carlos rafael miranda cdr

Fidel es Cuba porque es el pueblo que continúa queriéndolo y dispuesto a seguirlo en todas las batallas, expresó hoy el coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), Carlos Rafael Miranda.

 

En acto político en homenaje póstumo al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, Miranda hizo referencia al liderazgo de Fidel durante su etapa universitaria, cuando junto a un grupo de jóvenes abnegados no dejaron morir al Apóstol Nacional, José Martí, en el año de su centenario.

 

Asimismo, añadió que estos ideales de lucha también hicieron que el Comandante en Jefe asumiera la causa de los desposeídos en el Moncada y luego en la Sierra Maestra combatiera por lograr la soberanía del país.

 

Durante el tributo celebrado en la Plaza de la Revolución Antonio Maceo, de esta ciudad, el líder de los CDR también se refirió a la génesis de esta organización de masas, un 28 de septiembre de 1960.

 

Esa noche nacieron los CDR, auténtica creación de Fidel y organización genuinamente popular, aseveró.

 

Miranda también recordó los momentos más significativos de la historia de la Revolución cubana donde los CDR tuvieron un papel protagónico, siempre bajo la guía de Fidel Castro.

 

Sus oportunas críticas y alertas, convirtieron a la organización de masas del país en una fuerza del pueblo, eso son los CDR, verdaderos representantes de la sociedad civil socialista, añadió.

Miranda, en representación de más de ocho millones de cubanos que integran la organización, ratificó el compromiso de los CDR de continuar la obra de la Revolución cubana, cimentada en los valores de Fidel Castro.

 

Asimismo, aseguró que hoy tenemos la convicción y el orgullo multiplicado de que en cada revolucionario y luchador por la justicia de este planeta hay un Fidel.

 

Hasta la victoria siempre Comandante, su consigna seguirá siendo la nuestra, exaltó.

Palabras de Carlos Rafael Miranda Martínez, Coordinador Nacional de los Comités de Defensa de la Revolución

 

Querido General de Ejército;

 

Invitados;

 

Pueblo de la heroica Santiago;

 

Compatriotas:

 

Fidel es Cuba, desde su temprano liderazgo estudiantil en la Universidad de La Habana, cuando una generación de jóvenes abnegados levantó contra la oscuridad sus antorchas para no dejar morir al Apóstol en el año de su centenario. Desde el Moncada, donde asumió la causa de las grandes mayorías desposeídas y explotadas, de los pobres de la Tierra a los que se refirió Martí, y salió a combatir, decidido a arriesgarlo todo por ellos.  

 

Fidel es Cuba desde el Granma, la Sierra, la Caravana de la Libertad, donde tantos lo vimos pasar vigoroso, erguido y gigante; desde Girón y “los días luminosos y tristes” de la Crisis de octubre.

 

Fidel es Cuba porque Fidel es el pueblo, que continúa queriéndolo y dispuesto a seguirlo, como en las grandes batallas. ¿Qué cubano no conserva para sí en su casa, en su mesa de trabajo, en su cuarto, en su altar personal, una imagen de su líder? Él entró para siempre en nuestras vidas y pasó a formar parte de nuestra familia.

 

Fidel sigue estando junto al pueblo: entre la multitud en la Plaza, en las escuelas con los estudiantes, a pie de obra con los constructores, en el surco y en la fábrica con los que sudan la camisa, entre nuestros soldados y nuestros médicos, entre los intelectuales, maestros, científicos y deportistas, que continúan haciendo una Cuba mejor para todos.

 

Él está en lo más puro de cada uno de nosotros, en el espíritu solidario del internacionalismo que nos inculcó, en esa capacidad de dar amor que ha llevado al sacrificio a tantos cubanos, dispuestos, incluso, a entregar sus vidas por defender una causa noble.

 

Fidel es un país. Nada consiguieron en su pretensión de intimidar al pueblo reunido que esperaba por él, aquellos petardos que explotaron la noche del 28 de septiembre de 1960.

 

“Vamos a establecer un sistema de vigilancia colectiva” “están jugando con el pueblo y no saben la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo”, expresó dirigiéndose a la concentración popular, que entonces le manifestó su respaldo unánime con una cerrada ovación.

