Ubicado en Donato Mármol entre Martí y Máximo Gómez, con una deteriorada fachada es víctima del abandono el Centro de Información y Documentación de la Música Rafael Inciarte Brioso.El legado de una de las personalidades musicales más importantes de la historia guantanamera se deteriora a la vista de todos. Hace más de cinco años, cerrado por reparación, el Centro Inciarte, dejó de cumplir la labor de conservación y promoción para la que se fundó en 1999.

Se trata de una sencilla construcción colonial, ubicada en el casco histórico de la urbe, que fue sede del segundo Centro de Información y Documentación de la Música en el país, solo igualado por otro en Pinar del Río.

Existen diversos elementos que han conspirado durante este lustro contra el legado material y espiritual del músico, compositor e investigador Rafael Pridiliano Inciarte Brioso (1909-1991), que debe ser atesorado en el que fuera su hogar (Donato Mármol entre Martí y Máximo Gómez), hoy en ruinas.

Creado para preservar, organizar y promover todo lo referido al patrimonio sonoro y la investigación musical en Guantánamo, la otrora casa de Inciarte, fue donada, de conjunto con documentos personales del artista, por su hijo Rafael Inciarte Rodríguez, actual integrante del grupo Compay Segundo.

La edificación a medias de lo que sería la oficina para resguardar los archivos de la institución demuestra cuán “avanzada” están las obras de reconstrucción del Centro Inciarte.Una sede en ruinas

La edificación data de alrededor de los años 20 del pasado siglo. Lo primero que comenzó a derrumbarse fue el techo, pues el inmueble nunca recibió restauración. Luego, paredes agrietadas y carpintería corroída convirtieron el sitio en peligroso, no solo para la documentación archivada, sino para los trabajadores.

“Ante tal situación se iniciaron acciones constructivas con la demolición de la cubierta, fundición de nuevos cimientos y, pasado un tiempo, la edificación de lo que sería la oficina para resguardar los archivos de la institución”, afirma el director del centro José Cuenca Sosa, quien destaca el largo tiempo desde que iniciaron esas intervenciones a medias.

Esa parte de la historia cultural de Guantánamo peligra de muerte al cabo de 18 años de haberse decidido su resguardo en esa dependencia del Centro de la Música Luis (Lilí) Martínez Griñán. La escasez de materiales de restauración y construcción apropiados, el déficit presupuestario y la falta de voluntad conservadora, han dificultado la terminación de la obra.

Para impedir tan lamentables desapariciones, la restauración capital se planificará en el presupuesto de inversiones de ese centro para 2018, asegura Osmani Luna Tati, director de la entidad propietaria: “Esta necesaria inversión se discute actualmente en nuestro departamento de Economía y Finanzas, para poder materializarse”, afirma.

A propósito Yoelvis Labañino López, director provincial de Cultura, señala que en estos momentos se prepara una nueva documentación técnica, “pues los proyectos iniciales deben actualizarse, porque el tiempo de abandono que lleva la instalación ha agravado la situación del inmueble y, a su vez, ha hecho mayor la inversión a realizar.

“Es una obra que no requiere de grandes cantidades de recursos materiales -reconoce-, pero todo depende de la disponibilidad de financiamiento del Centro de la Música y la dirección provincial de Cultura, que materializa otros proyectos de reconstrucción con la ayuda del uno porciento de la contribución territorial que otorga el gobierno municipal y que forma parte de las estrategias para la futura intervención en el sitio”, detalla el directivo.

No obstante, las buenas intenciones y planes para el futuro no solucionan el problema. Ahora mismo, el Centro Inciarte continúa sin techo y como obra muerta. Mientras la documentación se guarda una parte en la sede del Coro Masculino, donde no existen las condiciones necesarias para su conservación, corriendo el riesgo de corrosión por humedad, y las piezas más delicadas, en la vivienda de José Cuenca, devenida almacén, pues de otro modo significaría perderlas para siempre.

