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investigador tumba francesaLa Reina de la tumba francesa Pompadour Santa Catalina de Ricci, Eleuteria Ramírez Lara, junto al Doctor en Ciencias Manuel Coca Izaguirre.

Manuel Coca Izaguirre siente admiración por la Pompadour Santa Catalina de Ricci, por mantener sus tradiciones más vigentes, al comparar las tres tumbas francesas de Cuba. Con ella y por ella, este santiaguero llama “mi primer hijo varón” a su reciente libro Entre toques y bailes, los cantos, La Tumba Francesa de Guantánamo (Editorial El Mar y la Montaña, Guantánamo, 2017).

 

El Doctor en Ciencias confiesa: “Yo también soy toque, baile y canto”, cuando habla acerca de esa experiencia de estudio e intercambio de varios años. Agradece el interés público por el impreso, al contestar preguntas sobre el tema, desde México, donde imparte cursos en el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (Cuaad), de la Universidad de Guadalajara.

 

Valora que "el éxito de las generaciones del futuro está en la trasmisión, en el presente, del conocimiento del pasado", cuando en el texto pasa revista a las referencias anteriores a ese fenómeno cultural en la literatura y las investigaciones.

 

Él aprende con mayor detalle las letras, motivado, según escribe por "los pocos estudios sobre los cantos que se interpretan, a pesar de constituir un reservorio de aspectos relevantes de la historia del grupo y su contexto (característica más importante de la oralidad)".

 

El investigador habla de las raíces                              

 

Siempre nos seguirán las historias de nuestros padres y abuelos. Solo así estamos preparados para enfrentar un mundo que nos aleja cada vez más de nuestras raíces. No por gusto los estudiosos, no solo antropólogos culturales, están recurriendo a las historias orales y de vida, memorias individuales y colectivas.

 

Es una forma verídica de reconstrucción de nuestras historias, de dónde venimos, la razón de ser. El reconocimiento de nuestras raíces nos ayudará a entendernos mejor y no dejarnos aplastar por una imaginería fantástica de la tecnología y la industria. El ser humano precisa de su historia para poder andar. Esto nos ayudará a comprender, sentir y transmitir.

 

La trasmisión oral es la que ha permitido que las tumbas francesas tengan más de 100 años de existencia y que hoy se conozcan sus cantos, danzas, música, performance. Estos fueron conocimientos adquiridos por la oralidad e imitación y son los que la harán duradera en el tiempo. Es por ello que uso la frase.

investigador tumba francesa libroPortada de Entre toques y bailes, los cantos, La Tumba Francesa de Guantánamo.

Este tema le motivó desde que era un niño, en su natal Santiago Cuba, según testimonia, y lo reencontró al venir a trabajar en Guantánamo.

 

Luego de varias lecturas y búsqueda me quedó la sensación un tanto amarga de ver el tema poco reflejado en los estudios de estos grupos a nivel nacional. A pesar de ser La Pompadour una importante fuente de consulta, la mayoría de las miradas se iba hacia la “tierra caliente”; a pesar de escuchar en pláticas de estos investigadores que el grupo de Guantánamo era el que se mantenía con las tradiciones más vigentes.

 

Tras defender mi tesis doctoral en la Universidad de La Habana, aunque inscrita en la Universidad de Oriente, mi compromiso con Guantánamo y los miembros de la Sociedad de tumba francesa de mi provincia adoptiva era mostrar su cultura más allá de mi tribunal de Ciencias Literarias.

 

Así surge la idea del libro, hacer visible mis noches de desvelo y devolver el favor de sus atenciones. Muchas han sido las sensaciones: “mi primer hijo varón”, la asunción por parte de sus protagonistas, sus/mis amigos y familiares.

 

Adentrarme en este grupo me ha permitido conocer mucho más de nuestras raíces africanas, haitianas y de nuestra historia nacional. Igualmente me lleva a una sensibilización hacia el patrimonio oral e inmaterial no solo de Guantánamo, sino del oriente de Cuba, región tan rica en su cultura.

 

Ese es el pueblo del que formo parte, la cultura que me caracteriza. Soy el origen de ello y a ello me debo. Los estudios universitarios me permitieron armar un material escrito que reflejara dicha cultura, fue como escribir mi autobiografía desde el otro. Yo también soy toque, baile y canto.

 

A esa indagación me invitaron los doctores Rogelio Rodríguez Coronel, Marta Cordiés, María Eugenia Espronseda y Lázara Menéndez, fundamentalmente, en un espacio donde imperaba la lingüística y literatura más conservadora. Igualmente me aportó muchas herramientas el Proyecto Sociocultural El Garaje y su trabajo comunitario.

 

¿Cómo ve el futuro de esta expresión tradicional, de más de un siglo, "en tiempos de globalización y era digital"?

 

El futuro de la tumba francesa lo veo muy halagador. Incluso, es el sentir que manifiesta la gran mayoría durante las entrevistas. Los miembros de la Sociedad se sienten muy identificados con su cultura y la transmiten a las nuevas generaciones.

 

Lo que para algunos pudiera resultar una amenaza: exposición al turismo internacional y la era digital, se puede aprovechar para su divulgación, reconocimiento y transmisión de conocimientos a personas que no forman parte del grupo, pero que se muestran interesados en dicha cultura.

 

Por otra parte, se precisa que los investigadores publiquemos y divulguemos todo lo que allí acontece. No basta con llevarlo a eventos y a pláticas en espacios académicos y reuniones. Es preciso llevarlo a materiales físicos y ponerlo en mano de sus portadores, ellos sabrán la mejor forma para utilizarlo.

 

Hablemos de la Cátedra de Estudios Afrocaribeños en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas de la Universidad de Guantánamo.

 

La Cátedra de Estudios Afrocaribeños (CEA) tiene su antecedente fundamental en el proyecto “Salvaguarda de las tradiciones culturales de los inmigrantes franco-haitianos en Guantánamo”, aprobado por el Citma en el 2009 (PT – 0422) y que se ejecutó entre el 2010 y 2013.

 

A estos resultados se sumaron las inquietudes de varios investigadores, incluyéndome, y ganó el apoyo de nuestro decano en ese momento, el Msc. Vladimir Naranjo, a pesar de la resistencia de algunas personas y “académicos”.

 

Desde los inicios, generamos vínculos con diversos centros culturales y de investigación de la provincia y el país; así como líneas de estudio en torno a la Sociedad de tumba francesa y otros grupos de raíces africanas. Lo anterior posibilitó varias tesis de diploma, maestría y una de doctorado.

 

Actualmente continuamos materializando ideas por la preservación y divulgación del primer Patrimonio Oral e Inmaterial de la Unesco en nuestro país (ulteriormente se incluyen La Rumba y el Punto cubano), se imparten conferencias y cursos a juristas, trabajadores de la cultura, profesores y estudiantes universitarios (dentro y fuera del país), se asesora una tesis de doctorado en la Universidade Federal Do Rio Grande Do Norte, entre otras acciones.

 

Algo que añadir

 

Adentrarme en este tipo de estudios me creó muchas inquietudes en las que trabajo con la colaboración de antropólogos, semiólogos y estudiosos en el Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño de la Universidad de Guadalajara, la Cátedra de Estudios Afrocaribeños (CEA) y otros centros de Cuba y el exterior, que se reflejarán en resultados para los principales implicados.

 

Por otra parte, exteriorizo en artículos todo lo que me aportaron los tumberos y algunos catedráticos. No hay santiaguero–guantanamero que no haya sentido y quede impactado con un toque de tambor. Yo, como muchos, soy toque, baile y canción.