artistas montañas cantoDurante la semana, la brigada cultural se ha presentado en poblados de El Salvador, Paraguay, Caimanera, Manuel Tames y Yateras, para culminar este fin de semana en los municipios de Maisí y Baracoa.

Llevan sus guitarras cual mochilas al hombro y espantan con sus canciones, el desaliento.

Van loma arriba con la certeza de que su obra es la más importante: sembrar alegrías en medio de las penas y alentar con su arte, la confianza y el humanismo de esta nación, con todos y para el bien de todos.

Como Martí, cantan a todo lo bello, encienden el entusiasmo por todo lo noble, admiran y hacen admirar todo lo grande.

Son Pepe Ordaz, Eduardo Sosa y Annie Garcés, quienes convocados por el Consejo de la Administración Provincial, las autoridades de Cultura y junto a una tropa de actores, músicos y escritores de la Asociación Hermanos Saíz, durante la semana visitan las comunidades más afectadas por el huracán Irma en la provincia, y culminan su recorrido este fin de semana, en Maisí y Baracoa.

Comparten el trago de café y las guayabas, y las naranjas dulcísimas compradas por el fotógrafo del equipo justo antes de serpentear la vía más peligrosa camino a Yateras.

Ya en tierra, húmeda por las lloviznas que a intervalos sorprenden a la brigada cultural Cabalgando con Fidel, el escenario es el patio de la escuelita primaria República Democrática de Corea, enclavada en la comunidad Buena Vista, en la propia cabecera yaterana.

Uno a uno, van apareciendo lugareños y personitas con rostros felices a quien Pepe Ordaz les regala Alex, una de sus canciones más entrañables y que habla de amigos y de tardes felices entre sueños infantiles.

Allí, monte adentro, los artistas se convierten en uno más de los habitantes del caserío rural.

Ya no son los que aparecen por la televisión ni cantan “la canción de Fidel”. Ahora son yateranos, guantanameros, cubanos que intentan acercar la fe a los más necesitados.

artistas montaña canto2El público de la serranía guantanamera afectada por Irma agradece con cariño las presentaciones de los reconocidos artistas nacionales.

Durante esa hora, al menos los de allí no recuerdan los vientos feroces e iracundos de Irma. Solo retumban melodías trovadorescas, sones montunos y la Yolanda, de Pablo, que es la declaración de amor de muchos.

Unidos como una gran familia, todos sonreímos, nos detenemos ante el poema Nada, de Nicolás Guillén, y la conga de Yoyi nos sacude el cuerpo.

Al filo de la tarde, Sosa rememora anécdotas de sus primeros años de vida en el poblado Tumba Siete, del Segundo Frente santiaguero, mientas Annie, su discípula, le hace honores interpretando Mañanitas de montaña, creación del juglar.

Es que “ayudar al que lo necesita no solo es parte del deber, sino de la felicidad”, dice el Maestro, y van felices y agradecidos en su expedición de esperanza por las montañas del Guaso predicando también las enseñanzas de otro gran cubano, ese Comandante que cabalga junto a nosotros, eternamente.

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