1 rusia 123455Ha sido el partido de este Mundial que menos he disfrutado, lo confieso. Y no se trata de falta de calidad ni de intención en los equipos de Suecia y Suiza. Pasa por los planteamientos, esquemas, temperamento…

Lo cierto es que el duelo entre la exactitud de Omega, Swiss Army o Tag Heuer, y la fortaleza nórdica lo ganaron los suecos 1-0 con lo justo. Los suecos se probarán en cuartos de final, instancia que no alcanzaban desde la edición de Estados Unidos 1994, cuando vencieron a la Rumanía de George Hagi, Florin Răducioiu y compañía 5-4 en tanda de penales, luego del abrazo a dos en el desafío.

Por cierto, en ese Mundial los suecos, de la Mano de Thomas Brolin, Henrik Larsson, y los demás vikingos, fueron terceros, con sólido 4-0 sobre Bulgaria discutiendo ese puesto. Ahora el pasaporte salió de los botines de Emil Forsberg, el jugador más talentoso de ese once al minuto 66, cuando un disparo suyo encontró la ayuda involuntaria del central suizo Manuel Akanji, cuyo desvío mandó a guardar la Telstar al fondo de las redes custodiadas por Yan Sommer.

Lo cierto es que Suecia, con su rigidez en todas las líneas de bloque milimétricamente colocado, como de pirámide de Giza, culminó primera en su llave con victorias sobre Sudcorea y México (goleada 3-0), para citarse con los helvéticos, quizás de los rivales menos rocosos en estos octavos de final. Así Suecia saltó a la toma de San Petersburgo, y tras los primeros compases de acierto suizo, se hizo de la iniciativa.

Toivonen tuvo dos oportunidades que no pudo materializar, y en el medio campo tenían mayor autoridad, ganando las pelotas medulares, y frenando las intentonas de sus oponentes, aún cuando estos terminaron el primer tiempo con el doble de pases y un 66% de posesión que nada significó en la pizarra, ni siquiera en ocasiones de peligro generadas.

El complementario llegó para maquillar un tanto el choque. Forsberg comenzó a dar muestras de su calidad, involucrándose en cuanta jugada se gestaba. Anhelando la reacción de los suyos, Petkovic echó mano de sus pesos pesados en ataque: Haris Seferovic y Breel Embolo. Este último soltó un disparo que halló la anatomía de Forsberg, clonado en labores defensivas.

Entonces llegaron las modificaciones escandinavas, en busca de defensa e intentando frenar los desbordes de los laterales suizos. En ese rol pisaron la grama Martin Olsson y Emil Krafth, y ciertamente cumplieron su cometido.

Pese al chance de Seferovic en su remate de cabeza. Dos caras distintas de un pictograma de organización y esquemas bien dibujado. Suiza vuelve a quedarse sin combustible en octavos de final, y los suecos, sin Slatan Ibrahimovic, pero sin extrañarlo mucho, acceden a cuartos de final, con victorias consecutivas que no conseguían desde 1958, cuando por esas cosas del fútbol, llegaron a la final.

Su rival de cuartos saldría del vencedor entre Inglaterra y Colombia, duelo que al redactar estas líneas, aún no hallaba definición.Por cierto, con los 64 042 espectadores que congregaron la Arena San Petersburgo se llegó a la cifra de 40 millones desde los albores de 1930 hasta la actualidad. El adiós ilustrativo de esta selección, con el trabajo y entrega del grupo como divisa, la expresó su seleccionador Janne Andersson:


“Fue una sensación surrealista pararse a un lado del campo escuchando a los aficionados que gritaban mi nombre, pero el fútbol es un deporte de equipo y este equipo, para mí, personifica eso. Todos trabajamos muy duro el uno para el otro dentro y fuera del campo.

Sabemos que somos un buen equipo y que nos hemos ganado nuestros éxitos. Estamos muy contentos con lo que hemos conseguido hasta ahora. Pero tenemos que digerir esto rápidamente, ya que tenemos otro partido pronto.

No estamos satisfechos con lo que hemos hecho, también queremos ganar el próximo encuentro”.

(Tomado de Cubasí)

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar