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fabrica guaso reparacionesLa Fábrica de Conservas Guaso es la mayor de su tipo de la Industria Alimentaria en la provincia, responsable del 80 por ciento de todas las producciones de conserva de tomate y frutas que aquí se obtienen. Fotos: Lorenzo Crespo Silveira

Más de una vez le pronosticaron la muerte y hace casi un lustro varios jurarían que iba a quedarse a cubrir la retaguardia, pero la Fábrica de Conservas Guaso de Guantánamo es una industria tozuda, especialista en bofetadas sin mano y en renacidas que, incluso, a los que siempre confiamos en ella, nos dejan las bocas abiertas.

No es para menos el asombro. En su interior, hay máquinas que han sobrevivido un siglo, máquinas construidas en una fábrica de New York que llegó a ser de las más importantes de los Estados Unidos, y otras quizás más jóvenes cuya vida útil, en medio de la escasez y las urgencias, hemos alargado hasta lo inimaginable.

Adentro, también hay gente que las mantienen vivas, a las maquinarias y a la industria misma, gente con nombre y apellidos que conforman un colectivo laboral que insiste en la permanencia.

Y todavía nos da sorpresas, como el récord histórico logrado en la zafra de tomate del 2013, cuando “sacó la cara” mientras la moderna italiana de El Valle de Caujerí quedó paralizada y el tomate del emporio a punto de perderse en los campos… aunque seguir en pie es, sin dudas, el mayor de todos los milagros.

Vuelta de tuerca

Es verdad que la tecnología sigue siendo la misma, máquinas americanas de los tiempos de María Castaña “intervenidas” una y otra vez por los mecánicos, rebautizadas incluso por Isidoro Cueva, ese pequeño ángel negro que todos conocen por Toli y que, en las últimas tres décadas, con sus innovaciones ha salvado una y otra vez a la fábrica de la paralización y el olvido.

fabrica guaso reparaciones2“Este año, continuarán las mejoras a la obra civil y la tecnología que permitirán afianzar la calidad de las actuales producciones y apostar por la diversificación”, afirma Luis Armando Maza Rodríguez, director de esa Unidad Empresarial de Base. Fotos: Lorenzo Crespo Silveira

Cierto que esa, la maquinaria, es el alma de una industria…, eso me dicen todos, los obreros y Luis Armando Maza Rodríguez, director de esa Unidad Empresarial de Base, pero algo ha cambiado en la Guaso. Se ve diferente. Se siente diferente.

¿El responsable? Una inversión de 105 mil pesos de la Industria Alimentaria que, entre el 26 de noviembre del pasado año y el 27 de enero del corriente, intervino las instalaciones civiles de esa fábrica, poco después de que una inspección sanitaria nacional decretara su cierre.

La intervención vino a sacarlos del apuro. Maza abunda. En total, me dice, trabajaron brigadas de Alastor en la insulación de las tuberías de vapor, Industrias Locales en el montaje de falso techo en las oficinas, remodelación de la cocina comedor y la carpintería del laboratorio, el salón de producción y la nave de frutas.

El Cedai instaló las luminarias para la industria que, en zafra, trabaja en dos turnos, desde las 8 de la mañana hasta las 11 de la noche, Copextel reparó e instaló los motores de la nevera de congelación de 30 toneladas, la brigada de la Alimentaria se ocupó del enchape del laboratorio, los mayoristas Divep y ATM gestionaron los insumos y una brigada de cuentapropistas se ocupó de pintura y albañilería.

También, -y en respuesta a los requerimientos de la inspección- el agua para los procesos fabriles, que tradicionalmente se toma de una derivación del Canal Camarones, comenzó a clorarse, un proceso que, abunda Maza, debe hacerse más efectivo cuando se instale un hipoclorador, cuyas piezas ya están en la empresa.

Para este año, dice por su parte Alfredy Durán Durán, director de la Industria Alimentaria, “se destinaron 500 mil pesos para las mejoras civiles y 200 mil para pizarras y otras instalaciones eléctricas, la recuperación de la línea procesadora de plátanos y vegetales y la reparación de la maquinaria a partir de producciones nacionales, y mejoras del equipamiento del taller de mantenimiento”.

