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“Es el hombre más íntegro que he conocido en mi vida, tan humano que prefería despojarse de lo suyo para ayudar a los demás”. Así describe Francisco Negret Martínez a Ernesto Guevara de la Serna “Che”, a quien este guantanamero acompañó en el cumplimiento de una importante misión en el Congo.

francisco negret“Seguir el ejemplo del Che y poner en práctica sus ideas progresistas es la mejor recomendación a los jóvenes”, subraya Francisco. Foto: Leonel Escalona Furones

Negret Martínez, combatiente del Ejército Rebelde, viajó hasta la hermana nación africana en 1965 integrando un pequeño contingente de unos 140 cubanos para participar en el proceso de descolonización de África y la consolidación de su independencia de las potencias europeas, gesta que duró unos ocho meses.

 

“Permanecí muy cerca de él. En el Congo Leopoldville, donde desafiamos juntos el peligro, el Guerrillero Heroico era el mismo de la Sierra Maestra, el Escambray y de otras partes: valiente, sereno, que no vacilaba ante las injusticias.

 

“Yo tenía solo 21 años cuando me seleccionaron, era soldado de un batallón de tanques en la unidad militar 3278 de Holguín. Después de poco más de un mes de preparación en Santiago de Cuba, La Habana y Pinar Río salimos en avión, haciéndonos pasar por médicos, rumbo al continente africano luego de una larga y secreta travesía.

 

“Nadie sabía que el Congo Leopoldville sería el destino ni que estaríamos bajo el mando del Guerrillero Heroico. El Comandante en Jefe Fidel Castro personalmente nos plateó la misión y nos dijo que íbamos a cumplir una tarea de la Revolución de la que podíamos regresar siendo héroes o mártires, y ante el silencio que respondió a su pregunta de ¿alguien se arrepiente?, recuerdo nos saludó muy alegre.

 

“Dos días después del arribo a tierras congolesas, luego de llegar a un improvisado campamento, experimenté uno de los momentos más impresionantes de mi vida: conocer que uno de los que nos acompañaba era el Che.

 

“No se parecía a él, estaba totalmente cambiado, precisamente para pasar inadvertido. Lo presentó Víctor Dreke, su segundo al mando, quien aclaró que debíamos llamarlo Tatu desde ese momento.

 

“En la pequeña casa con paredes de tierra y techo de paja, el Che nos comentó: Muchachos, pocas personas tienen el privilegio de ser seleccionadas para una tarea tan honrosa. Por ello, la mejor respuesta es cumplirla con responsabilidad”.

 

Varias anécdotas narradas por Negret demuestran los excepcionales valores humanos del Che, determinante y siempre dispuesto a ofrecer el ejemplo personal antes de exigir a sus subalternos algo que requiriera esfuerzos.

 

“Era muy activo. Se encargaba de organizar las filas de los combatientes uniendo a unidades combativas congolesas con las nuestras. También se desempeñaba como profesor de francés para los cubanos, atendía a los enfermos nativos y aprendía el swahili, idioma que se habla al Este y Centro del continente africano.

 

“Como jefe, participó personalmente en varios combates, siempre encabezando la columna y demostrando su intransigencia y perseverancia frente al enemigo mejor pertrechado con aviación moderna, marina y fuerzas terrestres apoyadas por batallones de mercenarios blancos, reclutados en Europa, Estados Unidos y África del Sur, bajo el dominio del régimen del Apartheid.

 

“Durante su estancia en el Congo hasta finales de noviembre de 1965 cuando se desploma la rebelión lumumbista de Laurent-Desiré Kabila, el Che había dejado huellas imborrables en los corazones de los habitantes de las montañas y llanuras por las cuales condujo a sus hombres en acciones armadas que merecen el reconocimiento del pueblo.

 

“En el 52 aniversario de aquella expedición armada de Cuba -inspirada en los principios de la solidaridad con la lucha por la liberación de África del dominio de Europa Occidental-, y 50 de la caída en combate del Guerrillero Heroico, el mejor homenaje es el diario cumplimiento del deber como mismo él nos enseñó.

 

“A mis 75 años, me mantengo aportando mi granito de arena, sobre todo en las tareas del núcleo del Partido, y recomiendo especialmente a los jóvenes ser como el Che, seguir su ejemplo y poner en práctica sus ideas progresistas en el afán de poner fin a la injusticia social en América, África, Asia y en cualquier lugar del mundo”, concluye Francisco.