Caminar por las calles de Guantánamo, visitar amigos, jugar con su nieta y realizar las labores del hogar ocupan hoy a Francisco Wilfredo Tey García, Paquito, quien con 69 años mantiene una vida plena pese a las secuelas que le produjo la poliomielitis en la niñez.
La infección, contraída en el verano de 1959, le impuso a los 11 años un permanente reto para la vida, pues afectó los músculos de su pierna derecha. Con un bastón y mucha voluntad, siguió adelante y cuenta que lo hizo, inspirado en figuras como Ernesto Guevara, indoblegable frente al asma, y Franklin Delano Roosevelt, el trigésimo segundo presidente de los Estados Unidos, quien contrajo la enfermedad antes de asumir la primera de sus cuatros magistraturas.
La práctica fisiculturista del método Charles Atlas le ayudaron también, porque sustentaba que el ejercicio físico fortalecía no solo los músculos, también la constancia y la fuerza de voluntad, por eso, desde los 13 años, empezó entrenamiento con pesas y ejercicios de tensión dinámica, lo que mejoró su calidad de vida.
“A pesar de mis limitaciones -comenta Paquito- todo lo que me propuse lo logré, nunca tuve complejo y mi adolescencia fue normal: estudié, jugué pelota e incluso era muy bailarín en las fiestas.”
“La falta de voluntad política anulaba cualquier posibilidad del empleo de vacunas. La población en general estaba desprotegida ante este y otros males que cobraban la vida de cientos de niños y dejaba a los supervivientes con graves secuelas en el caso concreto de la poliomielitis”, aseveraba al describir el panorama de Cuba, en su infancia, antes del triunfo de la Revolución.
La poliomielitis es una enfermedad infecciosa aguda, patología provocada por tres tipos de virus gastrointestinales que atacan el sistema nervioso y destruyen las células encargadas del control de los músculos, los que a su vez dejan de cumplir sus funciones. En los casos más severos, afecta el cerebro, el sistema respiratorio, y pone en grave riesgo la vida.
De persona a persona, mediante las secreciones nasofaríngeas o por la ruta fecal-oral, se transmite el polivirus, contraíble también por consumo de alimento o agua contaminados y mediante contacto con las heces de un individuo infectado. Tiene un período de incubación de entre cuatro y 35 días, que en ocasiones cursa asintomático, o solo identificado por señales de menor importancia: fiebre, fatiga, dolores de cabeza, vómitos, estreñimiento (raramente diarrea) rigidez en la nuca y dolor en las extremidades.
Los niños de hasta tres años constituyen el principal grupo de riesgo de contraer el flajelo que ataca también en otras edades infantiles e incluso a la población adulta.
Metamorfosis epidemiológica
El primero de enero de 1959 trajo consigo transformaciones en la salud de la Isla para que historias como la de Paquito desaparecieran de la contemporaneidad nacional: el Estado, desde 1962, garantiza anualmente la realización de la Campaña de Vacunación contra la poliomielitis, estrategia que ha beneficiado a millones de infantes y erradicado del Archipiélago el terrible flagelo.
Este año la historia se repite por 56 vez consecutiva: en dos etapas se vacunarán 26 mil 994 niños. La primera de ella transcurre desde el lunes 20 de febrero y se extenderá hasta el próximo domingo 26 cuando quedarán inmunizados con dos gotas del antígeno 17 mil 894 infantes de entre 30 días de nacidos y dos años, 11 meses y 29 días de edad, es decir, víspera de cumplir tres años.
En la segunda fase (17 al 23 de abril) se reactivará el inmunólogo a la población infantil antes referida y se administrará una sola gota a nueve mil 100 niños de entre nueve años, y hasta nueve años 11 meses y 29 días.
Entrevistada para Venceremos la Licenciada Mileidis Elías Rodríguez, responsable del programa de vacunación en la provincia, explicó que el antídoto está contraindicado para infantes con fiebre elevada, vómitos o diarreas, y aquellos inmunodeficientes o alérgicos a cualquiera de los componentes de la vacuna, cuya acción la inhabilita el agua, por lo cual no puede ingerirse 30 minutos antes y después de recibir el fármaco.
Hasta hoy el éxito de las campañas de vacunación, favorecido por la voluntad política de la Revolución, ha descansado en la entrega del sistema médico apoyado decisivamente por las organizaciones de masas con los Comités de Defensa de la Revolución y la Federación de Mujeres Cubanas en primera fila.
En 1962 se produjo la primera cruzada antipoliomielítica en Cuba, y desde entonces se han aplicado más de 84 millones de dosis contra esta enfermedad, lo cual ha garantizado la protección de la población cubana menor de 69 años.
Antes de la Revolución el país sólo había eliminado por vacunas la fiebre amarilla (1908) y la viruela (1923); y tras el triunfo y la introducción de los programas preventivos desaparecieron la difteria, sarampión, rubeola y tosferina, tétanos neonatal, síndrome de rubéola congénita y meningoencefalitis postparotiditis.
T
ambién dejaron de ser problemas de salud el tétanos, el Haemophilus influenzae tipo b, la parotiditis, entre otras patologías.
La poliomielitis, por obra y gracia de la Revolución, dejó de ser un problema de salud y amenaza para la infancia. Nunca más habrá niños como Paquito, con secuelas de la enfermedad.
Futuros beneficios de la erradicación de la poliomielitis
Una vez erradicada la poliomielitis, el mundo podrá celebrar la consecución de un progreso crucial para la salud pública mundial que beneficiará equitativamente a todas las personas, independientemente de donde vivan. La modelización económica ha revelado que la erradicación de la poliomielitis permitirá ahorrar al menos entre US$ 40 000 y US$ 50 000 millones en los próximos 20 años, principalmente en los países de bajos ingresos. Más importante aún, el éxito significará que ningún niño volverá a sufrir nunca más los terribles efectos de la parálisis permanente provocada por la poliomielitis.
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