Imprimir

hugo1

Un ciudadano quiere donar la placa de su casa a favor de un familiar. Acude a la oficina correspondiente donde un funcionario le asegura una visita técnica en pocos días. Pasa el tiempo y la misma no se produce. Vuelve al sitio a reclamar y lo remiten a otro. Alguien va a verlo a la casa, pero el proceso no avanza.

A la postre de muchos ires, venires, vueltas y revueltas inútiles sigue sin obtener lo que desea. Consigue apenas ser remitido de una a otra oficina. Molesto por la demora, también publica su queja en el periódico.

Entonces un solícito funcionario superior de la oficina de marras lo visita para enterarlo de que es tan culpable del entuerto como ellos, y debe empezar de nuevo por el principio, presentándose como “el caso que salió en el periódico”. De paso, le entrega un escrito con una versión explicativa del “pacto del trámite”.

También le indica al quejoso “los pasos a seguir para obtener la licencia de construcción”. ¿No hubiera bastado explicar desde el principio el verdadero trámite que necesita, en lugar de echar a perder tiempo y energías de todas las partes?

El ciudadano contrariado no quiere ahora ocuparse del asunto, y mucho menos que su nombre aparezca más en estos papeles, cuando la prensa se interesa en darle seguimiento al hecho.

Lo que no debe dejar de decirse, no obstante, es que la capacidad de los funcionarios, y la paciencia y tiempo del ciudadano se han empleado no en resolverle el problema en sí, motivo de la preocupación, sino en explicaciones y justificaciones por escrito en una copia de la carta con que se “responde” en detalle, a los niveles superiores interesados, a la queja publicada.

Con el hecho, la burocracia parece contradecir el dicho del Lineamiento 297 de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobado por el VI Congreso del Partido, y sus implementaciones legales para “Agilizar los trámites para la remodelación, rehabilitación, construcción, arrendamiento de viviendas y transferencia de propiedad, con el objetivo de facilitar la solución de las demandas habitacionales de la población”.

La visita esperada de un funcionario por un demandante de atención sería para darle una solución o una respuesta clara y definitiva desde el principio, no una mera explicación o justificación a posteriori. ¿Acaso una explicación o justificación es la ultima ratio, la última razón, el argumento soberano de la burocracia? Con eso se enreda un tanto más el trámite solicitado y el ciudadano se desanima.

Rendido ante la evidencia de que su caso ha llamado la atención de funcionarios superiores, sólo porque pasó al dominio público con la publicación, y de que ahora está, además de “marcado”, otra vez al principio de la cuesta, el disgustado ya no sabe si puede o si procede o no lograr que hagan lo que pide, y es ganado por el pesimismo.

El solicitante debe cumplir requisitos para que se realice con agilidad y facilidades el propósito que anima la nueva política y lo establecido en trámites para beneficiar la solución del problema habitacional. Si el nombrado cliente no los ha cumplido, debe hacerlo para estar en regla y poder resolver.

Lo que es casi un sin sentido –a no ser que lo tenga en un mundo sin sentido, que sería el dominado por la peor entendida burocracia- es que los encargados de ejecutar esas agilidades y facilitaciones recién introducidas traten al tramitador solicitante como un rehén de la culpa de la demora en que incurrieron los responsables primeramente mencionados, y que además lo señalen, por la queja publicada, como causante de la visita y el trato prioritario, distinto o “especial” que se le da.

Un estudio acerca del tema de las tramitaciones en general expone que en un sentido original, que se traslada al uso común, burocracia se asocia a ineficiencia, pereza y derroche de medios. Generalmente se percibe, en la imaginación popular, como un ente que existe únicamente para sí mismo y que sólo logra resultados que acaban ampliando las dimensiones de la burocracia. Así, comúnmente se usa de manera peyorativa.

En cualquier caso, lo que un ciudadano a merced de la burocracia espera es poder hacer sencillamente con lo suyo lo que tiene derecho a hacer, si cumple los requisitos exigidos por la ley, por cierto, válidos para ambas partes en lo que les corresponde.

El resto de la atención que la burocracia le debe a las quejas que provoca y se publican es tomarlas en cuenta para ser más eficiente. Tal vez las próximas veces emplee mejor el tiempo y los recursos humanos y materiales imprescindibles puestos a su disposición a favor del demandante.