Pieza sobre pieza

Más de 45 mil objetos que van desde partituras tanto manuscritas como editadas, fotos en negativo e impresas, cartas, discos de vinilo, grabaciones inéditas además de publicaciones periódicas, dossier de artistas, entre otras, integran el valioso patrimonio acumulado por el músico desde su llegada a Guantánamo en 1927.

Entre los objetos de mayor valor se encuentran el diario de campaña de Rafael Inciarte Ruiz, padre de Inciarte Brioso, quién fuera capitán del Ejército Libertador y director de la banda de música del Estado Mayor del general José Maceo, además de cartas dirigidas al artista por personalidades como Luis Carbonell, Samuel Feijóo, Martha Jean Claude, Electo Rosell Horrutiner (Chepín) y otras de Cuba, y el Caribe.

El bastón del trovador Sindo Garay figura como una de las piezas de mayor valor atesoradas por la institución y que en condiciones desfavorables se resguarda. El bastón y documentos pertenecientes a Sindo Garay, partituras originales de Pepe Gallart, Antonia Luisa Cabal y programas de la antigua Sociedad Filarmónica de Guantánamo que validan presentaciones de grandes agrupaciones danzarias y musicales, como el Ballet Nacional de Cuba, el Quinteto de Flautas de Paris y la agrupación Los Niños Cantores de Viena, también forman parte del valioso registro atesorado por el Centro.

“Si bien es cierto, desde la creación de la institución, que los fondos nunca estuvieron resguardados en condiciones óptimas (habitación climatizada, cajuelas especiales, iluminación, resguardo tecnológico); ni siquiera las mínimas funcionan ahora”, destaca Cuenca Sosa, quien ostenta la Distinción por la Cultura Nacional.

Asentados en el Registro de Bienes Culturales, la protección de estos materiales contra cualquier tipo de robo y comercialización ilícita está garantizada, pero el amparo en materia de conservación aún no se materializa.

Lo prueba, que están a punto de perderse, por el estado tan grave en el que se encuentran, fondos como el citado diario de campaña y partituras originales del siglo 19, así como el título original que confiere la gubernamental Orden de Mérito Carlos Manuel de Céspedes en el grado de Caballero a Sindo Garay, que data de 1926, programas de conciertos en la ciudad a cargo de Ernesto Lecuona y otra decena de documentos, de acuerdo con los últimos reportes suministrados por Cuenca.

Súmese a ello, que también se ha afectado la prestación de servicios de consulta bibliográfica y documental a investigadores, estudiantes, periodistas u otros interesados en estudiar la historia musical del territorio, así como la función de unidad docente de la Universidad de Guantánamo, argumenta el director del Centro.

Respiros

Pero las paredes agrietadas y documentos enmohecidos no desaniman a los trabajadores del Centro Inciarte que, aun fuera de casa, ponen empeños en la organización de eventos como el Festival del Changüí, encuentros teóricos sobre música y los coloquios efectuados en el marco de los festivales Cubadisco, Pepe Sánchez y el simposio internacional Boleros de Oro.

Además, han participado en tres ediciones del Coloquio Internacional Música e Identidad en el Caribe, en Santiago de los Caballeros, República Dominicana, y el Festival del Caribe que anualmente se realiza en Santiago de Cuba.

Por otra parte, a partir de las investigaciones que allí tienen lugar, se hacen propuestas al premio Memoria Viva que otorga el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello; certamen que reconoce la labor de varios artistas del territorio.

De esta manera, contribuyen a la promoción, preservación y enriquecimiento del patrimonio musical de la nación, pues Guantánamo se erige como uno de los reservorios más importantes de la música en Cuba.

Su labor, equivale no solo a proteger la valiosísima documentación del Centro Inciarte, sino también la memoria inmaterial del país, especialmente de la provincia más oriental, en correspondencia con el Lineamiento 163 de la política económica y social del partido y la revolución que establece: “Continuar fomentando la defensa de la identidad, la conservación del patrimonio cultural, la creación artística y literaria y la capacidad para apreciar el arte”.

Resguardados en un pequeño almacén en la sede del Coro Masculino reside parte de la documentación del Centro, corriendo el riesgo deteriorarse más rápido a causa de la humedad del local.

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