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atentado bélgica 2016

Cada hora que transcurre desde el doble atentado del pasado martes en la capital belga, crece la demanda de información sobre qué falló en el amplio sistema de seguridad que está activado en el país desde los atentados de París en noviembre, al tiempo que la nación, y buena parte del mundo, se conmueve ante la revelación de las identidades e historias de vida de los fallecidos.

Las autoridades belgas afirmaron este viernes que fallaron en el marco de la lucha antiterrorista, al no tratar con suficiente diligencia la información sobre uno de los suicidas del aeropuerto, dentro de una investigación que cada vez deja más claros los vínculos entre los ataques de Bruselas y los atentados de París.

Los ministros belgas de Interior, Justicia y Exteriores tuvieron que comparecer ante el Parlamento nacional para dar explicaciones después de que Turquía revelase que había avisado de la deportación a Holanda de Ibrahim el Bakraoui, uno de los suicidas, sin que el país tomase medidas para frenarle, pese a tener un perfil claro de potencial terrorista.

El titular belga de Interior, Jan Jambon, admitió que hubo negligencia en la gestión del caso de el Bakraoui, y consideró "inaceptable" que no se hiciese "nada esencial" entre su detención en Turquía y su deportación a Holanda, reporta EFE.

Anunció la apertura de un expediente disciplinario al funcionario de enlace de la policía belga en Turquía por este caso.
Ibrahim el Bakraoui figuraba junto a su hermano Khalid, que se suicidó en el atentado contra el metro en la estación de Maelbeek, en una lista de vigilancia antiterrorista de Estados Unidos.

Francia también tenía identificado a algunos de los terroristas que participaron en los ataques, mientras que España ha dicho que poseía "alguna información" al respecto.

Bélgica ha abierto otra investigación para determinar si es cierto que la policía de Malinas, en la provincia flamenca de Amberes, obtuvo en diciembre información que no compartió con la Policía federal sobre el escondite del presunto cerebro del aparato logístico de los atentados del 13-N en París, Salah Abdeslam, detenido hace una semana tras cuatro me­ses en paradero desconocido.

Más allá de las deficiencias en el intercambio de información y en el tratamiento de los datos disponibles, lo que cada vez queda más claro es que los atentados del martes y los de noviembre en París, que dejaron 31 y 130 muertos, respectivamente, fueron cometidos por miembros de una o varias redes conectadas entre sí.

La comunidad musulmana belga, por su parte, comienza a tomar sus propias acciones. "Ya hemos condenado bastante, ahora hay que actuar", fue una de las frases escuchadas durante la tradicional oración semanal, la primera desde los atentados, en la Gran Mezquita de Bruselas, donde lanzaron un mensaje de paz y prometieron luchar contra la radicalización.

"Hoy mismo lanzamos un programa contra la radicalización, sobre todo la de los jóvenes. Tenemos que intentar acercarnos a la población", dijo Ndiaye Mouhameth Galaye, uno de los dos imames de la mezquita, citado por AFP.

"Hay mucha gente que mezcla terrorismo, islam y musulmanes. Ponen a todo el mundo en el mismo saco y es una mentira", dice indignada Dina Carballo el Assili, una estudiante de enfermería de 19 años que asiste a la oración. "Un terrorista que dice 'Allahu akbar' mancilla el nombre de Dios", recuerda, citando el Corán.

A la frustración de los musulmanes de ser señalados con el dedo, se une la realidad evidente de que los atentados no discriminan entre religiones.
Lo demuestra la dramática muerte de Loubna Lafquiri, una belga musulmana de 29 años, profesora y madre de tres hijas, cuya muerte en la explosión del metro ha conmocionado a todo el país y se ha convertido en símbolo de la masacre.

Entretanto, más de mil personas participaron ayer en una concentración en la capital belga para recordar a las víctimas del doble atentado del martes.
La concentración se hizo frente a la Plaza de la Bolsa, en el corazón de la ciudad, el lugar donde de forma espontánea la gente ha dejado velas, flores, mensajes, retratos de fallecidos y banderas desde la tragedia.

El acto comenzó con un minuto de silencio, seguido por una suelta de globos blancos, que se elevaron hacia el cielo mientras todos los congregados rompían en un fuerte aplauso. "Solidaridad para siempre, la unidad nos hará fuertes", cantaron a continuación a coro muchos de los presentes.

La iniciativa, organizada a través de internet, reunió a un heterogéneo colectivo de distintas razas, nacionalidades, religiones y edades con un único mensaje de paz reflejado en decenas de pancartas y eslóganes.