con el sentir de la inmensa mayoría de la opinión pública de EE.UU., que por amplísimo margen apoya el curso actual de la política hacia Cuba.

—¿Qué podemos esperar de una “normalización de las relaciones con Estados Unidos”? ¿Es posible?

—A mi modo de ver, aunque un día se re­suelvan todos los temas pendientes, in­cluido el bloqueo y la devolución del territorio ocupado ilegalmente en Guantánamo, para que haya relaciones normales Estados Unidos también tendría que renunciar a su pretensión histórica de decidir y controlar el destino de Cuba. De lo contrario, no será posible que haya relaciones normales.

“En todo caso, se pudiera alcanzar una relación de convivencia civilizada, basada en el respeto, que no se centre en las diferencias, las cuales seguirán existiendo, sino en los beneficios que pudiera aportar a ambos países y pueblos”.

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