Las mujeres cubanas constituyen fuente de inspiración y pilar importante en todas las ramas de la sociedad, independientemente del lugar donde realizan sus siempre valiosas tareas, con demostrada sabiduría, responsabilidad, ternura y el amor que imprimen a cuantas acciones emprenden.
Es frecuente ver a nuestras féminas del campo, en este caso, abonado con sus manos y sudor el desarrollo agrícola y social de sus comarcas, cuyos resultados trascienden fronteras para aportar a otros territorios.
Mayor valor cobra el papel de las mujeres en la campiña guantanamera en particular, y cubana en general, si se tiene en cuenta que asumen numerosas e importantes misiones y tareas sin desatender el cuidado de la familia.
A enaltecer su labor en las comunidades rurales e intricados parajes de la geografía en la más oriental provincia cubana está dirigido este trabajo.
Bien temprano en la mañana es frecuente ver, como este caso en La Maquina, Maisí, llevar a sus hijos a escuelas y círculos infantiles para luego incorporarse a sus compromisos laborales.
Los altos rendimientos que alcanzan producciones de tomate, entre otras, en el Valle de Caujerí, en gran medida se deben al importante aporte de las mujeres.
En la serranía del municipio de El Salvador está enclavado el Centro de Desarrollo de la Montaña. Allí nuestras mujeres hacen ciencia para mejorar los rendimientos de producciones alimentarias.
Con magistral versatilidad integrantes de la danza La Veranes en el consejo popular de Bayate, en El Salvador, divierten con lo mejor de su arte a pobladores de las comunidades donde se presentan, en las cuales igualmente viven.
Con su avanzada edad Petronila Neira, Heroína Nacional de Trabajo de Cuba, sigue siendo ejemplo para las más jóvenes mujeres de la brigada recolectora de café Las Tanias, de la cual fue su jefa fundadora.
Procrear y llevar de la mano la atención a la salud de los hijos es asumido por las mujeres del campo no sólo como un deber de madre, sino además como garantía de continuidad.
En las industrias también se cuenta siempre con las manos de las damas; así se corrobora en la fábrica de conservas del Valle de Caujerí.
A nuestras féminas no hay trabaja que se le resista.
En las escuelas nuestras maestras serranas tratan de formar al hombre del mañana. Constancia de esa afirmación la encontramos en esta escuela cercana a la comunidad de El Jamal, en Baracoa, recuperada de las afectaciones causadas por Matthew.
