Cuando se trata de Cuba u otros países a los que quiere subvertir, el gobierno de Estados Unidos recurre a métodos que reflejan su “infame doble rasero”, sostuvo este lunes el politólogo argentino Atilio Borón.

En un comentario publicado en el diario Página 12, y que este lunes circula también por las redes sociales, Borón sustenta su dura crítica en la violación que constituyó para la soberanía cubana el plan ejecutado a través de la Agencia de De­sarrollo Internacional de Estados Unidos (Usaid) con la utilización de una presunta ONG con sede en Costa Rica.

Esa operación clandestina, lanzada en 2009, salió a la luz pública luego que la agencia de noticias Associated Press difundiera en días recientes detalles sobre la misma.

En esencia, consistió en enviar a la isla, como turistas, a un grupo de jóvenes de Venezuela, Perú y Costa Rica con el pro­pó­sito de promover la politización y la rebeldía de la juventud cubana contra el Gobierno con el pretexto de participar en un supuesto evento contra el SIDA.

Borón recuerda que para ejecutar esa misión subversiva la Usaid contrató a través de la empresa Creative Associates, con sede en Washington, a Fernando Murillo, jefe de una ONG de derechos humanos de Costa Rica, la FOGY (Fun­dación Operación Gaya Internacional), la cual se puso al frente del ilegal operativo.

La legislación de Estados Unidos —recalca— penaliza duramente cualquier actividad de este tipo que se pudiera impulsar dentro de ese país por orden y cuenta de un gobierno extranjero.

Sin embargo, el infame doble rasero del gobierno estadounidense hace que lo que en casa se considere un crimen merecedor de durísimas sanciones sea una actividad virtuosa cuando se practica en el exterior, sostiene Borón.

El reclutamiento y envío del grupo de jóvenes a Cuba es tan solo uno de los múltiples programas clandestinos que la Casa Blanca utiliza para promover el “cambio de régimen” —un eufemismo utilizado para evitar hablar de “subversión constitucional” o “sedición”— en la isla caribeña, señala el politólogo.

Para eso, se escuda en organizaciones de pantalla como la Usaid, el Fondo Nacional para la Democracia y un sinnúmero de ONG o instituciones de diverso tipo, presuntamente interesadas en la promoción de los derechos humanos, el medio ambiente y el desarrollo.

Fuente: Granma

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