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donald-trump1Donald Trump. Foto: AP.

La propuesta de muro hecha por el aspirante repúblicano a la Casa Blanca, Donald Trump, para evitar la migración de latinos en la frontera con México, sería un verdadero desastre ambiental más allá del impacto político.

 

El Servicio de Pesca y Fauna Silvestre de Estados Unidos señaló en un documento reciente que dicha muralla podría impactar en 13 hábitats en situación crítica, 108 aves migratorias y cuatro refugios de vida silvestre El proyecto tendría un impacto negativo en 111 especies en peligro de extinción, así como criaderos de peces y un número desconocido de humedales (pantanos) protegidos, según la agencia estadounidense.

 

En un informe llamado “Trump Wall” (Muro de Trump), la entidad señaló que las especies más afectadas serían el jaguar, el lobo gris, el manatí antillano, las tortugas verde, carey Kemp Ridley, laúd, boba, así como el águila calva, símbolo nacional estadounidense.

 

Desde junio del 2015, Trump anunció que planea construir un muro en la frontera con México que costaría entre 5.000 y 10.000 millones de dólares y que seria financiado totalmente por el país vecino.

 

En caso de negarse, se confiscarían las remesas por 24.000 millones de dólares que los mexicanos envían cada año.

 

Dan Mills, organizador de la iniciativa Borderlands Campaign, del grupo conservacionista Sierra Club, señaló al portal de noticias “ViceNews” que otros proyectos pasados para dividir con muros la frontera descuidaron “ambiente y la salud pública”.

 

La última construcción de estetipo ordenada por el presidente George W. Bush violó 37 leyes, entre ellas la de Aire Puro, la de Agua Potable y la de Especies en peligro, dijo.

 

El de Trump no sería el primer muro que se instala en la porosa frontera entre México y Estados Unidos, que mide más de 3.000 kilómetros y es la más transitada del mundo. De hecho hay ya un tercio de esta zona vallada por todo tipo de barreras.

 

“La vida salvaje ha sido bloqueada por muros que se interponen en sus hábitos migratorios. Sus hábitats se han visto seccionados y fragmentados”, dijo Mills. En 1990, la patrulla fronteriza de Estados Unidos proyectó una muralla de tres metros de altura, que se conoció como “la valla principal”, desde San Diego hasta Tijuana, que cubría los primeros 22 kilómetros de frontera, y que concluyó en tres años.

 

En 1996 se empezó a construir una nueva valla paralela a la primera, conocida como la “valla de doble capa”, pero nueve años más tarde sólo fue posible completar 15 kilómetros.

 

George W.Bush, sin tanta estridencia como Trump, firmó la ley de la Valla Segura en octubre de 2006, al finalizar su mandato que debía medir otros 1.050 kilómetros pero para 2011, tras un desembolso de 2.900 millones de dólares, se completó pero sólo 55 kilómetros eran “de doble capa”.

 

Actualmente, más de la mitad de la valla es de una sola capa y 500 kilómetros están diseñados para interceptar a automóviles, por lo que puede ser traspasada fácilmente.

 

Luego se aprobó la creación de una “valla virtual” con videocámaras, sensores terrestres y radares, para vigilar las incursiones fronterizas, a un costo de 1.000 millones de dólares, pero el proyecto sólo abarcó 80 kilómetros hasta que el presidente Barack Obama le puso fin en 2011.

 

En 2007, un libro patrocinado por el ministerio del Medio Ambiente, el Instituto Nacional de Ecología y el Colegio de la Frontera Norte, titulado “El muro fronterizo entre México y Estados Unidos, una barrera a nuestro ambiente compartido”, evaluó las secuelas del muro propuesto por Bush.

 

En el texto, el experto Héctor Moya señaló que afectaría especies animales como el berrendo (una suerte de antílope), el bisonte americano, el borrego cimarrón (una oveja salvaje), el jaguar, el lobo americano, el ocelote (un tigre mexicano), el oso negro, el puerto espín norteño y la zorra del desierto.

 

Al resumir las conclusiones de varios expertos, Moya dijo que afectaría “el libre tránsito de los animales a través de la frontera”, causaría la “destrucción de sus hábitats naturales” y tendría un impacto negativo la “dispersión, migración e intercambio genético entre las poblaciones”.