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Me piden una crónica. La Revolución Cubana está cumpliendo 57 años y no se merece menos que poesía, menos que ensueño, ella que es esperanza, y fe, y armonía…, pero yo pienso en sudores.

En sudores nacidos del trabajo, porque de trabajo y sacrificio nació y crece esta Revolución nuestra, que es la de varias generaciones, la del jovenzuelo que alfabetizó en los sesenta, y la del hombre que creyó en los 10 millones y donó tiempos y fuerzas, la de mis padres, que vivieron tiempos difíciles, y la mía, con todas sus coyunturas.

Y es que la Revolución, que es siempre una promesa, una realidad que antes fue sueño, tiene rostros y nombres. Es una historia colectiva que se cuenta en cifras, en logros, a veces encerrados entre las cuerdas frías de una tabla estadística, pero también en sonrisas, en diplomas, en aplausos, en ganas de vivir.

Ello la legitima, la dibuja en sus reales contornos.

En septiembre, entraron a las aulas más de 93 mil estudiantes y solo en Guantánamo. Y sería una cifra fría, pero uno de ellos se llama Camilo, y jura todavía que no lloró en su primer día de clases, que él es todo un hombre, le gusta la escuela y de mayor quiere ser policía.

Durante todo el año, el Sistema de Salud pujó por la vida de los nuestros. Y recogió frutos. Los salvados tienen nombre, se llama Yonnis Legrá y es campesino en Maisí, se llama Uberlinda Quintero, madre de 37 años de Baracoa y uno de los casos más difíciles que ha enfrentado la terapia intensiva del mayor hospital de la provincia.

Se llama como cada uno de los niños que han nacido y crecido en todos estos años -cifras del Gobierno provincial aseguran que la del año precedente, a unas horas del cierre definitivo, rondaba los cinco por cada mil nacidos vivos, y eso es poco, poquísimo, impensable si no fuera cierto en un país subdesarrollado como el nuestro.

Pero también, como Revolución que es de pura cepa, está hecha transformación y cambio. Por eso la actualización del modelo económico cubano, por eso los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido.

Y como tal, cada día es un reto. Los que dejamos atrás y los que se nos vienen encima en este año recién  nacido, en el que de nuevo el país proyecta el sostenimiento de sus conquistas históricas al tiempo que se pronuncia por la eficiencia en los servicios, por el rendimiento en el campo, por un futuro más próspero.

Este año que será el del séptimo Congreso del Partido, y todo lo que implica. Ya tuvimos un avance en los municipios, donde se habló duro y para todas las direcciones, y en la provincia, donde la crítica retumbó como un rayo, que puede doler, pero siempre ilumina.

Nadie dijo que sería fácil, de hecho, puede ser muy agotador ser un revolucionario, entender que nadie más que nosotros tiene el cambio en sus manos, de modo que no se vale sentarnos a esperarlo, y que el trabajo es el mejor asombro, y el único aliado para alcanzar los sueños.

Nadie dijo que sería fácil esta Revolución, pero es hermosa, y esencial, y un terreno fértil para la vida y la utopía…, y tenemos testigos, y nombres, y pechos para hablar por ella, si fuera necesario.