niños fashionistas 29

La infancia, ese corto período de la vida caracterizado por la inocencia,  cuando los pequeños inician un conocimiento de la vida entre juegos y risas, últimamente se  ve  mutilada en las niñas por un deseo de los padres de vestirlas y, en general, mantenerlas a la moda… de adultas.

Si bien los tiempos cambian y los grandes y hermosos lazos junto a las batas de vuelos y otros ornamentos dan pasos a vestimentas más prácticas, las muchachitas parecen adolescentes de poco tamaño con adornos, ropa y calzado que las aleja de la imagen de una impúber.

Momento de la vida en el cual se priorizan los retozos y las alegrías se ven afectados por minifaldas ajustadas, zapatos de tacón, pulóveres escotados y otras piezas de vestir ajenas a la actividad de las niñas.

Pequeñas de cuatro, cinco o seis años con mejillas y labios coloreados, orgullo de algunas madres que someten a sus hijas a extensas colas en peluquerías para colocarles largas uñas acrílicas y algunas pasan por el teñido del cabello.

Entristece que en los cumpleaños, tanto de hembras como de varones, estén ausentes canciones infantiles y retumbe el reguetón, muchas veces con letras totalmente inapropiadas hasta para adultos,  menos para la edad y formación de  quienes asisten a esos festejos, todo hecho al gusto de los mayores.

Obligados a un mundo de adultos,  las diversiones y deseos de los infantes, de uno y otro sexo, estarán vinculados a las novelas de turno o aún  peor, a seguir personajes de películas o juegos electrónicos donde prima la violencia.

La infancia resulta tan corta e importante que mutilarla es un crimen, precisamente por personas a quienes corresponde llevar de la mano a los infantes en esa etapa de la vida.

Buenos modales, valores entre los que sobresalga el amor a la Patria, el respeto a sus símbolos,  la consideración a los ancianos y el sentido de la responsabilidad deben inculcarse a las más jóvenes generaciones con motivaciones propias en cada edad, lo cual resulta una exigencia en la formación de mujeres y hombres dignos y útiles.

Duele ver a las pequeñas disfrazadas de adolescentes y asalta la pregunta de cuánto más desearán cuando lleguen a la pubertad, interrogante que deben hacérsela los padres para evitar lamentaciones futuras.

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