1 uUTqMhl5qgNS4nVYrF8pXgFlorentino Pérez. Foto: 20 Minutos.El color rojizo de su rostro fungió como delator. Florentino Pérez estaba sonrojado. Una arruga ahondó en la cicatriz de su frente, mientras el veterano mandamás del Real Madrid parecía querer incrustar la cabeza en el WhatsApp y salir mediante el móvil a otro mundo donde no existiese la Champions, ni el fútbol, ni aquellos gritos insoportables de “¡Presidente dimisión!” que bramaban en sus oídos.

Las cámaras, amigas del morbo y el cotilleo, apuntaron a la cima del estadio, allá donde siempre se acomoda la crème de la selecta porción de aficionados que acude al palco del Bernabéu. Hicieron diana, con total intención, en la extraña fórmula de “Su Florentineza” de convertir un celular en el asidero ante momentos difíciles. Sin dudas, una novedosa manera de expresar el lenguaje corporal.

Con semblante adusto y pose de engañosa parsimonia, desde hacía minutos Florentino Pérez parecía absorto en su silla presidencial, quizás aturdido por el martillar de la conciencia cuando el Ajax destruyó su imperio blanco con una facilidad pasmosa.

Al finalizarla pesadilla de 90 minutos, casi por obligación, extendió la mano a su homólogo visitante, intentó fingir una sonrisa que fracasó a modo de rictus y partió como una exhalación hacia donde las miradas no pudieran descubrir su inevitable esbozo de culpabilidad.

La conjetura del mea culpa, sin embargo, luce algo improbable tratándose de “Su Florentineza”, a quien casi siempre le pican las malas pulgas cuando aparece rodeado de sus súbditos. Resulta comprensible, entonces, pensar que esta vez el objetivo de su irascibilidad fue Santiago Solari, el ineficiente timonel de una nave a la deriva.

Pocos ignoran en este infausto momento, afortunadamente, que la escandalosa eliminación del Madrid en su torneo fetiche tiene raíz en el mes de agosto y no en el supuesto mal fario pasajero de sus jugadores, capaces de hacer estériles los esfuerzos de toda una temporada en menos de siete días.

El fútbol es un deporte raro. Raro y mágico; o mágico por raro, vaya usted a saber. Los merengues parecían encarar con nuevos bríos la recta final de la temporada, en una práctica nada desconocida de esta generación posterior a la era Cristiano Ronaldo, con el liderazgo inesperado de un brasileño de apenas 18 años (Vinicius); en sus espaldas reposaron, por unas semanas, las esperanzas del club más ganador de la historia.

Sin embargo, hay reglas tácitas que ni siquiera el poderoso Real Madrid puede soslayar. Santiago Solari aguantó mientras pudo la dinámica ganadora; dinámica de supervivencia, ciertamente, de un club que agonizaba, por demás.

Desgraciadamente, en el afán de retomar el vuelo pecó de insensato. Su máximo dislate consistió en convertir en parias a algunos de los jugadores con mayor talento del plantel, en decisión atribuida a la lamentable forma física de los suyos.

1 Vv1xFZnoJ8gDoDMMauIgVQLa marcha de Zidane tras culminar la temporada pasada dejó tocado a Florentino. Sin embargo, el francés ha vuelto. Foto: AS.

En principio, pareció su osadía una demostración de temperamento impropia de los últimos entrenadores que han desfilado por el banquillo del Bernabéu (con excepción de Mourinho, claro está) y, por tanto, aplaudida hasta el hastío por una directiva obsesionada con defender su eslogan de “mano dura”.

Pero la aparente valentía de Solari trajo serias consecuencias. El argentino repitió alineaciones una y otra vez, lo mismo visitara el Camp Nou que el modesto campo de Butarque, para amasar un buen número de victorias y sensaciones de fútbol efectivo antes que el cansancio arremetiera contra los tenaces de cada miércoles y domingo.

Para ese entonces, aquellos que el entrenador fue incapaz de rescatar para la causa — dígase Isco, Mariano, Marcelo o Dani Ceballos — comenzaron a ser víctimas de la tozudez de aquel que no admite reconocer sus errores.

El “indiecito” hizo sus mayores esfuerzos por simular una realidad distinta en conferencias de prensa, mas su elegante prosa argentinizada le resultó insuficiente. Así, tan carente su equipo de gol, solo atinó a enviar a Mariano, su único delantero centro nato, a un sitio lejano al banquillo y otorgarle a Federico Valverde — ¡sí, a ese mismo! — la responsabilidad de actuar como revulsivo en momentos de crisis.

De cualquier manera, que a Solari le quedase grande el cargo no le señala como el principal culpable de una hecatombe previsible. Pensar que todos los entrenadores son malos y que las derrotas representan el resultado de su ineficiencia es un error típico de aficionados cegados por el fanatismo. Tanto Solari como Lopetegui recogieron las cenizas de un proyecto incinerado desde los últimos soles de agosto.

Un equipo que gana tres Champions en tres años merece un crédito importante. Sin embargo, el debilitamiento progresivo de una plantilla completísima (Pepe, James Rodríguez, Danilo, Kovacic, ¡Cristiano Ronaldo!) obligaba a acudir al mercado en busca de jugadores capaces de suplir el vacío dejado por figuras indispensables en los grandes triunfos del último quinquenio.

Florentino Pérez, aquel que llegó a la presidencia con la promesa de arrebatarle a Figo al Barça (cumplida posteriormente contra cualquier vaticinio), parece adormecido mientras los presidentes actuales emulan sus actitudes del pasado.

Quiso a Mauricio Pochettino como entrenador; el Tottenham lo puso difícil y decidió evitar el estrés de una negociación. A Klopp ni lo llamó. Con Allegri conversó y recibió un no como respuesta. Dicen que hasta Wenger se negó. ¿Será que el “presi” blanco ha perdido pedigrí en Europa?

El tuneado del estadio que ahora tiene entre ceja y ceja obliga a una política de ahorros. El PSG le birló a Mbappé, y Hazard ya agotó todas las ideas para insinuarse y pedir su fichaje por el Madrid; todas escuchadas, pero ninguna aceptada. A fin de cuentas, Florentino evita dramas y situaciones rimbombantes. ¡Quien te ha visto y quien te ve, presidente!

Ahora, parece ser, sí ocurrirá la famosa revolución. El señor Pérez quiere volver a ser el de antes y recuperar la confianza de una afición que le cuestiona su displicencia a base de talonario.

La teoría del año sabático cobra fuerza y, después de escribir una etapa de leyenda, el club centrará sus intentos en regresar al sitio al que pertenece. Ha vuelto Zidane como cabezas del proyecto; a priori, el primer puñetazo sobre su buró del presidente. Dicen, además, que al Bernabéu llegarán otra vez los mejores este verano.

Habrá que esperar. Zizou evitó las grandes revoluciones en su anterior etapa y, con una plantilla muy similar, su actitud constituye un enigma. No obstante, nadie olvide que en este dilema el veredicto final lo dicta únicamente “Su Florentineza”.

Tomado de Somos Jóvenes

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