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laborde pintor

Desde lejos se distinguen vagamente. Son obras conservadas a duras penas, formas humanoides que se mezclan con vestigios del mar, textos reflexivos que obligan a los curiosos transeúntes de la calle Calixto García entre 11 y 12 Norte, a voltear la mirada y dejarla fija: ese es el efecto que causa el hogar de Ángel Laborde Wilson, personaje singular de Guantánamo.

 

En su casa-taller devenida galería y trinchera, lo encontramos. El pintor de las caracolas, como muchos le conocían por recurrir casi constantemente a estos seres en sus cuadros: “llámame Espiral Laborde” me dijo y comenzó la entrevista…

 

De la génesis

 

“Si la Revolución hubiera tardado un poquito más, no sé quién sería hoy, a ella le debo casi todo”, así comienza Laborde y cuenta cómo el hijo de humildes estibadores de azúcar del desaparecido central Romelié, en Manuel Tames, se convirtió en pintor.

 

“Mis primeros pasos los di con el maestro Santiago Fabre “Chago” (retratista, caricaturista y profesor de artes plásticas), él fue alumno del reconocido pedagogo Francisco de Paula Villalón y me enseñó elementos básicos de dibujo y retrato en la academia Mariana Grajales, ubicada en el local del hoy teatro Guiñol.

 

“Por eso llegué a la Escuela Nacional de Artes (ENA) con buena técnica, y solo la perfeccioné gracias a profesores como Adigio Benítez, Servando Cabrera, Lesbia Vent Dumois, entre otros de renombre.

 

“Aunque debo aclarar que desde antes en 1955 ya había hecho mi primera expo colectiva como aficionado, luego triunfó la Revolución y entonces pude aspirar a ser profesional.

 

“De aquellos años nunca olvidaré el tiempo que estuve alfabetizando por los poblados de Arenal, Palenque y Arroyo del Medio en el Oriente desde la brigada número 110 Conrado Benítez García. Como era pintor dibujaba las letras grandes para que se vieran mejor a la hora de imitarlas y leerlas, y fue súper efectivo, sobre todo para uno de ellos: Antonio Rodríguez, quien siempre me agradeció el haberle enseñado a firmar con el nombre.

 

“En 1967 me gradué de la ENA y comencé a buscar un estilo más personal. Durante ese periodo tuve la oportunidad de ir a estudiar cerámica en la Escuela Superior de Artes Industriales de Praga, en Checoslovaquia, de 1974 a 1976”

 

“Allá estuve a cargo del grupo de cubanos que estudiaban en ese país, participé del 5to Encuentro de Juventudes de Capitales de Países Socialistas y di clases en la capital checa a los hijos de los diplomáticos.

 

“De regreso realicé varios talleres de cerámica y fui parte de los creadores del Grupo Antillano con Rogelio Martínez, Rafael Kennedy, Ramón Haití, y otros para difundir nuestras raíces. También hice caricaturas para revista humorística Palante, la revista Verde Olivo y el periódico Juventud Rebelde”.

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Cubanía y espiralismo

 

Más de 50 años lleva Laborde comprometido con las artes plásticas, tiempo en el que ha dado solidez a una técnica única, que aún con marcada influencia foránea no pierde la esencia propia, basta con observar cuadros como La Guayabera con esa sensación de estar como moviéndose o Mariana Grajales, retrato vívido de una mujer de acero.

 

Expresionismo, romanticismo, surrealismo, realismo mágico, vanguardismo se entrelazan en el quehacer del autor, siguiendo la línea de pintores como Picasso, Wilfredo Lam, Amelia Peláez, en el contraste de colores templados, para mover a la reflexión, a la espira-visión, comienzo y final de todo.

 

“Mi arte se basa en el espiralismo creativo. Combino esa forma singular presente en la polimita guantanamera, el guamo, el oído, el universo, las galaxias, el café, el pensamiento, al bailar, en el tiempo y le pongo rostros de mujer mestiza, latinoamericana de forma lógica y original.

 

“Utilizo por eso una técnica mixta, lo mismo dibujo sobre papel o lienzo que cultivo otros géneros plásticos como la escultura, de hecho en Cárdenas, Matanzas, hay una pieza mía llamada Ambiente de Paz en la plaza Malakoff.

 

“También trabajo la cerámica, uno de mis hobbies predilectos, al punto que he realizado investigaciones sobre el origen de esta, que se remonta a nuestros ancestros aborígenes, e incluso sobre la relación de Martí con dicha manifestación, aludida en varios escritos.

 

“Precisamente esa investigación me ha aportado cierta postura científica ante el arte que lo críticos remarcan de mis obras. Ello también se lo debo al maestro Sergio Bernuto, Licenciado en Historia del Arte, quien me educó en cómo analizar desde el punto de vista formal y conceptual las creaciones artísticas y con esos conocimientos trato de exponer mi visión del mundo.

 

“La espiromanía me inspira incluso a escribir poesía y artículos para los medios de comunicación, donde ilustro sobre la diversidad cromática que hay en la naturaleza.

 

“Alguien dijo en una ocasión que mi obra era sinónimo de encuentro, reconocimiento, descubrimiento, donde convergen líneas curvas, ángulos, profundidades, estrecheces, carne y piedra, luz y tinieblas, lo momentáneo y lo eterno, como expresión de la unidad y diversidad que caracteriza al mundo, y eso es quizás porque veo en mí, un recreador del mundo visual o no”.

 

“Pienso en ello y recuerdo como todo empezó en 1967 cuando en Isla de la Juventud pinté mis primeros crustáceos, con grandes molares y pinzas. No imaginaría yo que poco a poco al ir adentrándome en el universo marino el viaje se convertiría en una inacabable vuelta en espiral.

 

“Desde ese momento caí preso de esa tendencia, que asocio al sonido, los caracoles, la Venus, Lezama Lima, Alejo Carpentier, Frei Betto, Da Vinci, Hokusai (pintor japonés), Carlos Marx, Guillermo Collazo, Eustacio Rivera, Leonardo Acosta…permitiéndome plasmar sin grandes artilugios la concepción de país, familia y vida que tanto buscaba.

 

“Hoy mis creaciones están en plazas, parques, instituciones de Cuba y el mundo. La ciudad checa Bechyně, muestra 8 piezas con carácter permanente. En el Hotel Porto Santo de Baracoa hay dos esculturas y dos murales míos, mientras que en la sede de Danza Fragmentada yace mi Danza universal, fuente de las caracolas, que representa tres mujeres en busca del infinito.

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Legado ¿imperecedero?

 

El trabajo de Ángel Laborde, en mi opinión, bien podría considerarse entre los más notables del siglo XX, por su gran aporte al desarrollo artístico cubano.

 

Once escuelas de Guantánamo, Santiago de Cuba, Isla de la Juventud, La Habana, testimonian ese legado pedagógico entre cuyos discípulos estuvieron Reinaldo Miravalles (principal actor de la película El hombre de Maisinicú) Cuqui Ponce de León, fundadora de la TV nacional, y Daniel Núñez Juárez.

 

Reconocido con la Distinción por la Cultura Nacional, agasajado por la dirección nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, Laborde actualmente apenas trabaja por falta de materiales y condiciones para hacerlo, sin embargo, ni un rasgo de desesperanza cruza por su rostro:

 

“En mis más de 70 años siempre traté de ser un artista apegado a mi tiempo, de hacer una obra que apelara a lo humano, a lo social… y así lo seguiré haciendo, porque aún me quedan más vueltas en mi espiral, y mientras cuente con el amparo de las caracolas, permaneceré pintando”.