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canotaje Reinier Torres (al frente) alcanzó su segundo título en el kayak. Foto: Ricardo López Hevia

Al concluir el canotaje como primera disciplina en los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe de Veracruz, Cuba exhibe su poderío, con ocho cetros y cuatro platas del total de 12 juegos de preseas en disputa. Rendimiento dorado como única divisa en la batalla planteada con México (3-4-4) por la cima deportiva de la región.

Colombia (1-2-2), Venezuela (0-2-5) y Guatemala (0-0-1) completaron el festín, de forma fiel en el caso de cafeteros y morochos a la radiografía de poderío precompetencia.

Debo comenzar por la cubana Amalia Obregón, porque además de ser una de las sorpresas más gratas hasta este minuto, su título en el C-1 a 200 metros (1:02.261 minutos) llegó con apenas un año entrenando dicha modalidad, insertada incluso en Copas del Mundo y certámenes universales, luego de caer el telón en Londres 2012.

Fue una regata de tensión suprema, pues la local Abigail Morales (1:02.464) estuvo al acecho hasta la misma línea de sentencia. La tercera posición correspondió a la guatemalteca Clara López (1:05.059).

Villaclareña, de 20 años y con trayectoria precedente en el kayak, el entrenador Sandor Saurí ahondó sobre sus cualidades: “Amalia tiene una enorme sed de triunfo, por eso le pone el extra a cada sesión. Entra de primera al canal, sobrecumple en ocasiones con los ejercicios orientados y ha adquirido una visión amplia de sus metas. Descuella por su rapidez y explosividad, aunque debe mejorar su técnica de paletada y elevar todos sus parámetros de fuerza, algo a tenor con la brevedad de tiempo en la práctica de la canoa.”

Ya hablábamos con anterioridad de la potencia que le imprime Reinier Torres a las embarcaciones de dueto y cuatro hombres. Pues su unión con Fidel Vargas en el K-2 a 200 metros no podía arrojar otro dividendo que no fuera el cetro. Registraron 35.935 segundos inferiores a los 37.271 de los venezolanos Antonio Oropeza y José Ramos y los 37. 344 de los locales Jordan Salazar y Santos Marroquín.

Con tal rendimiento, ambos accedieron a su segundo vellocino dorado, excelente aporte para reencontrarse con la historia y dejar otra huella cubana sobre las aguas de Tuxpan.

Fuente: Periódico Granma