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1remero YoennisHace seis años que Yoennis Hernández Arruez se retiró del deporte activo, pero sigue vinculado al universo atlético, solo que muy lejos de su natal Guantánamo.Seis veces monarca continental, cuarto lugar del orbe en Lucerna 2001 y participante en tres Juegos Olímpicos, el remero es uno de los colaboradores cubanos en Perú, donde funge como el entrenador principal de la selección nacional.

A sus 39 años, vive una rutina bastante compleja en el hemisferio sur, del cual conoce, sobre todo, sus madrugadas. «Antes de las cuatro de la mañana ya estoy despierto y más o menos a esa hora empiezo los entrenamientos con los muchachos.

La mayoría de ellos estudian en universidades y deben ir a sus clases, por lo que no queda otra opción que prepararse sin ver la luz del sol», relata esta gloria del deporte cubano.

Pero más allá de sus tempraneros despertares, habituales desde que aterrizó en Lima el 26 de mayo del 2016, la agenda de Yoennis contiene otros muchos compromisos durante una jornada cualquiera, en las cuales realiza diversas sesiones de entrenamiento que culminan a oscuras. «Preparo a 24 atletas que conforman la preselección nacional y nunca estoy en casa antes de las ocho de la noche. Si sumas, son muchas horas de esfuerzo y poco descanso», reconoce.

Hernández trabaja en el distrito El Callao, específicamente en La Punta, donde tutela a especialistas en remo olímpico y de la modalidad coastal, que se compite en aguas abiertas y en distancias superiores, que oscilan entre los cuatro y seis kilómetros.

«En Perú es habitual el trabajo en las dos modalidades, y en honor a la verdad, el coastal se ha desarrollado más que el remo olímpico, quizá por las propias condiciones para la práctica. Por ejemplo, entrenamos en pistas con mucho oleaje, detalle que no favorece a los competidores clásicos pues siempre enfrentan el viento de lado», explica Yoennis.

-¿Cuánto puede complicar el trabajo esta circunstancia?

-En Perú, el remo no tiene pista todavía para los Juegos Panamericanos del 2019 y la Federación tampoco cuenta con una instalación sede. Por eso debemos entrenar en condiciones algo complejas en Cantolado, donde trabajamos habitualmente. En cualquier lugar del mundo, los carriles están ubicadas a favor o en contra del viento, pero nunca de lado, pues entonces las olas crean un efecto de rebote. Justo eso es lo que nos pasa a nosotros acá en Lima, y justo por eso se ha desarrollado tanto el coastal, donde ya tenemos un subcampeón mundial como Eduardo Linares, con quien he trabajado desde mi llegada.

«Esto no quiere decir que el remo olímpico no avance. Estamos trabajando fuerte y la evolución, aunque más lenta, ya se puede apreciar, sobre todo en la concepción de los equipos. Antes se armaban delegaciones de muchos miembros, sin importar sus verdaderas posibilidades, pero ahora hemos logrado que participen en las principales competencias quienes de verdad puedan obtener resultados».

- La concepción del deporte en Perú es diferente a Cuba porque los clubes tienen una incidencia importante en los destinos de cada disciplina. ¿Cómo influye esta situación en el remo?

-Como te había mencionado, la Federación no tiene una instalación propia y eso ocurre con varios deportes. Por lo tanto, hay que apoyarse obligatoriamente en los clubes. Nosotros, por ejemplo, tenemos un vínculo importante con Regatas Lima, una de las organizaciones más poderosas de la ciudad, con sedes en distintos puntos. Ellos disponen de muchos implementos, desde botes y remos del año hasta ergómetros y gimnasios equipados para desarrollar todos los planos musculares.

«Esta dependencia genera controversias, porque los clubes tienen intereses puntuales en campeonatos de distintos países, y para ellos son más importantes sus regatas que unos Juegos Sudamericanos o Panamericanos. Casi siempre se está a merced de ellos, pero conjuntamente con la Federación hemos buscado puntos de coincidencia para elevar el nivel del remo en el país».

Aprendiendo en un escenario distinto, con nuevas personas y maneras de entender el deporte, Yoennis Hernández crece como profesional. Atrás han quedado sus 16 años (de 1995 al 2011) en la selección nacional de la Mayor de las Antillas, pero sin importar cuál sea su paradero o su misión, mantiene intacta la esencia de trabajar en aras de poner el nombre de Cuba en lo más alto.

Tomado del Granma