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frankestFrankestein, la novela que tal vez inspiró más a generaciones de científicos, por no hablar de todos los progresos logrados en transplantes y marcapasos, cumple 200 años y siguió hasta ahora como punto de referencia médico, recordaron las revistas Science y The Lancet.

Aunque las alusiones no siempre resultaron positivas y la literatura científica está repleta de "alimentos Frankestein", "células Frankestein", incluso de "leyes de Frankestein", más que de especialistas convencidos de poder repetir el experimento descripto en el libro de Mary Shelley.   

En 1828, apenas una década después de la publicación de "Frankenstein o el moderno Prometeo" (según el título de su edición original inglesa de marzo de 1818), ya apareció la primera referencia científica en un artículo sobre la formación de embriones, precisamente publicado en The Lancet, recordó esta revista en Twitter. "Imitamos muchas acciones de la naturaleza, pero podemos esperar algún día imitar también ésta? Y aquí me abstengo de continuar, preocupado de que entre en las cabezas de ustedes la idea que quiero volver real la extravagante obra y llevar a Frankestein del escenario a la realidad", escribía entonces el obstetra James Blundell, el primer médico que realizó una transfusión.   

Science recuerda que no faltaron los que se inspiraron en la novela de Shelley, por ejemplo el inventor del marcapasos, Earl Bakken, que afirmó siempre que le idea le vino tras mirar la película sobre el monstruo resucitado con Boris Karloff.   

El propio Craig Venter, cuyos experimentos sobre vida artificial fueron muchas veces tachados de "Frankesteinismo", se declaró un gran fanático del libro, del que posee una primera edición. Al día de hoy es posible transplantar casi todo, de los miembros a los órganos, por lo que cabe preguntarse si todavía alguien quiere volver realidad la experiencia del libro.   

En 2013 en un artículo en Surgical Neurology International dos investigadores propusieron replicar los experimentos de Giovanni Aldini, el físico italiano de comienzos del siglo XIX que inspiró el libro, sometiendo a descargas eléctricas las cabezas de los cadáveres de algunos ajusticiados.   

Sin embargo sin llegar a replicar lo descripto en la novela, estamos en grado de recrear casi del todo un "monstruo moderno".   

Desde el primer órgano transplantado, un riñón en 1950, se dieron pasos agigantados, y se pueden ahora transplantar tejidos como piel y cartílagos, y hasta se dieron exitosos casos de transplantes de caras e incluso de penes. Solamente faltarían las cabezas, aunque algunos científicos, entre ellos el neurocirujano italiano Sergio Canavero, afirman que sería técnicamente posible hacerlo.   

En el horizonte asoman por otra parte los primeros órganos artificiales, algunos creados en impresoras 3D, y miembros mecánicos cada vez más realistas y conectados al cerebro, que en el futuro podrían "decidir solos" que movimientos hacer para optimizar las prestaciones.
Las experimentaciones en clonación, la última hecha en China con dos simios hace pocos días, dejan entrever posibilidades que seguramente hubieran inspirado a la novelista Shelley.   

"Modificar a los seres humanos se volverá cada vez más fácil, a la par que aumentan los descubrimientos sobre cómo los genes influencian los rasgos fisiológicos. Un día una criatura podría generarse directamente en un útero artificial, con las enfermedades eliminadas por edición genética y características físicas predeterminadas", escribió Science.   

"Pero los científicos advirtieron desde ya que una serie infinita de cosas podrían salir mal durante los procedimientos, lo que podría dar lugar a algo monstruoso. Tal como sucedió con Frankestein", concluyó la publicación científica.