 

Esa misma noche nacieron los CDR, auténtica creación de Fidel, organización genuinamente popular que solo seis meses más tarde desarticularía a los elementos que pretendieron servir de quinta columna a la brigada mercenaria derrotada en Girón.

 

Es simbólica la manera en que 50 años después, Fidel evoca los momentos fundacionales de los CDR y los relaciona con el protagonismo de la organización en múltiples batallas sostenidas por nuestro pueblo desde entonces hasta hoy. El 28 de septiembre de 2010, afirmó:  

 

“…los que vienen aquí y ven el esfuerzo que está haciendo nuestro pueblo en medio del hostigamiento del imperialismo, se admiran y se asombran de lo que un pueblo pequeño frente a tantos obstáculos es capaz de hacer.”

 

¡Y gracias por los petarditos, porque nos han valido de mucho (…)! Y gracias porque ha servido para probar el temple que tiene nuestro pueblo, para probar el valor de nuestro pueblo… ¡Cada uno de nosotros somos soldados de la Patria, no nos pertenecemos a nosotros mismos, pertenecemos a la Patria!

 

¡No importa que cualquiera de nosotros caiga, lo que importa es que esa bandera se mantenga en alto, que la idea siga adelante!, ¡que la Patria viva!”

 

Su orientación, su guía, sus oportunas críticas, sus alertas, convirtieron a la mayor organización de masas del país en una fuerza pujante de pueblo, firme, altruista, combativa, solidaria, depositaria de los valores humanos creados por la Revolución. Eso son los CDR, verdaderos representantes de nuestra sociedad civil socialista.

 

En cada joven mayor de 14 años que ingresa a la organización, en cada gota de sangre que se dona voluntariamente, en cada convocatoria a participar en planes de vacunación, procesos electorales, consultas populares, en cada trabajo voluntario, ahí están los Comités y, por supuesto, ahí está Fidel.

 

La historia recordará que fue el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana el primero en donar sangre para los damnificados del terremoto de Perú, en 1970. Todavía se conservan las imágenes de una multitud esperándolo en el Banco de Sangre de la calle 23 del Vedado. Como en todo, ese día su brazo fue el primero.

 

Su ejemplo personal y sus valores humanos son nuestro “chaleco moral”. No se podría hablar de honestidad, responsabilidad, sentido patrio, antimperialismo y altruismo, sin mencionar a Fidel. Esos son nuestros baluartes, los que nos protegen y auxilian en el barrio, en la cuadra, y los que nos impulsan día a día a seguir luchando.

 

Fidel somos todos. Ocho millones y medio de cubanas y cubanos me acompañan esta noche, todos los cederistas. En nombre de ellos hablo. En nombre de los jubilados y las amas de casa, del médico, del policía, de los jóvenes y los estudiantes, de los recién graduados, de los carpinteros y los albañiles, de los artistas, en fin, de cada uno de los que conformamos la comunidad, de la gente sencilla de nuestros barrios.

 

Durante los últimos días, hemos estado unidos en el dolor por su pérdida física, pero también en el compromiso. Si algo nos dijo siempre Fidel fue que cuidáramos la unidad. Por eso hemos refrendado con nuestras firmas al pie de su concepto de Revolución el juramento de seguir sus ideas y cerrar filas junto al Partido y a Raúl en la construcción de un socialismo próspero y sostenible.

 

Masivamente salimos a acompañarlo en su recorrido de la victoria, ahora de regreso a Santiago. Viéndolo nuevamente pasar, al cabo de casi 58 años del paso triunfante de los rebeldes hacia La Habana, constatamos orgullosos lo que ha sido la Revolución para cada uno de nosotros, y todo lo que Fidel ha significado en nuestras vidas.

 

¡Yo soy Fidel!, ha proclamado en estos días, desde lo más íntimo, cada cubano digno. Hoy tenemos la convicción y el orgullo de que, multiplicado en millones, en cada revolucionario y luchador por la justicia de este planeta hay un Fidel.

 

¡Hasta la victoria siempre, Comandante!

 

Su consigna seguirá siendo la nuestra:

 

¡Patria o Muerte!

 

¡Venceremos! (Exclamaciones de: “¡Viva Fidel” y “Yo soy Fidel!”)

 

Fuente: Cubasí

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