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ernesto che guevara 73a

Ícono de los movimientos revolucionarios y progresistas del mundo, Ernesto Guevara de la Serna (Che), es de esas figuras que han dejado huellas del amor imperecedero por el mundo, en lucha constante contra las injusticias y desigualdades. Hombre de pensamiento y acción a quien cada 14 de junio se le rinde tributo solemne como el héroe latinoamericano que fue.

Hablar del Che es rememorar al estratega, al guerrillero, al internacionalista, al Ministro de Industrias, abanderado del trabajo voluntario… sin embargo una de las facetas más sensibles del comandante fue su rol como padre.

Guevara, a pesar de la distancia y el deber, nunca olvidó a sus hijos. Desde la lejanía les escribió numerosas cartas colmadas de consejos para que fueran mejores personas y dignos defensores de la Revolución.

Predicaba con el ejemplo y se exigía a sí mismo, tanto como a su descendencia, a quienes inculcó el valor de la sencillez y la humildad, por eso en la carta de despedida a Fidel Castro expresó: “no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena; me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse”.

Defendió siempre la necesidad del estudio, para que la juventud pudiera tener vida digna, por ello exhortaba a los pequeños Hildita, Aleida, Camilo, Celia y Ernesto: “Estudien mucho para poder dominar la técnica porque a la edad de un niño la forma más eficaz de ser revolucionario es aprender”.

A Hildita le decía: “aun cuando seas mujer tendrás que hacer tu parte en la lucha”. A los demás les indicaba “la revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera”.

Combatió las distintas formas de dominación en el mundo y sobre la base de ese ideal a Ernesto junior le ordenó: “tú crece y hazte hombre que después veremos qué se hace. Si hay imperialismo todavía, salimos a pelearlo”.

La desaparición física de Guevara en tierras bolivianas, lejos de casa, de la familia, impidió que los "besos del tamaño de un elefante” llegaran realmente a los cinco pequeños que dejó en Cuba, sin embargo nadie puede negar el amor paternal de ese gigante, de luciente fe en el porvenir socialista.