levantamiento 30 noviembre

El pueblo de Santiago de Cuba escribió una gloriosa página el 30 de noviembre de 1956, con el levantamiento armado de la ciudad, para cumplir la palabra empeñada con Fidel Castro en apoyo al desembarco de los expedicionarios del yate Granma.

Casi un año antes, el líder revolucionario hizo público un compromiso: “En 1956 seremos libres o mártires”, en un acto patriótico realizado en Nueva York, ante un numeroso grupo de emigrados cubanos.

De esa manera ratificó el propósito de continuar con las armas para derrocar al régimen opresor en Cuba y sentenció: “Esta lucha (…) terminará con el último día de la dictadura o el último día nuestro”.

Después de varias semanas de fructífera labor en Estados Unidos marchó a México, donde desplegó una intensa actividad para aglutinar a combatientes, coordinar misiones y promover  la recaudación de fondos.

Allí ocurrió el primer encuentro personal con el luchador santiaguero Frank País, jefe de acción y sabotaje del Movimiento 26 de Julio, para precisar el plan de respaldo a la expedición encargada de cumplir la promesa hecha.

Tuvo Frank la tarea de organizar y dirigir el alzamiento, cuyo fin era distraer a las fuerzas de la tiranía.

A la casa de Arturo Duque de Estrada, hombre de confianza de este último, en la calle San Fermín 358, llegó desde tierra azteca el telegrama con el texto: “Obra pedida, agotada”, que en clave señaló la salida de la embarcación desde Tuxpan.

Se asegura que a Frank País le causó gran alegría saberlo, ya que en pocas horas la ciudad entraría en acción y demostraría el grado de organización en la clandestinidad.

Varias acciones concibió el plan como el bloqueo del cuartel Moncada para impedir el envío de fuerzas a los sitios de combate y ataques a las estaciones de la Policía Nacional, en la Loma del Intendente, y Marítima, en La Alameda.

Similares hechos se previeron, simultáneamente, en Puerto Padre, Manzanillo, Guantánamo, Bayamo y otros puntos de la región oriental. De los planificados en la urbe santiaguera, el de la guardia marítima tuvo mayor éxito, con la ocupación del local y fusiles, armas cortas y municiones.

El hostigamiento al "Moncada" falló por ser apresados los principales jefes del ataque, mientras en la Policía Nacional ocurrió un desventajoso combate para los revolucionarios, debido a que las ráfagas disparadas desde un nivel más alto impedían el avance hacia el recinto militar. En este último lugar cayeron Tony Alomá, Pepito Tey y Otto Parellada. A pesar de esas sensibles pérdidas, se logró prender fuego a la instalación con cócteles molotov.

La dictadura de Fulgencio Batista desató una brutal represión y fue cuando la rebeldía y la hospitalidad de los santiagueros, una vez más, se pusieron de manifiesto, ya que muchas puertas se abrieron para proteger a los combatientes del asedio enemigo.

Sobre ese panorama, Frank destacó la cooperación en guardar armas y uniformes, esconder heridos y perseguidos y mantener la vigilancia en las casas, al riesgo de su propia vida.

El levantamiento del 30 de noviembre de 1956 aunque militarmente no  resultó exitoso, al llegar el yate Granma dos días después por diferentes causas, fue expresión de la pujante fuerza del movimiento revolucionario, su identificación con el pueblo y las ansias de libertad que animaron la lucha. 

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar

feed-image RSS