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No es solo su ritmo contagioso, la creatividad de sus letras, el uso de nuevos códigos comunicativos o la frescura de sus videos musicales. Algo adicional le garantiza al reguetón la trascendencia: su arte para rimar.

Los decimistas pusieron la parada bien alta. Su obra presume: 10 versos, 8 sílabas cada uno, rimas consonantes perfectas: primero, con cuarto y quinto; segundo con tercero. Los autores de sonetos hicieron otro tanto. ¡Pobres poetas de versos libres, intensos, dramáticos, sublimes, pero sin destreza para los finales exactos!

Por eso los iniciadores, los padres del género, no perdieron tiempo en licencias poéticas y apostaron por rimar a toda costa. Don Omar, optaba desde un inicio por rimas fáciles: «Subió el balón, / cuidao ahí domina Don. / Amárrate los tenis, comenzó la acción. / Control total de la situación / pues no es lo mismo que driblees tú, a que la baje Don». Incluso, en esa misma canción «Donqueo», lograba rimas en ¿inglés?: «Hey, sorry por el turnover. / No lo viste venir, te maté en el crossover. / Si me empata, aunque lo dudo, nos vamos al over».

Por su parte, Daddy Yankee, en aquel tema que constituyó himno regional en Cuba, Puerto Rico, República Dominicana —«La gasolina»—, apostó por una rima para nada fácil y logró componer: «Ella prende la turbina. / No discrimina. / No se pierde ni un party de marquesina. / Se acicala, va pa´ la esquina. / Luce tan bien que hasta la sombra le combina. / Asesina, / me domina. / Janguea en carro, motoras y limusina. / Llena su tanque de adrenalina / cuando escucha reguetón en la cocina».

Sin embargo, él también fue víctima del mercado y terminó jugándonos cabeza con rimas bastante forzadas como: «Seguroski, cabroski, que todas las gatas se agarren los meloski, (…) esta noche nos fuimos al garetoski».

Con el paso del tiempo se notó cierto declive en las composiciones foráneas. En la canción «Ay, mi Dios», de Yandel, El Chacal, Chino y Pitbull; este último optó por el facilismo al rimar con ¿la misma palabra?: «Te deseo lo mejor, que todo sea perfecto; / tú no puedes con mi vida, bueno, mami, perfecto, / qué tú quieres que te diga que yo soy perfecto».

En el ámbito nacional no podíamos quedarnos atrás. En el afán por lograr rimas consonantes que resultasen insuperables nos inclinamos por terminaciones difíciles. Cuando parecía imposible encontrar palabras que rimaran con agua y que tuvieran un sentido lógico —insisto en esta última parte—, un grupo cubano pegó esta rima por toda la Isla: «¡Aceiteeeee! ¡Agua! / Yo soy una guagua, / cuidado que te cogen las jimaguas».

Otros, para quitarse este problema de arriba, han decidido modificar la terminación de las palabras. El promotor de esta «ideota» fue Osmany García quien para rimar decidió modificar un tanto algunos sustantivos y verbos: bayú, por bayuqui; luz, por luqui; todo, por tuti; boca, por bocuti; caliente, por calentuqui; disfrutes, por disfruti; y así logró componer su tan polémico hit: «Chupi chupi».

Cierro con una cita del último sencillo de Yomil y El Dany, junto a Wildey. Se titula «Normalmente». Obviamente —y vale la cacofonía en este caso—, la premisa que los inspiró fue mostrar su domino de los adverbios de modo.

«Normalmente / contigo voy a darme mi lugar, correctamente, / voy a dejarte tiesa y voy a echarme pieza, ricamente, / voy a hacer mi vida yo, lindamente / porque tú eres mala, mami, tú no sientes»; obsérvese como al final del estribillo se salen del facilismo, de lo predecible, para mostrar una rima asonante que impacta en el auditorio. Ellos saben lo que hacen, evidentemente.

Tomado de revista Alma Mater