No solo las estadísticas – 12 mil 400 al cierre de abril- confirman la tendencia al  incremento de los trabajadores por cuenta propia en esta provincia. A simple vista se aprecia claramente su presencia en múltiples puntos de la ciudad y los municipios. Sin embargo, el número de registrados en las 201 modalidades del cuentapropismo fluctua debido a la inestabilidad de los negocios.

En general, quienes fracasan en estos menesteres identifican entre las causas del fiasco, el escaso margen de ganancias, la falta de materias primas, las dificultades para comercializar, los altos impuestos, el asedio de los inspectores y hasta el desconocimiento de las leyes elementales de mercado que puedan garantizar la consolidación de un negocio no estatal, entre otras razones.  

Hay esencias del comercio que son consustanciales con él. Usted no debería enrolarse en una empresa de esta naturaleza si no cuenta con las condiciones financieras y logísticas mínimas: capital inicial o posibilidad de acceder a créditos, medios, utensilios y fuerzas de trabajo… Cualquiera de estos requerimientos le haría sucumbir en las procelosas mareas del mercado.

Esta sería a mi juicio un buen punto de partida. Empero, es harina de otro costal la real carencia de materias primas, más allá de las que se expenden en las tiendas recaudadoras de divisas, los mercados industriales y otros, que – reconozcamos- ni tienen lo necesario para estos menesteres, ni el precio de venta favorece al futuro margen de ganancia.

En suma no existe un verdadero mercado mayorista con precios inferiores y ofertas estables que se diferencie del mercado estatal minorista -algo que piden a voces, quienes se acogen a esta modalidad de empleo- para solventar estas necesidades. Es apreciable que la red minorista no responde a la multiplicada demanda de este sector no estatal, lo que, por otro lado, propicia una larga  cadena delictiva.

La elaboración y venta de alimentos es la modalidad más acogida entre los cuentapropistas en la provincia, pero lamentablemente muchos han copiado vicios que ha padecido por décadas la gastronomía popular, desde la demora en el servicio, la falta de una sonrisa que tanto se agradece  y ese síndrome de la escobita nueva… ya usted sabe, pero pasado unos días el negocio evidentemente empieza en picada.

Una de las principales razones que lo condicionan, es la calidad de los productos. Se olvida que ante el aumento en cantidad y variedad de ofertas, la competencia no debe basarse en quien utiliza más artimañas para estafar al cliente, en hacer que rinda más una libra de jamón o un paquete de refresco piñata o vender en el vaso más pequeño. Aquí realmente lo que vale es la creatividad, la promoción, y por supuesto la calidad de lo que se oferta, algo que está legislado en cada licencia como una obligación. 

Es irracional que quien pretenda obtener ganancias descuide detalles tan importantes como la higiene, la buena presencia y la atención al cliente, o algo tan simple como una tablilla sin errores ortográficos, que no requiere de  inversión alguna. No sobreviven solo los lugares lujosos, basta disponer de sitios modestos y limpios.  

Otro de los traspiés que provoca la inestabilidad o el fin de los negocios, es la lista de impuestos que deben sufragar los trabajadores por cuenta propia y que para mucho de ellos se ha convertido en su principal handicap. Entre ellos la cuota mensual según cada actividad, el 10 por ciento de los ingresos por mes a quienes tributan al Régimen General, la Seguridad Social, las tasas trimestrales por el empleo de anuncios y otros de acuerdo con el tipo de actividad que realizan.

Literalmente el grito en el cielo lo ponen muchos a fin de cada año, cuando deben declarar los ingresos brutos obtenidos. En ocasiones el numerazo exigido por el fisco "les pasa la cuenta", con miles de pesos a pagar, lo cual los toma desprevenidos, porque durante el año han incurrido en una violación que los especialistas de la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT)denominan subdeclaración de ingresos.

En este punto vale reflexionar que muchos contribuyentes refieren que este impuesto es muy elevado y no se corresponde con los ingresos obtenidos. En ese momento el cuentapropista se entera de que la declaración jurada no refleja lo realmente percibido durante el año, según las fiscalizaciones realizadas por la oficina tributaria.

También es cierto que hay que tener en cuenta que las ganancias pueden crecer o disminuir en dependencia de la complejidad de la actividad que
realiza, además de la ya mencionada calidad del servicio y productos que oferte, y del lugar donde este ubicado.

Pero lo que sí es inadmisible es ser cuetapropista y tener un negocio para perder e incumplir con el pago de los tributos, eso sería un contrasentido, que se evidenció recientemente cuando al término de la Campaña tributaria se determinó más del 85 por ciento de subdeclaraciones, lo que denota que  aún no se percibe en su justa medida la responsabilidad de declarar correctamente.

Es preciso además buscar alternativas, ajustar estructuras y crear herramientas que apoyen a este sector cuyo aporte a los ingresos del presupuesto es significativo, ya que según estadísticas en el 2015 ellos serán el 15 por ciento de la fuerza laboral activa en el país.

Por ende a las autoridades y fundamentalmente a la Oficina Nacional de Administración Tributaria compete además de educar sobre impuestos y seguridad social que posibilite alcanzar una mejor cultura tributaria, encontrar la fórmula que desate los nudos en esa actividad, pues de nada vale que muchos se vistan de cuentapropistas si no conseguimos que permanezcan con ese traje.

Comentarios   

+1 #1 Roxana Montané 15-08-2014 18:04
hola Yoima este es un tema súper interesante, para la población gtmera y más para los trabajadores por cuenta propia, saludos Roxana :-)
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+1 #2 el negro 18-08-2014 15:29
Hola yoa, he leído tu articulo, te felicito y espero que sigas escribiendo de temas tan interesantes. ;-)
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