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Priorizar la inserción laboral de los jóvenes en la provincia de Guantánamo es una tarea que asume el CITMA junto a varios especialistas y entidades locales mediante un novedoso proyecto social

javier perez capdevilaJavier Pérez Capdevila, coordinador principal del proyecto. Fotos: Lorenzo Crespo Silveira y cortesía del Proyecto

A sus 21 años de edad, Isa María Moya Torres ya celebra orgullosamente el próximo cumplimiento de sus sueños: trabajar en la gastronomía. Hace tres años se había graduado de Técnico Medio en Bibliotecología en el Politécnico Emma Rosa Chui y, sin ofertas en su especialidad en los predios de la urbe, se sentó a esperar.

La gastronomía, dice, siempre le ha gustado pero la veía lejana…, hasta hace cuatro meses cuando una de las colaboradoras del proyecto Capacitación para la gestión de conocimiento sobre nuevas fuentes de empleo en jóvenes que interactúan en red le dio la luz.

Cuenta que, en un principio, no le pareció muy prometedor, quizá porque después de pasar tanto tiempo buscando trabajo donde sentirse realizada, es posible dejar escapar un poco de esperanza.

“Pero me involucré de todas formas, y fue una buena apuesta. Casi inmediatamente, después de algunos contactos iniciales con los organizadores y otros desempleados como yo, entré en un curso de ayudante de cocina de cuatro meses, y luego en otro de dependiente integral, por seis…, y ahora estoy aquí – en el restaurante La Criolla, dentro del mismo corazón de la urbe guantanamera-, con posibilidades de quedarme si todo sale bien”, asegura.

Y bien que no es la única. Desde principios del pasado año, otros nueve jóvenes guantanameros ven cumplirse su proyecto de vida gracias a esta iniciativa regentada por la delegación territorial del Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (Citma), que en colaboración con otra media docena de organismos redirigen su  actuar hacia la integración social de los jóvenes guantanameros.

Un sueño y un proyecto…

Su jefe y coordinador principal, Profesor Javier Pérez Capdevila, le explica a Venceremos que la iniciativa surge a finales del año 2014, aunque los primeros incorporados fueron al año siguiente, y busca, en principio, demostrar cómo la colaboración entre la Dirección Provincial de Trabajo y Seguridad Social (DPTSS), las organizaciones sociales y de masas y el sistema del Poder Popular puede ayudar a la gestión de empleos para los jóvenes desocupados.

El proyecto con casi un año de implementación, opera en la zona urbana del área norte, en los consejos populares Norte Los Cocos Confluente y Pastorita, en el municipio Guantánamo, con personas desde los 16 a 35 años de edad que no están vinculadas al estudio y al trabajo, y prioriza a los más vulnerables: madres solteras, recién graduados…con la única condición explícita que quieran, de hecho, incorporarse a un empleo.

Inicialmente, tres gestores y ocho colaboradores, incluyendo uno de la Universidad de Guantánamo, identificaron a los primeros candidatos entre una muestra de 24, cuyos nombres fueron aportados por las organizaciones barriales, desde la federación, los Comités de Defensa de la Revolución hasta los delegados.

Lo segundo, fue investigar intereses y potencialidades individuales. Saber qué querían y podían hacer. A partir de ahí vino una etapa formativa en la que los jóvenes fueron integrados a cursos de superación acordes a sus aspiraciones, casi siempre en el área de los servicios.

jovenes proyecto empleoPara Nadia Gutiérrez, quien interviene, además del empleo lo más útil fue intercambiar intereses. Fotos: Lorenzo Crespo Silveira y cortesía del Proyecto

En general, se ofertaron varios cursos. “No los inventamos, sencillamente gestionamos y costeamos su incorporación a los ya existentes en la Asociación Culinaria, los Joven Club de Computación, Servicios Técnicos para las especialidades de belleza, por ejemplo, entre otros organismos orientados al empleo estatal y no estatal”, explica su coordinador principal.

“Lo concebimos –añade este científico sobre dicho proyecto, único de su tipo en el país-, con una duración de dos a tres años, enfocado en la formación de recursos humanos a favor del desarrollo poblacional, partiendo de reconocer las posibilidades e intereses de empleo de los integrantes a fin de direccionar su instrucción profesional y asegurar, en la medida de lo posible, una preparación, acervo cultural, y formación de valores que incidiera en modificaciones conductuales”.

