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innovador hospital pediatrico

Para ser un buen innovador, para encontrar soluciones a los problemas, la única magia es el amor por el trabajo, afirma Rafael Sánchez Claro, a quien casi arribando a las siete décadas de vida, le sobran los ánimos para seguir acudiendo cada día a su puesto laboral.

Que te guste lo que haces, de lo contrario no hay compromiso, apunta el operario de mantenimiento del Hospital Pediátrico Pedro Agustín Pérez, quien con más de 20 años de labor allí, dice conocer cada palmo de las redes eléctricas en esa instalación.

El 24 de septiembre de 1971 empecé a trabajar en este centro y desde entonces no he parado, hasta de vacaciones he venido porque ha habido cualquier problema que urge resolver, indica con sana ufanía.

Y si hay que “zancajear” cualquier pieza la busco donde sea, lo que no puedo es comenzar a trabajar agitado, porque esta es una institución de salud, que por demás atiende niños, pero hay que estar sereno pues por ejemplo si vas a trabajar en alguna instalación con alto voltaje no puedes estar pensando en otra cosa, apunta.

Sin embargo junto a los trabajos urgentes y cotidianos, la pasión por su quehacer ha impulsado a Rafael a ir más allá, a encontrar soluciones, a innovar, como sucedió con el último de sus ingenios, un destilador de agua por vapor saturado, que significó un ahorro de más de 4 mil pesos por sustitución de importaciones.

Fundador de la Asociación de Innovadores y Racionalizadores de Cuba (Anir), el electricista afirma haber dejado inventos en cada centro laboral por el que pasó, desde la fábrica de limas, Tropas Guardafronteras hasta la empresa pecuaria Iván Rodríguez.

Cuenta jocosamente haber acumulado cuatro bicicletas en aquellos tiempos, en que “se atendía mejor a los aniristas”, indica ante la interrogante sobre el funcionamiento de la organización.

Ahora se les paga a los asociados por sus aportes, pero creo que se debería reconocer más, pues hay empresas que por la obsolescencia de sus equipos y por la situación económica del país dependen del trabajo del innovador para mantener sus producciones, explica.

Con la vista cansada y un poco menos de agilidad para maniobrar sus instrumentos, el casi septuagenario señala que aún le queda más por aportar.