Imprimir


 

Redoblada la búsqueda del avión desaparecido
Escudriñan zona por zona
Infructuosos hasta el momento todos los
esfuerzos realizados por localizarlo
Periódico Revolución, 30 de octubre de 1959

 

Portada Camilo

¿Dónde está Comandante Camilo Cienfuegos, que ha movilizado al país para encontrarlo? ¿Qué secreto es ese en nuestro mar que nos niega -todavía- la exactitud de lo sucedido?

Fueron 70 aviones, miles de hombres movilizados: militares, civiles, voluntarios, campesinos, brujeros, científicos, topógrafos, pilotos, buzos; se desplegaron por mar y tierra. Fidel Castro al mando. Y nada. ¡Cien mil millas y nada!

¿A dónde fueron a parar la sonrisa, el sombrero, la alegría, el estilo “familiar” de aquel hombre de pueblo…? En su lugar hubo angustia, duda, incertidumbre. Fue difícil aceptar la desaparición hasta que lo confirmó el Ejército Rebelde.

No habría otro “¡Nos vemos en La Habana!”, como dijo al partir a la Invasión a Occidente, al frente de la columna invasora Antonio Maceo, o los “Te veo mañana”, “Tu eterno chicharrón” con que se despedía a veces del Che Guevara. No podría responder más la pregunta del Gigante (como él mismo apodara al Comandante en Jefe) ¿Voy bien, Camilo?

Siete días de duelo le siguieron al anuncio. En una misa oficiada en la Catedral de La Habana por el sacerdote Guillermo Sardiñas, quien en la Sierra Maestra vistió la sotana verde olivo que le regalara Camilo; se le brindó cristiana despedida. Toda Cuba dijo adiós, cada uno a su modo.

Pero la vida de los hombres como Camilo, señaló el Che, “tiene su más allá en el pueblo; no acaban hasta que este no lo ordene”, y los cubanos decidieron mantenerlo vivo.

Camilo va en los actos de sacrificio, de los que bien sabía, porque tuvo que abandonar el sueño de ser escultor para aportar a la economía doméstica.

Va también en el trabajo obrero, la firmeza del guajiro, en el desenfado de los enamorados, en la algarabía de los pioneros, en la simpleza de los hogares donde hay más amor que lujos.

Está en la solidaridad de compartir “lo poquito que tenemos”, en los amigos de verdad, en los hermanos unidos por causas justas y sueños, en todo lo que construimos en la Patria y para ella.

Camilo va en cada pétalo que colma ríos y mares los 28 de octubre. Está vivo en los infantes que dibujan en sus rostros una barba o regalan una expresión de alegría, crece en los cubanos que conservan la esperanza, no importa las circunstancias.

Cada sonrisa es un regalo al Comandante Cienfuegos y cada flor, un beso.

camilo 2