Básicamente, es darle a cada cual lo que necesita. Algunos, un curso, a otros ya con una formación, una plaza. “Ya una vez incorporados a la vida útil, los instamos, siempre de acuerdo a sus intereses, a seguir formándose en niveles educativos superiores, como los cursos por encuentros y educación a distancia que oferta la universidad”, precisa Pérez Capdevila.

Y manifiesta: “Creo, sinceramente, en la importancia de un proyecto como este, que no va a resolver el problema del empleo juvenil por sí solo –en esta provincia, de 223 mil 190 trabajadores ocupados en la Economía, 16 mil 292 son jóvenes- pero que puede dar una idea de cómo trabajar para que los noveles se sientan parte de la sociedad, motivados, arraigados”.

A lo que agrega, Martha Marcellí Hernández, subdirectora de Prevención, Asistencia y Trabajo Social de la DPTSS, y una de sus representantes en el proyecto, “lo meritorio, es que se ve en la práctica cuán eficaz puede ser una gestión que se enfoque en encontrar las fortalezas y capacidades de estos grupos, que puede servir de guía para el actual sistema de trabajo en los 15 organismos y empresas de la provincia, donde los jóvenes son cada vez más necesarios”.

jovenes proyecto empleo2 Yarinma Gaínza, agradece al proyecto ser educadora hoy en el politécnico Emma Rosa. Fotos: Lorenzo Crespo Silveira y cortesía del Proyecto

¿Y sus beneficiarios?

Quizá por lo reducido de su selección, puede creerse que esta oportunidad de emprendimiento pasó sin dejar sus huellas en la realidad guantanamera. A lo que se contrapone el testimonio de sus decenas de egresados, quienes hoy validan la certeza de su creación e inversión.

Yarinma Gaínza Echavarría, de 30 años, Licenciada en Educación, y sin trabajo en su Montgomery natal luego de ejercer como profesora de Química en el IPA Manuel Gómez, de veterinaria y en La Habana como maestra primaria, hoy ejerce su profesión en el Politécnico Emma Rosa Chui, gracias al proyecto.

“Me cansé de caminar, de ofrecer mis habilidades y mi experiencia, pero no encontré respuesta hasta el proyecto. Ha sido un cambio en mi vida, la posibilidad de ganarme el sustento y superarme, porque además de la plaza, pasé un curso de inglés con el que podré aspirar, algún día, a una misión internacionalista”, dice.

Mientras Nadia Gutiérrez Biense, madre soltera de apenas 23 años cursó administración en gastronomía por seis meses, inglés por tres con la anuencia de profesores de la escuela de Formatur, cumplió un periodo de prácticas en la cooperativa no agropecuaria La Ruina, y asegura “estar en buen camino”.

Y no son las únicas. Como ellas, hay por ahí almaceneros, dependientes, cuentapropistas que, sin necesidad de recurrir a la ilegalidad, encontraron su camino en su propia provincia gracias a una gestión personalizada.

¿Solución o ciencia?

"De 24 muchachos y muchachas, nueve tienen empleo, cinco estudian con una plaza segura, y solo cuatro están en espera porque sus cursos no han abierto. Parece un resultado bajo con respecto a 146 mil jóvenes que tiene la provincia, pero es importante, si se tiene en cuenta la cantidad de barreras que tiene que enfrentar", manifiesta orgulloso Pérez Capdevila.

Sabe, no obstante, que el aporte mayor del proyecto es lo que llega a las entidades responsables del empleo aquí, pues “estos resultados, una vez medidos y comprobados, pueden demostrar la hipótesis de que la colaboración entre organizaciones, entidades provinciales y la dirección de trabajo pueden garantizar el empleo de las juventudes”.

Además de la posibilidad de extender la experiencia hacia otras áreas y ramas en la provincia, “como por ejemplo el sector cuentapropista en la rama agropecuaria, usufructuarios de tierras..."

jovenes proyecto empleo3Rosalía Osoria, tras cursar defectología ayuda los niños en la escuela Eudis Castiel. Fotos: Lorenzo Crespo Silveira y cortesía del Proyecto