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alcoholismo opinion

Para Ramón las mañanas, las tardes, las noches, tienen la misma tonalidad, el mismo sabor, y un olor similar  que alerta sobre su incontrolable problema con el alcohol.

La gente le huye, le pasa por el lado “como una flecha” para evitar que venga con sus cuentos, y un sentido del humor que solo él entiende y a todos los demás resulta desagradable.

Historias como las de Ramón cambian de nombre, de cuerpo, pero mantienen un factor común: personas devoradas por su adicción a ingerir bebidas alcohólicas que cada vez se alejan más de la realidad y parecen vivir en un mundo paralelo en el que pierden sus sentidos.

Resulta que, aun cuando existen numerosas campañas preventivas y de educación para la salud, el alcohol continúa siendo, según el criterio de especialistas, una de las drogas más subvaloradas y la ignorancia en la población sobre sus consecuencias negativas resulta un tema pendiente de resolver.

La ingestión indiscriminada de bebidas se asocia con factores que van desde lo cultural, la adaptación a grupos sociales, la propia característica del alcohol de seducir al paladar, hasta la disponibilidad para su consumo y las políticas vigentes para regularlo.

En cualquier local habilitado para las fiestas, por lo regular, se expende una gran cantidad de licores, que para muchos están asociados directamente al disfrute, o sea, que sin beber no habrá goce máximo de la ocasión.

Aunque está controlada la venta a menores de edad en la mayoría de estos lugares, si los adultos desempeñan el papel de intermediarios para comprar y compartir, esto no pone freno a que desde edades tempranas la relación con el alcohol sea mucho más estrecha y comience un camino del que luego cueste salir.

La sociedad posee un rol doble frente a este tema: por un lado puede ser motor impulsor en situaciones como las anteriores y, por otro, cuando ya el mal está enraizado, aparta, desecha a los borrachos y los excluye.

Todo lo expuesto no significa que no hay una gran parte de responsabilidad individual: el derecho a dejarse arrastrar o no es de cada cual, bajo ciertas condiciones y presiones, pero elegir resultará una opción en las manos de cada uno, siempre que esté clara la carga negativa que incluye inclinar la balanza hacia la ingestión excesiva de bebidas.

Está demostrado a partir de investigaciones en torno al tema, que el consumo de alcohol constituye la causa de más de 200 enfermedades y trastornos, por ejemplo, la cirrosis hepática, algunos tipos de cáncer y padecimientos cardiovasculares.

Algunas estadísticas señalan que cerca de un seis por ciento de muertes en el mundo tienen su causa en el alcoholismo.

Eso, por solo referirse a la parte que corresponde a la salud, pues el alcance abarca un número mucho mayor: afectaciones en la economía familiar, desencadenante de situaciones violentas y de accidentes de tránsito.

Los programas educativos coordinados por la Federación de Mujeres Cubanas, el continuo interés de las instituciones de salud mental y su personal por encontrar estrategias de participación comunitaria y prevenir el abuso del alcohol en diversos grupos etarios, sobre todo en los adolescentes, demuestran que está identificada la problemática y hay voluntad general para erradicarla.

Pero es necesario que, de manera proporcional, la gente lo asuma como un problema social que está ahí, con alta incidencia, y que gana terreno, se multiplica en historias, en desconocidos o personas cercanas que caen en ese hueco.

La disposición, la mano a tender para ayudarlos a salir debe estar por encima de rechazos, del pensar en el “allá ellos”. De alguna manera, descubrir la respuesta, todos juntos, ayudará a Ramón y a otros en iguales circunstancias, a encontrar esa luz que quizá hayan perdido.