refranes

La oralidad es quizás el exponente más elevado de la memoria histórica de los pueblos y no hay dudas de que, la retentiva de los hombres constituye el primer archivo donde quedó recogida la palabra, no importa el nivel cultural, sexo, edad o procedencia social.

Puede interpretarse –según la enciclopedia cubana EcuRed- como una transferencia de historias grupales, costumbres, genealogías, en fin, una vía de aproximación a la identidad cultural de las naciones.

Así está presente en cuentos, relatos, testimonios, décimas, y sobre todo en los proverbios, que siempre transmiten una carga de sabiduría y en el caso del refranero cubano es voz y esencia identitaria.

Varios estudios se han realizado en la Isla sobre el tema, incluidos los elaborados por Samuel Feijoo, que recogen esas muestras del ingenio popular.

Arte que no precisa de academia por estar ligado al hombre como un proceso natural, se puede citar a algunos tan relevantes como: el muerto al hoyo y el vivo al pollo; el que tiene padrino se bautiza; tiburón se baña pero salpica y al que madruga Dios lo ayuda.

No menos inteligentes, existen otros de referencias a comidas: a quien no quiere caldo, se le dan tres tazas; el que siembra su maíz, que se coma su pinol; las cuentas claras y el chocolate espeso, (a la española) y con hambre vieja no hay pan duro.

Se encuentran también en narraciones inherentes a religiones afrocubanas, otros típicos de una localidad o región; típicos de la sabiduría campesina (Cada palo tiene su chipojo);  entre otros muchos aportes.

Existen los que están ligados a historias del pueblo cubano y entre ellos sobresale por su popularidad “la hora en que mataron a Lola”

Esa corta frase trascendió hasta nuestros días, debido a que la susodicha era una muy solicitada prostituta habanera y la mató uno de sus amantes al no poder soportar la dedicación con la cual la mujer ejercía su profesión.

El suceso se produjo a las tres de la tarde y el criminal, médico de profesión, pensó que la noticia sólo ocuparía un pequeño espacio en la prensa; pero se equivocó.

Cuentan que Ramón Grau San Martín, en un discurso casi al término de su mandato de presidente, miró su reloj y dijo:   “Coño, las tres de la tarde, la hora en que mataron a Lola” y la frase quedó acuñada para siempre en la memoria popular de los cubanos.

Búscate un chino que te ponga un cuarto, es otra muy sonada, y según EcuRed obedece a que en 1853 ya había en Cuba más de cinco mil chinos, y entre ese año y 1873 llegaron otros 132 mil 453 en condiciones de contratados.

La gran mayoría de ellos eran hombres, como lo demuestra el censo de 1861, y ante esa particularidad resultaba muy fácil para cualquier mujer de la Isla conseguir  amores y el soporte económico de un chino. De ahí el famoso dicho...

Y es que con su carga de optimismo, emociones, alegrías, decepciones, los proverbios desnudan hasta el último sentimiento humano, son fruto de una experiencia personal o colectiva e irrumpen en la vida de la gente como un soplo de sabiduría y cotidianidad.   

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