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niños estudian en el hogar EEUU

Zion Utsey levanta los ojos de su ordenador para hacer una pausa en sus lecturas para el examen de ingreso a la universidad, y repiquetea los dedos rítmicamente sobre la mesa de madera del comedor.

“Mire, es el tipo de cosas con las que uno se gana un problema en la escuela”, afirma su madre y docente, Monica Utsey. “Pero sé que cuando está contrariado o reflexionando, se detiene y tamborilea sobre la mesa durante cinco minutos”.

Aunque esté en su casa, este joven de 17 años está indiscutiblemente en la escuela: forma parte, con su hermano de 10 años, Ayinde, de los cerca de 1,8 millones de jóvenes estadounidenses que reciben educación en sus domicilios.

También forman parte de un creciente subgrupo de jóvenes negros cuyas familias, descontentas con la enseñanza tradicional, decidieron tomar las cosas en sus propias manos.

Existen pocos datos, y menos aun en materia de origen étnico, pero según las estimaciones del Centro Nacional de Estadísticas de la Educación, alrededor de 5% de los alumnos escolarizados en sus casas son negros.

Según algunos estudios, ese porcentaje aumenta. La universitaria Ama Mazama, especializada en educación entre los negros en la Universidad Temple, afirma que al menos 200 000 familias afroestadounidenses optaron por la educación en sus hogares, contra 90 000 en 1999.

Numerosos padres prefieren darles una educación menos formateada y más experimental. Otros alegan motivos religiosos o morales. El temor a que sus hijos crezcan sin el reconocimiento de su herencia africana fue el que llevó a Monica Utsey a optar por la educación en el hogar. Al igual que numerosos padres negros, también hace referencia al racismo.

Las minorías parecen estar relativamente más afectadas por las reglamentaciones disciplinarias: de los alumnos que sufrieron alguna suspensión, el 40% son negros, según la organización de derechos civiles ACLU. Sin embargo, no representan más que el 16% de los alumnos de las escuelas públicas.

“No querría que un día tengan que pasar por un detector de metales en la escuela”, afirma Utsey.

Según Ama Mazama, la mayoría de las familias negras mencionan “una insatisfacción con el sistema de educación público y una desilusión con la integración”.

“Los afroamericanos lucharon muy duramente para poder ir a la escuela pública”, indicó a la AFP. “Pero hoy se dan cuenta de que, cincuenta años más tarde, las promesas no se cumplieron”.

“Los niños negros se han hecho invisibles, privados de sus derechos”, agregó.

Al principio, Monica Utsey pensó en que algún día enviaría a Zion a la escuela. “Me dije que cuando volviera a la escuela, sería bombardeado con (el tema de) la esclavitud; por tanto nos concentramos en lo que ocurrió antes”, con cursos de civilización e historia africanas, cuenta.

Pero cuando Zion cumplió diez años, decidió seguir hasta que sus hijos estuvieran a las puertas de la universidad.

Las paredes de su apartamento en Washington están llenas de estantes con libros, mapas de África y el pequeño comedor repleto de material de artes plásticas y juegos de matemáticas.

Zion y Ayinde estudian instrumentos de percusión africanos y practican deportes. El primogénito sigue también un programa de ciencias, tecnología y matemáticas preparado para alumnos que estudian en casa.

En 2004 su madre creó la Sankofa Homeschool Community —Comunidad de Educación Domiciliaria de Sankofa— para ayudar a las familias negras de Washington. Viuda desde 2013, se ocupa de la educación de sus hijos y trabaja a tiempo parcial en un centro para jóvenes.

Las finanzas son escasas y le gustaría que el gobierno entregue fondos para la educación en los hogares. Algunas organizaciones caritativas otorgan ayudas excepcionales a algunas familias en dificultades.

Pero cree que vale la pena educar a sus hijos en casa, y admite que se acuerda con frecuencia de algo que dijo Zion cuando era pequeño: “Mamá, me gusta ser negro, me gusta el color de mi piel”.

“Muchos niños —en particular niños afroestadounidenses— no crecen pensando eso de sí mismos”, dice.