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coche banderas

 Cuatro kilómetros separan mi hogar del centro donde me desempeño como reportera. El recorrido hacia la redacción del periódico Venceremos, -al otro extremo de la ciudad- lo hago casi siempre en coche; y si me pongo de suerte, alguna que otra “botellita” que quiera salvarme la mañana.

Si Bayamo es considerada la ciudad de los coches, Guantánamo está al punto de ser la segunda en Cuba, o de quitarle ese apelativo. Aquí…hay rutas para todas partes, bien lo sabe el maestro, el periodista y hasta el que trabaja en Patrulla: “Caribe”, “Reparto Obrero”, “San Justo”, “Formadora”, “El Infantil”, “Santa María”…; benditas carrozas tiradas por equinos que llagaron para facilitar la transportación de cientos y cientos de personas en esta urbe.

Y no es que sean el medio más cómodo, barato… o acaso el más seguro -porque los he visto volando llevando niños y hasta embarazadas dentro-; pero resulta que cuando es pleno medio día, y no hay guagua, ni santo, ni carro que pare…aparecen caballero! Y que interesa si vas en uno o dos pies, comprimido y sudando…lo importante es irte… o no???

Otro aparte en la historia son las condiciones de esos coches, tela sobra para cortar…Hay algunos que se parecen a sus dueños: desaliñados y virados, y tan duros sus asientos que al bajar terminas con dolor en lo bajo de la espalda, en el mejor de lo casos. Otros son más cómodos y agradables a la vista; y están los que en tiempos de lluvia…mejor ni abordarlos mis queridos lectores…para escoger, hay cientos, incluso esos que a base de ingenio han logrado insertar par de bocinas en su andamiaje, pequeñas o grandes, ya eso es a gusto de su transportador, como también la elección de la música; casi siembre ruidosa e ininteligible, y de seguro a tono con las listas más actualizadas del reguetón de estación.

Cuatro kilómetros separan mi hogar del centro donde me desempeño como reportera; pero hoy el recorrido fue distinto. Era joven el muchacho, adentro solo iban unas dos personas; y su carriola tirada por caballos -o al menos esta que maneja-, es de esas que parecen bocinas ambulantes, y no medio de transportación. En su coche, dos enseñas norteamericanas ondeaban… serenas. Y según me acercaba a su carricoche, mejor podía distinguir un gran cartel que abofeteaba mi cara: Kimba pa´ que suene, y al otro lado: Suena pa´ que kimbe, y de fondo también aquella bandera, que no es la nuestra, pero es la de ellos…Yo me desmontaba en mi parada y aquello iba repiqueteando todavía “…Voy a reír, voy a bailar, vivir vivir, la la la...”.