doctora yateras“Aquí, la familia son los vecinos,” dice Yanet. Fotos: Leonel Escalona Furones

A Yanet García Duporté y Adrián Iríbar Ramírez los unió la vida. Sin que los emparente la sangre, han estado juntos tanto tiempo o más que aquellos que, por biología, pueden llamarse familia.

Ambos viven en el barrio sur de la ciudad de Guantánamo. Se conocieron en la escuela primaria Luis Rustán Rodríguez, y juntos partieron a la secundaria Pedro Pablo Rivera Cué. La enseñanza media superior los separó por primera vez, y la Universidad de Ciencias Médicas fue el punto del reencuentro, tres años después.

Para el Servicio Social, sí pidieron ir juntos. “Pero, al comienzo, a Adrián lo enviaron para Monte Verde y a mí para La Clarita, también de Yateras. Hace tres meses, por suerte, nos reencontramos aquí, en el consultorio número 3 de Saburén, La Carolina”, afirmó Yanet, la otra doctora del consultorio.

Fueron, en principio, por necesidades del sistema de Salud del municipio. “Había muchas quejas de los vecinos, y pensaron que nosotros resolveríamos el problema y hasta ahora, por lo menos, así ha sido”.

Ahora, además de los mil 271 pobladores que les toca atender en Saburén, a cada rato viene algún paciente de sus antiguos consultorios en busca del “toque” cordial de esta pareja de profesionales que, me aclaran, solo son amigos.

Su horario de trabajo, entonces, se extiende a las 24 horas, aunque las consultas, según lo establecido, se realizan de 8 am a 5 pm. “La confianza de que siempre estamos aquí y dispuestos, hace que nos vengan a ver en cuanto se sienten una molestia”, refiere Adrián, una incondicionalidad que, aseguran, es bien retribuida.

“Aquí, la familia son los vecinos -refiere Yanet-. Ellos nos dan lo que tienen, nos abren sus casas para que pasemos un rato viendo televisor, nos invitan a sus fiestas, a sus momentos, nos cuentan sus vidas, sus problemas…, y nosotros le damos lo que tenemos, nuestra atención.

“Los lazos son tan fuertes que más de una vez, nos hemos quedado velando a un enfermo cuando, por derecho, podíamos estar descansando en nuestras casas. Ahora mismo hace tres meses que no vamos a Guantánamo, solo hemos podido llamar, y no nos pesa”.

La gente, se nota, está contenta con ellos. Los esperan y los escuchan, cuando su turno llega. Debe ser, dicen, que entienden cuánto nos importan. Por eso, vivimos estudiando y por eso, aunque pareciera no tener relación, tratamos de mejorar, muchas veces con nuestros recursos, el pequeño consultorio que nos tocó, porque sentirnos a gusto, como lo estamos, es esencial en nuestro trabajo”.

medico yateras“La confianza de que siempre estamos aquí y dispuestos, hace que nos vengan a ver en cuanto se sienten una molestia”, refiere Adrián. Fotos: Leonel Escalona Furones

En la casa consultorio, las tareas se reparten. “Por suerte, aunque somos hijos únicos, ambos sabíamos cocinar y desenvolvernos en las labores hogareñas cuando llegamos aquí. Nos turnamos, cuando él limpia, yo cocino y así. Aunque las meriendas las hace Adrián”, dice Yanet.

Tan bien están que dicen no sentirse molestos por nada. Y eso que el frío te corta la piel así sean las 11 de una mañana de sol, y eso que la tierra roja, y las noches tranquilas, y la lejanía de sus familiares, del esposo de ella y del hijo de él, el pequeño Ilian.

Tan bien que Yanet asegura que no quisiera irse nunca, aunque ese momento llegará necesariamente cuando, en poco más de un año, les toque regresar y luchar por las especialidades que prefieren. Ella, Oftalmología, la que más le gustó en sus rotaciones durante la carrera. Él, Pediatría, inspirado por su hijo.

Pero eso, es cosa del futuro. El presente, aseguran Adrián y Yanet, es lo importante ahora y ese, para nosotros, está en La Carolina.

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar