lidia combatienteLidia: "Trato de comportarme como un ser humano". Mis manos se entrelazaron con aquellas que se extendían para recibirme, y me creí tocado por una Diosa. “Ella ha sabido granjearse el amor de lo más limpio que existe sobre la tierra”, refirió un periódico en Tenerife acerca de esta mujer. La busqué para adentrarme en su historia y despejar los misterios de la Tía Lidia, una suerte de Ada Madrina venerada por unos “duendecillos” que habitan las casas de la patria en Guantánamo.

 

El cansancio del rostro, el gris de la reluciente y copiosa cabellera, y las arrugas que cubren la grácil anatomía de la anciana, testimonian los casi cien años de una vida sin espacio para el descanso. Pero sus manos, aunque ya frágiles, siguen dándole color a las palabras de Lidia, que suelen brotar como un látigo, un rayo, y a veces como si fueran caricias.

 

Me regaló una hora y media de lúcido testimonio, ayudada por esos ojos diminutos, que penetran como alfileres. En su mirada asoma ese espíritu negado al reposo, y la pasión de justica que desde temprana edad alimenta su rebeldía.

 

Cursaba el sexto grado cuando una amiga la convidó a repudiar a un ministro del tirano Gerardo Machado; “conseguí once niñas más y le dije a la maestra: ꞌestamos invitadas a una reuniónꞌ. ꞌPues, no van, eso es cosa de revoltososꞌ, fue su respuesta. Cuando tocó el timbre nos fuimos, al día siguiente la maestra dijo: ꞌno entrenꞌ; una semana sin ir a clases”.

 

-¿De dónde nace esa rebeldía?

 

-Del entorno. En esa época el tren pitaba y los hogares guantanameros cerraban para que los marines yanquis no pudieran entrar a las casas; ellos a Guantánamo lo miraban un prostíbulo. Intentaron violar a una prima del que más tarde fuera mi esposo. Eso me golpeó. Yo, por demás, en la revista Carteles leía los artículos de una santiaguera, era una pluma patriótica, exquisita, valiente, que me ayudó abrir los ojos. La buena lectura salva.

 

-¿Y a Fidel, cuándo lo…? (me interrumpe)

 

-Fidel es la dignidad, la victoria, el camino. Empecé a conocerlo cuando asumió la defensa de una familia a la que querían echar a la calle. Él decía que Cuba necesitaba una revolución, eso me gustó, desde entonces lo sigo.

 

-¿Cuándo y cómo usted se involucró en la Revolución?

 

-Casi desde el inicio. Empecé a distribuir propaganda. Llegué a teñir de rojo las telas, cuando dejaron de vender las de ese color para que no se fabricaran banderas del 26 de Julio. Aquí la juventud era audaz. A cada rato amanecían carteles revolucionarios en la ciudad.

 

Por una de las calles un día la bandera del movimiento flameó sobre el terminal de un caballo en carrera desaforada, al animal le habían echado sulfuro en la parte inferior de donde empieza la cola, la dictadura se revolvió. Allanaron varias casas, entre ellas la mía.

 

“En otra ocasión los guardias rompieron el establecimiento comercial de papá y les dijeron a los vecinos: ꞌdespáchenseꞌ. Nadie entró, la gente nos apreciaba, nosotros las ayudábamos. Cuando triunfó la Revolución puse mi televisor en el portal de la casa, para que el pueblo de la Loma del Chivo viera los juicios que se les hacía a los esbirros”.

 

-¿Qué hizo usted a partir del 1959?

 

-Seguí en la órbita de la Revolución. Dirigí un grupo de milicianas en el sur de la urbe. El pueblo salía a las calles para vernos marchar, disfrutaba. Íbamos entre aplausos, yo al frente, ellas detrás. Así, mira (se pone la mano derecha en posición de marcialidad): un, dos, tres, cuatro, un, dos, tres… como un ejército profesional. ¡Qué de disciplina! Luego estuve entre las fundadoras de la Federación de Mujeres Cubanas y ayudé a organizar los círculos infantiles; a la par, iba superándome.

lidia combatiente españaEn Tenerife, 1988 (Lidia vestida de blanco). “Años lindos aquellos. No obstante, en 1974 fuimos a residir junto a la familia, en Punta Brava de Tenerife, cuna de mis ancestros; Cuba y Guantánamo se fueron conmigo. Allá trabajé como maestra de más de 70 niños de entre 6 y 7 años, y de jóvenes entre 17 y 18, en una comunidad portuaria, de agricultores y pescadores, gente muy pobre”.

 

“En el aula de los mayores, durante los recesos yo cerraba la puerta y decía, ꞌhablemos de mi país: educación y salud gratuitas, Revolución…ꞌ. Un mensajero abordó a mi esposo y le dijo: ꞌsu señora defiende a Castroꞌ. Ya había ganado el cariño de la gente y los niños”.

 

-Tal fue el prestigio, que la prensa publicó Doña Lidia y “sus niños”.

-Sí. Con ese título un periódico español me dedicó un artículo. Las elecciones estaban cerca. Como yo simpatizaba con la izquierda enviaron al ayuntamiento a un cura de derecha, que me planteó una tiñosa: “Doña Lidia, en lo adelante la iglesia servirá de sede a la escuela y asumirá los gastos del curso, usted podrá decidir el monto de su salario, ganará lo que quiera ganar, eso sí, yo decidiré la matrícula”advirtió–.

 

“¿Qué significará eso para los hijos de quienes limpian piso o trabajan al sol en los campos de papa, y que no pueden pagar? pregunté al prelado. ꞌEsos no accederán al aulaꞌ me dijo. Reaccioné: ꞌpues disponga del cargo, yo vengo de un país donde la escuela es gratuita y no se le niega nadieꞌ. El cura se puso como un tomate, se desmayó al llegar a la iglesia. Quedé sin trabajo. Pasé a vivir en una casita que me estaba cayendo encima”.

 

-Usted eligió –la provoco–, rechazó la oferta que la habría llevado a una casa de lujo.

lidia combatiente periodicoArtículo publicado en un periódico español -Para eso tenía que poner a un lado el deber, ¿quién dijo que la dignidad tiene precio? Preferí rechazar la injusticia. Eso dio pie al artículo del periódico. Luego mi esposo se jubiló y, pese a reproches de la familia, decidimos ponerle fin a la añoranza de 15 años. Regresamos. En Tenerife hay carnavales famosos, un clima agradable, cumbres forradas de nieve, contrastes bellos, paisajes únicos, pero esas islas no tienen el encanto de Cuba”.

 

Los primeros indicios de la existencia de este ser especial me los ofreció Thalía, una niña de 8 años que crece al amparo de la casa de la Patria del reparto Caribe, en Guantánamo. “¿Tú conoces a La Tía Lidia?” -me preguntó con ingenuidad, la pequeña.

 

-Yo no, ¿y tú?

 

-Yo no la he visto, ¡pero ella es buenaaa!

 

-Y si no la conoces, ¿cómo sabes que es buena?

 

-Porque ella me manda juguetes y dulces, y dice que me porte bien.

 

-Pero, ¿cómo te lo dice si nunca la has visto?

 

-¡Mijooo!, ¿tú no entiendes? Ella me lo dice por teléfono.    

 

Mire, interrumpe Nelvis, educadora que ha estado atenta al relato de la pequeña, “estos libros de Martí fueron donados por Lidia, esa máquina de coser la compró ella con su dinero, para que arregláramos ropas de las niñas y niños; si se enferman les compra la medicina, al que cumple años le envía un presente, permanece al tanto de estos ꞌdiablitosꞌ.

 

De gestos similares da fe Ana Teresa Nápoles, delegada del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos en Guantánamo. En varias ocasiones su institución le ha hecho llegar a familias afectadas por desastres naturales, ropas de cama y de niños, material de aseo, medios de cocción, y otros recursos adquiridos por Lidia con el dinero de la pensión que heredó de su esposo, ya fallecido.

lidia combatiente niñaThalía: "A mi tía Lidia no la he visto, pero sé que es muy linda". ¡Cuánta bondad lleva esta mujer en el alma! Quien pudiera atestiguarlo mejor que Alfredito; ese coterráneo invidente creció bajo el amparo de ella: lo alimentó, lo vistió y lo colmó de afectos. El joven se hizo profesional, “pero eso no es trascendente” –opina la guantanamera–, solo intento ayudar a quien lo precise”.

 

“Los humanos han de renunciar al egoísmo para servir a sus semejantes –proclama. Mira lo que pasó en La Habana, el tornado dejó sin hogar a muchas familias, la mayoría de ellas ya tienen casas, nuevas o reparadas. Es la solidaridad, la Revolución, los valores que la Helms-Burton borraría de un plumazo, si cayera sobre esta isla. Pero no pasará, no lo permitiremos”.

 

Ya lo sé, cubanísima Aurelia Lidia Mesa Pérez, no es necesario ir al cielo para tocar a una Diosa. Como no tengo palabras para decirte mi gratitud, suscribo las que inspiraste en un diario español: “Gracias por la semilla plantada en tantos surcos vírgenes”, y también por tus mensajes de amor, escritos en versos para estos imprescindibles:

Fidel. Tu rebelde condición/ y tu viril actitud/ alimenta a la nación/ de fe, gloria y gratitud.

Raúl. ¡Qué valiente, hombre querido! / luchador junto a Fidel/ aquí está tu pueblo amigo/ aquí está tu pueblo fiel.

 

Lula da Silva. Tu nítida transparencia/ y tu alma noble de obrero/ y tu erguida resistencia/ asombran al mundo entero.

 

Venezuela. El monstruo del norte, hermano/ quiere ser dueño de ti/ contigo van los cubanos/ van Bolívar y Martí.

 

Cuba. Nunca, en ninguna ocasión/ he cantado a las estrellas/ canto a la Revolución/ que es la cubana más bella.

Comentarios   

0 #1 Ana Teresa Nápoles 12-06-2019 15:15
Lidia es una compañera más del ICAP. A todo lo dicho se le suma que desarrolló una importante labor en Islas Canarias como miembro de la Asociación Canaria de Solidaridad con Cuba.
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