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Su nombre es un remolino, una palabra clave, un hombre en el que se piensa y del que se habla siempre, así sea para bien o para mal, un abrazo, un gesto, una palabra que nunca se olvida para las personas que lo tuvieron de cerca, el hombre grande que enamoró incluso a sus enemigos.

María Ruiz, María Comité, como conocíamos en el barrio a aquella mujer fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas, lo tuvo cerca varias veces, en los congresos de la organización a la que dedicó su vida.

“Es bello, hermoso, lo más lindo del mundo. Y fuerte, pero amable, con las manos más finas que he visto en mi vida, muy cuidadas aunque bien firmes. Con las mujeres se deshacía en cariños, nos abrazaba, nos preguntaba por la familia, por el esposo, por los hijos, y una se olvidaba que aquel era el Comandante en Jefe, aunque lo era”, me confesó una vez.

Un abrazo de Fidel se recordaba siempre, se compartía con los amigos, con los vecinos, con todo el mundo, y ahí venía la gente a preguntarle al abrazado cómo era, cómo fue, cómo se sentía y el otro, risueño, a repetir los detalles.

Fidel también es el hombre de las decisiones controversiales, como son las decisiones de los hombres que se adelantan a su tiempo. El que más atentados a su vida ha burlado. Y de los más queridos también, el de los amigos de siempre.

El mito. El pensador. El estadista.

Un hombre difícil, incómodo cuando hace falta. La espina clavada en el corazón de los impíos, porque la solidaridad y la piedad fueron sus marcas. Una piedra en el zapato del imperialismo y de quien sea que considerase cuestionable, criticable.

Un hombre que también se equivocó y del que es difícil hablar sin que se nuble el juicio. Pero un hombre grande, al fin y al cabo, más grande que su tiempo y que muchos de sus contemporáneos, un gigante de cuerpo y mente que nos llevó por caminos sinuosos con la cabeza en alto, y nos llenó la mesa de duras conquistas.

Un hombre, al fin y al cabo, como todos los mortales, pero tan distinto que en estos días, cuando cumple 89 años, se hace difícil la letra para nombrarlo, para encerrarlo en esta crónica, cuando hubiera sido más fácil desearle a tal hombre de luz, sencillamente, !Felicidades!

Comentarios   

0 #1 Vivian Velazquez lopez 17-08-2015 00:15
Hermoso Lilibeth, emotivo..lo comparto
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