bioplanta En primer plano Raciel, el operario de la bioplanta. Detrás, en el acondicionamiento de los sacos, Ricardo. Foto: Jorge Luis Merencio

La ecología del árbol del Nim se asemeja asombrosamente a la existente en la co­munidad de Baitiquirí. En esa zona costera perteneciente al municipio guantanamero de San Antonio del Sur la Azadirachta indica (nombre científico del Nim) encuentra casi todos los requerimientos para su desarrollo: suelos drenados, profundos y arenosos; alta temperatura y gran cantidad de luz.

Originario de la India y de Bir­mania, el Nim pertenece a la familia de las meliáceas y se caracteriza, además, por su notable resistencia a la sequía y tolerancia a la salinidad, aspectos omnipresentes en Baiti­quirí, demarcación ubicada a 55 ki­lómetros al este de la Ciudad del Gua­so, en pleno semidesierto cu­bano, y atravesada por la carretera Guan­­tánamo-Baracoa.

De ahí los aciertos de hace unos años de reforestar áreas de ese sitio con plantaciones de la referida especie y de instalar posteriormente allí una pequeña bioplanta destinada a la extracción de aceite de las semillas del Nim, un árbol al cual se le atribuyen cuantiosas propiedades medicinales, entre ellas analgésicas, antiparasitarias y antisépticas.

Raciel Rodríguez Domínguez y Wílder Martínez Frómeta, únicos trabajadores de la instalación, han ido ganando en experiencia tecnológica y ya logran extraer 300 litros de aceite al año, producción que, junto a la torta residual, el colectivo co­mercializa con el Grupo Em­pre­sa­rial Labiofam  para la elaboración de insecticidas.

Al proceso de extracción de la grasa —relata Raciel—  lo antecede el de recolección de las semillas, el cual es garantizado por trabajadores contratados en la comunidad, fundamentalmente mujeres. Una vez acopiadas, las simientes pa­san un primer periodo de secado al sol, después se envasan en sa­cos y se estiban por varios me­ses, buscando la concentración del aceite. Pre­vio a su molida se exponen nuevamente al sol durante varias horas.

Ricardo Estévez Gilbert, director del Sector de Lucha contra la De­sertificación y la Sequía en San Antonio del Sur, al cual pertenece la bioplanta, acota que la recolección de semillas se realiza entre septiembre y diciembre y se aprovechan las secas y maduras. “Disponer en ese periodo de la materia prima nos garantiza la producción del año venidero”, asevera.

TAMBIÉN ACEITE DE JATROPHA

Máster en Ciencias, Estévez Gil­bert certifica que Baitiquirí cuenta con 37 hectáreas plantadas con la meliácea y que esa área excede por el momento la demanda de semillas. Nuestra limitación para producciones mayores radica en la capacidad de molida de la planta, la cual se emplea también en la extracción de grasa de la Jatropha curcas.

La grasa que se obtiene de esta última especie el colectivo la vende a una empresa constructora del territorio, que la emplea en la fabricación de elementos de piso, en sustitución del aceite de linaza, una materia prima importada, precisa Ricardo.

El Sector de Lucha contra la De­sertificación y la Sequía en San An­tonio del Sur, adscripto al Mi­nis­terio de Ciencia, Tecnología y Me­dio Am­biente (CITMA) en la provincia, cuen­ta con tres hectáreas de Jatropha en la comunidad El Oro, de donde obtiene las simientes que procesa en la biofábrica.

Según Ricardo próximamente la pequeña industria debe recibir una centrífuga mediante la cual se incrementará la calidad de los dos tipos de grasa vegetal. Por el momento el centro labora en el mejoramiento del resguardo de las semillas y del embalaje del aceite.

A la bioplanta de Baitiquirí le cuesta 25 centavos producir un pe­so. En correspondencia con esa rentabilidad sus trabajadores reciben, además de su salario, una estimulación en CUC y un pequeño monto en moneda nacional trimestralmente.

Para diversificar la producción se trabaja en el fo­mento de la crianza ovino-caprina, a partir de la adquisición y reproducción de animales de alto potencial genético. Por el mo­mento ya dispone de 26 caprinos y contrató la compra de 11 reproductoras y un padrote de la primera es­pecie.

En ese plausible empeño de crecer y variar sus renglones cuentan con dos factores importantes a su favor: la reducida humedad am­biental exigida por esos animales y áreas propias para el pastoreo y el acuartonamiento, que ya protegen con cercas.

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