liannet bailarinaFoto: Ariel Soler Costafreda

Ella amaba el baile y las zapatillas aunque andaba entre caballos de salto y clases de gimnasia rítmica. Quería ser bailarina de ballet clásico pero su estatura y peso se lo impidieron, y no tuvo más remedio que hacer las pruebas de danza en la entonces Escuela Vocacional de Arte de Guantánamo… y aprobó.

Pero cuando llegó el momento del pase de nivel en noveno grado, fue que Liannet Rodríguez Paumier supo no quería hacer más nada, solo danzar, y decidió tomar en serio, con amor y dedicación, dicha expresión artística.

Esta joven, de tan solo 18 años y estudiante de cuarto año del Nivel medio de danza en la provincia, en su corta pero fructífera carrera atesora disímiles premios en competencias para estudiantes: en abril de 2015 asistió por segunda vez a la Fiesta de la Danza, encuentro que cada dos años reúne en Santiago de Cuba a bailarines profesionales de todo el archipiélago, concurso en el conquistó el premio de Interpretación por la obra Disorder 44.8, composición del bailarín y coreógrafo Yoel González Rodríguez, ganador con dicha obra del galardón a la Mejor Coreografía.

“Un premio de interpretación representa lo máximo para un bailarín, demuestra que el trabajo no es vano y que el público y el jurado percibieron la propuesta en detalle. No significa que esté en el nivel máximo de mi carrera, es el impulso para seguir perfeccionándome. Son solo los talones, hay que llegar más allá de la cabeza”, declara.

Para Liannet ha tenido una impronta en su formación la diversidad de estilos danzarios que existen en el territorio. “Guantánamo cuenta con uno de los movimientos coreográficos más sólidos en Cuba, y crecí y me formé viendo la magistral obra del desaparecido Alfredo Velázquez en Danza Libre. Su espiral creativa me sedujo y desde entonces todo tuvo sentido gracias a la danza.

“Sin embargo, me encanta la vertiente contemporánea, pero no me veo bailándola toda mi vida. Me fascina el espectáculo y moverme al compás de la música cubana y los ritmos afrocubanos”, afirma.

Durante estos años en la enseñanza Liannet ha crecido como artista, y agradece la confianza absoluta que ha depositado en ella el bailarín, coreógrafo y director del proyecto Médula, el ya mencionado González Rodríguez.

La constancia en su entrenamiento, sus potencialidades y su perseverancia en este ejercicio la llevaron a ser la más reciente adquisición del joven proyecto profesional. El tabloncillo de la Asociación Hermanos Saíz, lugar donde ensayan, se convierte en un verdadero laboratorio coreográfico en el que Liannet se pule -como “pequeño diamante”- de la mano de Médula.

Como intérprete de la ya aludida Disorder 44.8, la talentosa bailarina participará en la segunda edición del Concurso de Danza del Atlántico Norte y Grand Prix Vladimir Malakhov, un evento de relevancia internacional que transcurrirá desde el jueves hasta el 3 de octubre en la ciudad de Holguín.

En esta obra, ella hace un solo de doce minutos escénicamente fuerte y dramático, donde representa una mujer traumada que despliega un conjunto de emociones: ignorancia y orgullo, arrogancia y actitud irreverente ante las circunstancias diarias.

“Es complicado armar e interpretar bailando un personaje así. Me llevó estudiarlo mucho, nutrirme de personas que veo en la calle y de películas donde sus protagonistas son desequilibrados mentales y buscar las expresiones faciales que requiere esta mujer frente al espejo. Hasta ahora es lo más difícil que me ha tocado hacer. Aún no estoy conforme. La superación es mi reto”, confiesa.

¿Qué pasaría con Lía si consigue un premio en el Malakhov?

“Cuando asisto a un evento no voy pensando en los premios sino en cómo ganar en experiencia y disfrutar lo que voy a hacer. Si obtengo algún premio sería el reconocimiento a mi esfuerzo y la paciencia de Yoel conmigo, pero en verdad me interesan los talleres y el intercambio que pueda generar para mí un evento de esta dimensión.

“Obtenga un premio o no, mis aspiraciones siguen siendo, lejos de formar parte de una compañía prestigiosa y lo que económicamente esto pueda generar o de ser una gran coreógrafa –se siente más intérprete que creadora-, que un día el público me distinga por mi forma de bailar y estilo. Con ese fin ahora y siempre trataré de salir a escena repitiendo una frase del propio Yoel que me ha servido de mucho: Cada vez es la última vez”.

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