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El descontrol administrativo y la falta de vigilancia y exigencia en numerosas empresas provocaron que sólo este año la economía provincial registrara pérdidas superiores a los 21 millones de pesos.

Casi la mitad de esa suma se malversó en el Grupo empresarial de Comercio. El hecho más connotado, ocurrió en el mercado industrial Bazar X, ubicado en la esquina de Cuartel y Carretera, donde el administrador y varios trabajadores se “embolsillaron” más de millón y medio de pesos en menos de siete meses.

Sencillamente, violaron las normas de control económico, y dejaron de depositar grandes sumas en efectivo, adulteraron precios de mercancías, fundamentalmente de ropa reciclada, y cometieron otras violaciones que pasaron “desapercibidas” –dinero mediante- para revisadores y especialistas de la Unidad Básica de Productos Industriales, de la Empresa de Víveres y Carnicerías.

Otros hechos de malversación ocurrieron en el mercado industrial Carrusel y la tienda de materiales de la construcción del Sur de la ciudad, cuyos administradores de ambos establecimientos y el encargado de almacén del segundo, “desaparecieron” casi un millón de pesos, mediante similar modus operandi, en complicidad con los mismos compinches de arriba.

En el resto de las empresas, fundamentalmente Acopio, Lácteo, Porcino y la Industria Alimentaria, igual fueron burlados los “filtros” de control y desviadas de los caminos estatales elevadas cifras de dinero y recursos, las cuales fueron a parar a manos y bolsillos privados.

Por suerte, algunas de esas violaciones se pudieron detener antes de que las consecuencias fueran peores y poner a varios de sus autores a disposición de la Ley, pero otras, similares o peores, se dan en muchas unidades gastronómicas, carnicerías, panaderías, placitas, mercados agropecuarios, centros de elaboración, almacenes…, y no pasa nada.

Cómo entender, por ejemplo, que con el modesto salario que reciben los obreros y administradores de esos establecimientos puedan comprarse motos, carros, casas, joyas… y hasta trabajar con vehículos particulares alquilados todo el día, y nadie les salga al paso o se les ocurra investigar y, como diría el imaginado detective inglés, “seguir el dinero”.  

Lo peor es que esas conductas delictivas que pasan “inadvertidas” para los responsables de ponerles freno, por lo general, son de dominio popular, en parte porque los timadores no se esfuerzan demasiado en esconder su mal habida opulencia.

Y eso, al margen de los perjuicios económicos, es lo más preocupante: la evidente falta de combatividad y control de los consejos de dirección, áreas económicas, cuerpos de seguridad y protección, militantes del Partido y la UJC, cuya razón de ser es hacerle frente al delito.

Nadie tiene derecho de apropiarse de los bienes y recursos que el Estado pone en sus manos para beneficio del pueblo, menos si ostenta un cargo de dirección y tiene la misión de preservarlos y emplearlos adecuadamente.

Por eso, más allá de voluntad, se requiere rigor, exigencia y acciones de control sistemáticas y perdurables de quienes tienen la responsabilidad de impedir esas “puñaladas” a la economía y que unos pocos se aprovechen de ellas para vivir mejor, inmerecidamente, a costa de muchos.