1el monteCuando desde una de las calles de La Máquina, capital del más oriental municipio de Cuba, Dorailda enfiló la vista hacia el faro de Maisí y lo vio en el horizonte, no pudo menos que sobrecogerse, pues antes de Matthew era imposible divisarlo, porque estaba escondido entre árboles, allá, en el mismo hocico del caimán. Ahora ese panorama cambió.

«La vegetación no te dejaba verlo. Eran mu­chos los árboles. Había que subirse al techo de cualquier vivienda o en algún edificio para contemplarlo, hasta los rayos de luz del faro se te perdían», relata Dorailda, quien tam­bién sufrió los embates del huracán.

Luego de recorrer palmo a palmo cada pulgada de los municipios de San Antonio del Sur, Imías, Baracoa y Maisí, se percibe ese color mustio y ese olor a árboles cercenados, y uno se da cuenta de que el bosque tardará años, muchos años, en recuperarse.

El licenciado en Agronomía Orlando Ro­drí­guez Durán, director de la unidad empresarial de base (UEB) Silvícola Maisí, comentó que las 36 000 hectáreas del patrimonio forestal del territorio —incluidas 18 788 hectáreas de fomento— fueron dañadas, fundamentalmente en los consejos populares de Cantillo, Boca de Jauco y La Tinta.

«También —explica el especialista— quedaron totalmente destruidas las 11 hectáreas de semilleros, al igual que las plantaciones en la franja costera del sur de la provincia, conocida como el semidesierto cubano, que presenta un régimen de lluvia más pobre (entre 400 y 600 milímetros al año), temperaturas muy altas y baja humedad relativa».

Ni pensar que la vida silvestre podría volver a ser la misma en breve tiempo. Es­pe­cialistas calculan que el monte tardará en recuperarse entre 15 y 20 años, aunque ha­brá plantaciones que lo harán antes, en de­pendencia del daño sufrido.

No obstante, el pesimismo no mueve ni desanima a los trabajadores de esa UEB. El técnico Edilio Leyva Ramos, especialista en protección forestal, destacó que en medio del percance, hoy existe un gran volumen de madera aprovechable en poco más de 20 000 hectáreas, que quedaron listas para la cosecha.

El mismo Edilio explica: «Todo ello requiere de un fortalecimiento en el equipamiento técnico para poder extraerla y ya el país se pronuncia en ese sentido, pues acá el bosque tampoco quedó abandonado».

Luego del levantamiento que permitió co­nocer con exactitud los daños en cada lugar, se hacen los llamados cortes sanitarios don­de las condiciones lo permiten, en dependencia de la fuerza disponible.

Igualmente, se preparan los suelos para vol­ver a sembrar especies que se adapten a cada lugar, otra de las alternativas para agilizar el proceso de recuperación incluso de los suelos, también dañados por el fenómeno me­­teo­rológico.

Especialistas forestales aseguran que se in­tensifica la labor de limpieza del bosque, a fin de aprovechar la materia prima: madera aserrada, rolliza e incluso facilitar el empleo de la leña como combustible.

Aunque se quiera, el monte no experimentará la rápida recuperación de otros sectores de la vida económica y social del país, pero la floresta volverá a ser verde, se alejará del profundo lamento, y Matthew no será más que un triste recuerdo de un huracán que se em­peñó en cambiar para siempre el panorama agroforestal del territorio, pero como hay cuerpos y voluntades para resarcir lo dañado, el mal no durará 20 años.

(Tomado del periódico Granma)

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