vuelo-egipto1Restos del avión tomado de un video de las autoridades egipcias. Foto: Egyptian Armed Forces via AP

El terrorismo se ha incrustado en la realidad de Occidente con el perfil de un espectro que acecha a cada momento. Dentro de las incertidumbres que aún rodean la investigación para determinar las causas de la caída del vuelo MS804 de la compañía Egypt Air que se estrelló en el Mediterráneo luego de salir de París con rumbo a El Cairo la figura del acto terrorista no pierde vigencia.

 

No se descarta aún la pista terrorista, empezando por la sospecha de que empleados del aeropuerto Charles de Gaulle pudieron actuar como base local. La Gendarmería del Transporte Aéreo está estudiando el perfil de los empleados del aeropuerto con acceso a los aviones y de los pasajeros que tomaron el vuelo.

 

Ayer el Ejército egipcio anunció que habían localizado restos humanos y restos del Airbus A320 de Egypt Air que partió de Francia y desapareció del radar la madrugada del jueves con 66 personas a bordo. Asientos del aparato, maletas y otros objetos personales de los viajeros fueron identificados flotando sobre las aguas del Mediterráneo a unos 290 kilómetros de la costa de Alejandría, en una zona situada al sureste de la isla griega de Kárpatos.

 

Antes de esta catástrofe, el muy discreto responsable de los servicios franceses de inteligencia, la DGSI, Dirección General de la Seguridad Interior, Patrick Calvar, confirmó ante la Comisión Nacional de las Fuerzas Armadas de la Asamblea Nacional que el desmantelamiento de las células que perpetraron los atentados en Francia en 2015 y en Bélgica en 2016 no ha neutralizado el peligro. Muy por el contrario, el resumen de la audiencia del responsable francés en la Asamblea Nacional hiela la sangre. Según expresó Patrick Calvar, Francia es “hoy el país más amenazado”, tanto por el Estado Islámico como por Al-Qaeda, la cual “busca restaurar su escudo”.

 

El análisis ofrecido por Calvar deja un panorama plagado de amenazas. “Sabemos que el Estado Islámico está planificando nuevas acciones utilizando sus combatientes en la zona, a través de las rutas que facilitan los accesos a nuestro territorio”, señaló el jefe de la DGSI. Calvar adelantó que “el Estado islámico se encuentra en una situación que lo conducirá a intentar golpear lo más rápida y fuertemente posible: la organización atraviesa por dificultades militares en el terreno y, por consiguiente, querrá despistar y vengarse de los ataques de la coalición”.

 

Francia es, de hecho, el país europeo más amenazado por el yihadismo. Encabeza una ofensiva militar contra los yihadistas en el Sahel con unos 5.000 hombres desplegados en los territorios de Mali y la República Centroafricana, también participa en la contraofensiva en Siria y en Irak, allí precisamente donde se encuentra el foco radical desde donde se planean los atentados en Francia. En el plano interno, la movilización es absoluta. Hay 10.000 soldados movilizados y el estado de excepción ha sido prolongado hasta el 26 de julio, o sea, cuando terminen los dos eventos deportivos más importantes del año, la Copa de Europa de Fútbol y la vuelta ciclista a Francia, el famoso Tour de France.

 

Es poco común que un responsable como el jefe de la DGSI se pronuncie en estos términos, tanto más cuanto que su declaración aportó detalles sobre la forma que podrían revestir los eventuales atentados. Calvar recordó que si bien los atentados perpetrados el 13 de noviembre de 2015 en París fueron protagonizados por kamikazes armados con fusiles Kalachnikov, en el futuro Francia podría ser objeto de “una nueva forma de ataque: una campaña terrorista caracterizada por el depósito de artefactos explosivos en lugares donde se reúne una multitud importante.

 

Ese tipo de acción se multiplica para crear un clima de pánico”. La misma fuente declaró que se había constatado un “estancamiento” de los candidatos al yihadismo que viajan a Siria e Irak y, al mismo tiempo, una aceleración de los “retornos hacia nuestro suelo”. Calvar suministró así mismo una información inédita: la existencia de 400 menores de edad franceses presentes en los territorios del Estado Islámico, de los cuales “dos tercios se encuentran con sus padres mientras que el tercio restante son niños que nacieron en el lugar y que tienen menos de cuatro años”.

 

El patrón de los servicios secretos destacó que esos niños están “entrenados, instrumentalizados por el EI”. Los yihadistas operan desde Siria e Irak a partir de una articulación que pasa primero por Turquía y luego, en Europa, por Bélgica. El responsable francés reveló que actualmente hay 645 franceses en Siria e Irak.

 

Otros 240 volvieron a Europa y poco más de 200 se encuentran desplazándose entre Medio Oriente y el Viejo Continente. A este ya complejo panorama se le suma otro actor de la crisis: los yihadistas no parten solamente a Siria e Irak, sino también a Libia.

 

Ninguna de estas declaraciones conducen por el momento a legitimar la hipótesis de que el vuelo de Egypt Air fue víctima de un atentado diseñado a partir de un eslabón débil incrustado en el aeropuerto francés. Allí trabajan unas 85 mil personas y luego de los atentados de 2015 un poco más de 70 empleados vieron sus accesos a las zonas sensibles restringidos. Cifras oficiales dan cuenta de que, en Francia, unas 9. 000 personas están catalogadas con una ficha “S” con la cual se designa a los individuos que están bajo supervisión por haber dado signos de radicalización. Esa vertiente del yihadismo es la que más preocupa hoy a los responsables de la seguridad en Francia.

 

En este sentido, Calvar declaró que le tenía “más miedo a la radicalización que al terrorismo. Esa radicalización en constante aumento terminará por distorsionar los profundos equilibrios sociales, y esto sí que es mucho más grave”. ¿Falla técnico o terrorismo? Las dudas acerca de lo que ocurrió con el vuelo MS804 son tanto más persistentes cuanto que, según los especialistas, si fuese el Estado Islámico u otro grupo afín el que está detrás de la catástrofe habría hecho estallar el avión en territorio francés y no en Grecia.

 

El terrorismo busca ante todo obtener una repercusión mediática máxima con sus acciones y un avión que se estrella en el espacio aéreo de Francia o sobre París impacta mucho más que en el Mediterráneo. La idea de un misil lanzado desde tierra también ha sido descalificada por los expertos ya que ninguno de los grupos que opera en Oriente Medio cuenta con misiles capaces de alcanzar un avión que vuela tan alto (37.000 pies). La respuesta está, por ahora, en el fondo del mar y tomará cuerpo a medida que los restos del aparato liberen la información que contienen. Los restos de un avión son testigos que hablan cuando los expertos saben extraerles sus secretos.

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