ciro frias

Después del combate victorioso de la emboscada de Guamá de Baracoa, el 4 de noviembre de 1958, el comandante Félix Pena Díaz inició los preparativos para el cerco y la toma del cuartel de Imías, ubicado entre Baracoa y Guantánamo. No era la primera vez que se intentaría tomar el cuartel de aquel sitio.

Con anterioridad, en apoyo a la huelga del 9 de abril de 1958, el jefe del II Frente Frank País, Raúl Castro Ruz le había planteado la misión al capitán Ciro Frías Cabrera, al mando de la Compañía E, de tomar aquel enclave militar. La acción fracasó por situaciones adversas; allí cayó Ciro, heroicamente, cuando llamaba a un último intento de quemar el cuartel.

Ciro era un jefe muy respetado y querido por la tropa, por Fidel y Raúl, quien expresó palabras distintivas ante su caída: «Hemos perdido a uno de los hombres más valientes de la tropa».

Correspondió al capitán Félix Pena asumir la jefatura de la compañía. Hubo  un segundo intento de tomar el cuartel de Imías, el 11 de junio de 1958, que también resultó fallido.
Como resultado del desarrollo de la guerra en el vasto territorio que abarcaba el II Frente, se crearon columnas, entre ellas la Columna 18 Antonio López Fernández, al mando de Pena, ascendido a comandante.
 

A LA TERCERA VA LA VENCIDA

Por datos de la inteligencia rebelde se conoció que el cuartel de Imías se había convertido, en la práctica, en una fortaleza, integrada por tropas pertenecientes al Escuadrón 17 de la Guardia Rural de Baracoa. El jefe de la columna, además de cercar el cuartel y hostigarlo, situó emboscadas en la carretera a Guantánamo y Baracoa para impedir la llegada de refuerzos, además de no descartar el apoyo por vía marítima, que a la postre ocurrió.

A solicitud de Pena, el jefe del Frente dio instrucciones a su segundo al mando, el comandante Efigenio Ameijeiras, para que con fuerzas de su columna se dirigiera a Imías y coordinara las acciones.

El 9 de noviembre se estrechó el cerco y gradualmente se incrementó el hostigamiento al cuartel, en particular entre los días del 10 al 13. En horas de la noche de este último, se conminó a los guardias a la rendición a través de altoparlantes, mientras su respuesta fue con andanadas de fuego. En los dos últimos días, la aviación del ejército ametralló y bombardeó las posiciones ocupadas por los guerrilleros y las elevaciones alrededor del poblado. Una fragata de la tiranía maniobró frente a Imías.

El intento de suministro a los sitiados por aire, con municiones y víveres, resultó infructuoso y cayó en manos de las fuerzas insurgentes.

El día 12 llegó el comandante Ameijeiras con el refuerzo de su columna a Felicidad de Yateras, territorio de la Columna 18. Partió de allí al atardecer del día 13 con la vanguardia de las fuerzas que iban a participar en la operación. En horas de la noche, los comandantes Ameijeiras y Pena se encontraron en la Comandancia de este último en Puriales de Caujerí. Efigenio asumió el mando de toda la operación. Se puntualizaron las misiones a cada una de las pequeñas unidades que actuarían en el combate, así como a las encargadas de rechazar los refuerzos.

La guarnición del cuartel se encontraba al mando de un experimentado militar, el capitán Cotilla. Al apreciar que al siguiente día arreciaría la presión de las fuerzas rebeldes, solicitó refuerzo urgente. La aviación enemiga y la marina de guerra comenzaron a bombardear y ametrallar los alrededores del poblado, con el propósito de apoyar el desembarco de la Compañía No. 71 reforzada, perteneciente al Batallón 17.

La operación de desembarco comenzó a las siete de la mañana y se extendió por tres horas. Una vez en tierra, estas fuerzas iniciaron la marcha a campo traviesa, apoyadas por la aviación y unidades de la marina.

En su itinerario chocaron con las fuerzas del primer teniente Fidel Martínez Machado, las cuales, ante la superioridad de las tropas enemigas, se vieron obligadas a retirarse. La entrada de la Compañía 71 al cuartel tomó casi por sorpresa al mando rebelde.

Efigenio decidió actuar de inmediato e iniciar el asalto a las 12 del mediodía del 14 de noviembre. Ameijeiras y el capitán Samuel Rodiles atacarían por el frente, Pena lo haría por el este, y el primer teniente Eduardo Céspedes por el norte.

El capitán Luis Artemio Carbó Ricardo ocuparía una posición frente al cuartel para batir las trincheras enemigas, y el capitán Santiago Terry permanecería emboscado en el camino de la playa.

Al amanecer del día 14, Ameijeiras, auxiliado por los combatientes Edilberto Martínez, Yambi; Víctor Nicot; Miguel Guitar y la dotación del denominado cañón Don Paco, que estaba bajo las órdenes del primer teniente Eduardo Céspedes, trataron de ubicarse en la posición prevista. Al dar un rodeo y pasar el río de Imías, salieron frente al cuartel, pero fueron detectados por los guardias, quienes les dispararon y obligaron a ocupar otro sitio; finalmente se ubicaron en las márgenes del río, detrás de un parapeto natural.
A las diez de la mañana los rebeldes ya habían ocupado sus posiciones. A la hora fijada, Efigenio ordenó al cañón que batiera al adversario.

Ante esta situación, el jefe de las tropas enemigas tomó la decisión de romper el cerco tendido al cuartel y al almacén que habían ocupado, y evacuar hacia la fragata situada en la playa.

La irrupción violenta de las tropas enemigas, que salieron al mismo tiempo de ambos objetivos, provocó un momentáneo desconcierto entre algunos combatientes, pero fueron rechazadas con firmeza. Efigenio maniobró con las fuerzas de su columna en apoyo del contraataque rebelde.

Después del combate, el comandante Efigenio Ameijeiras rindió un detallado informe al jefe del II Frente.

La correlación de fuerzas, desde el punto de vista del armamento y el número de soldados participantes en el combate de Imías, fue muy superior a favor del enemigo, además del dominio absoluto del aire y el apoyo de la marina.

A pesar de esa ventaja numérica, el adversario quedó cercado a varios kilómetros de Baracoa y más distante aún de la capital oriental, además de que su instalación estaba enclavada en un territorio cuyos caminos de acceso y áreas circundantes eran dominados por los rebeldes.

La toma de Imías por el Ejército Rebelde devino una cuestión de honor. Fue un combate sangriento, los hombres de ambas columnas avanzaron a pecho descubierto. Hubo derroche de valor y heroísmo.

Esta victoria tuvo gran importancia militar y política y contó entre las acciones significativas del II Frente. El 1ro. de enero de 1959 entraron victoriosas a la ciudad de Guantánamo las fuerzas de las Columnas 6, 18 y 20, al mando de los comandantes Efigenio Ameijeiras, Félix Pena y Demetrio Montseny Villa.

Fuente: Periódico Granma

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