“La maquinaria, en general, seguirá siendo la misma, la recuperada por los innovadores, la de todos estos años…, pero hay ganancias, para los trabajadores, que tienen mejores condiciones, y para nuestros productos, que deben ser más –a cuenta de la nueva línea- y mejores”, precisó.

El grueso de la inversión, me advierte a su vez Maza, se espera a inicios de marzo.

fabrica guaso reparaciones3“En todos mis años de trabajo, nunca vi una inversión como ésta. La verdad, estamos muy contentos”, confiesa Marisol. Fotos: Lorenzo Crespo Silveira

Quien la vio…

“Esto estaba feo y oscuro. Se estaba cayendo a pedazos, así estábamos. Y se trabajaba, siempre se trabajó y se sacó a la fábrica adelante, pero cuando las condiciones mejoran, cuando caminas por la fábrica y todos los desniveles tienen su rejilla, y todos los rincones su luz, hasta la gente cambia”.

Así me dice, en carretilla, Marisol Bartelemy, una de las más antiguas trabajadoras de la Guaso. Cuenta además que en todos sus años de experiencia, y son muchos si empezamos a contar desde 1979, nunca había visto una reparación como la actual, “y eso que no han tocado las máquinas”.

Y así opina también Virginio Díaz, operario general, más “nuevo” en la fábrica –solo nueve años aquí, y realmente es poco en un colectivo caracterizado por la estabilidad de su fuerza.

“Para el turno de la noche, de tres a once, ha mejorado un mundo. Antes la iluminación era muy mala, y ahora cuando se encienden las bombillas parece de día. Las paredes se arreglaron…, es verdad que falta mucho por hacer, sobre todo tecnológicamente, pero este es un buen avance”, argumenta.

Este año, por si fuera poco, arrancó bien y sin achaques la zafra del tomate en la añeja Guaso, con rendimientos industriales superiores al ciento por ciento, gracias a una entrada extra de materias primas provenientes del Valle de Caujerí, que se sumaron a las convenidas con la Empresa Agropecuaria Honduras, y cero roturas.

La idea, puertas adentro, es crecer en variedades aunque las cifras convenidas por lo menos en la campaña de la hortaliza –unas 2 mil toneladas de tomate fresco- sigan invariables durante el último lustro, en el que no obstante la industria “parió” el récord de su historia: 400 toneladas de productos derivados del tomate.

Ahora mismo, son cinco los derivados del tomate que se producen en la Guaso: puré de tomate sin sal en latas de medio kilogramo, puré de tomate sin sal en tanques para la venta a granel al consumo social y la población –el compromiso de más peso-, puré de tomate con sal en tanque, puré de tomate al 20 por ciento en latas de 10, y salsa para pastas.

“Tenemos planes de sumar –y para la operación matemática Maza cuenta con varios insumos que guarda de la campaña del año anterior, en la que se produjo muy poco-, la sopa de tomate, el tomate frito y jugos, si el comité de innovadores de la fábrica cumple con entregar, en febrero, una tapadora “made in Guaso”.

Los planes de diversificación del Gobierno, resume el directivo, “impone 65 surtidos diferentes en las zafras que realiza la fábrica: tomate, guayaba, frutabomba, mango y coco, fundamentalmente. Tenemos 12 surtidos y el máximo logrado en los últimos tiempos fue de 17. Nuestra propuesta, precisa, es llegar a 25 derivados para los que, advierte, se necesitan insumos y algunas mejoras”.

Adentro, aunque en las mismas máquinas y con la misma gente, también se produce como parte de un proyecto de Iniciativa de Desarrollo Local que obtiene pulpa de mango para la venta en moneda libremente convertible, a cuyos dividendos también hay que agradecerles la nueva cara de la esforzada “abuela”.

En estos días, la zafra de tomate se alternará con el coco, de donde sale el dulce de coco rallado y la horchata de coco, y cuando se termine la hortaliza entonces empezará el mango, y venga el olor a fruta fresca a llenarlo todo, un todo que ahora es más, o por lo menos mejor que antes.

Las caras, mientras recorremos la fábrica, me sonríen. Es un valor la sonrisa, es un valor la belleza donde se trabaja, la seguridad y la comodidad donde nos pasamos buena parte de nuestra vida. Y ellas, y ellos, lo saben. Lo sienten.