embalse sequia

Según el parte emitido por el Puesto de Mando de la delegación del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), la otrora represa La Esperanza guarda en su vaso 20,4 millones de metros cúbicos (m3), que le permiten  sortear durante más de cinco meses las demandas de la población y las industrias radicadas en la capital provincial.

 

Esta obra hidráulica se encuentra al 78, 43 por ciento de su capacidad, a diferencia de La Yaya y Jaibo (por este orden las mayores del territorio), que apenas contienen un tercio y la mitad, respectivamente, del agua que pueden almacenar, y que apenas han elevado su nivel durante este conato de humedad.

 

Entre ambas acumulan solo 81 millones de m3, de los 280 millones para los cuales fueron proyectadas, y que son vitales para satisfacer las necesidades de la población y la agricultura de los municipios Niceto Pérez, Guantánamo y  el Salvador.

 

La desigualdad en la distribución de estos discretos, pero bien acogidos aguaceros alivia la situación, al menos en Manuel Tames, pero dista de repercutir positivamente en las comunidades de la árida franja costera sur ( de Caimanera a  Maisí), a algunas de las cuales se les sigue llevando el preciado líquido en carros-cisterna.

 

La mayor parte de las seis principales represas de la provincia radican relativamente cerca de ese litoral, caracterizado por un régimen de lluvias pobre, que oscila entre 440 y 600 milímetros (mm) al año,  y una tasa de evaporación que alcanza los dos mil 200 milímetros en igual lapso, según los expertos.  

 

En el Alto Oriente de Cuba, las láminas de lluvias descendidas en lo que va de mayo equivalen al 93,6 por ciento de la media histórica para estos 12 días, y es  sobrecumplida únicamente por “Tames”.

 

De ese tributo se beneficiaron las fuentes y poblados bañados por la cuenca del río Guaso, tributario de la “Faustino”, pero no el resto del territorio que afronta desde 2014  intensa sequía.

 

En opinión de Juan Carlos González, subdelegado del INRH, la opción de no  espaciar los ciclos de entrega a esta ciudad, depende del arribo de un período húmedo temprano que permita la recuperación del manto freático, de las fuentes de abasto naturales (corrientes fluviales y arroyos) y de los  acueductos.    

 

Fuente: ACN

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